Segunda carta.

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Querido Tom:

 

Pasaron semanas, y tu nunca me hablaste.

Pero siempre te sentabas a mi lado a leer.

Hasta que un día lo hiciste.

Me preguntaste que hora eran.

Yo sonreí y miré tu muñeca, donde colgaba un reloj.

Querido Tom©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora