Vigésima cuarta carta.

870 61 0
                                    

Querido Tom:  

 

Cada día que pasaba, mi cabeza dolía más y más.

Tú comenzabas a sospechar.

Entraste a mi casa sin siquiera llamar a la puerta.

Si no fuera por ti, hubiera muerto ese día.

¿Por qué me salvaste?

Querido Tom©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora