Querido Tom:
Cada día que pasaba, mi cabeza dolía más y más.
Tú comenzabas a sospechar.
Entraste a mi casa sin siquiera llamar a la puerta.
Si no fuera por ti, hubiera muerto ese día.
¿Por qué me salvaste?
Querido Tom:
Cada día que pasaba, mi cabeza dolía más y más.
Tú comenzabas a sospechar.
Entraste a mi casa sin siquiera llamar a la puerta.
Si no fuera por ti, hubiera muerto ese día.
¿Por qué me salvaste?