04 de octubre de 1840
Esta extraña sensación en mi piel y en mi corazón no me gusta para nada.
Hoy fue el último día de plazo para que Laila decidiera. La esperé en la sala de reuniones de la casa de mi padre, pero no se presentó. Ni ella, ni su familia. Esto fue inusual, por lo general, nosotros siempre nos presentamos, tanto para aceptar, como para rechazar un reto. Jamás se es tratado como cobarde al que rechaza el reto, pero, sí es cierto que quien lo acepta, sin importar el resultado, adquiere más respeto. Sin embargo, los Sallow brillaron por su ausencia.
Esperé por una hora, el tiempo que establece nuestra ley, pero no llegaron. Esto indicaba que, según esa misma ley que nos rige, la petición de Laila se rechazada y si insistía, estaría violando nuestras normas y debería recibir un castigo. El no presentarse desestimaba su petición y los cohibía de poder reclamar derecho alguno a retar o hacer una nueva petición. Su ausencia fue una jugada estúpida, cobarde e irrespetuosa. Ellos mismos acababan de perder valor dentro de la manada.
Sin embargo, para mí, fue lo mejor. No esperaba que no se presentaran, pero si ello me favorecía a mí y a mi Marya, estaba más que satisfecho.
Al llegar a casa, mi satisfacción y mi alegría salieron por la ventana.
Marya no estaba.
Ninguno de nuestros sirvientes lograba encontrarla. La última vez que la vieron, había adquirido su forma de lobo y había ido a entrenar con mis hermanos. O eso dijo en una nota. Que saldría a cazar con mis hermanos.
Eso no era posible, mis hermanos estuvieron conmigo. Eran mis testigos para cumplir mi reto, ya sea que peleara o no, como familia del Alfa de la manada y sus ejecutores, estaban obligados a velar por que el reto se respetara y ejecutara según las normas y leyes de nuestra especie.
La ansiedad y el temor crecieron en mí.
Marya no mentiría.
Pedí a la sirvienta que me entregara la nota. Me dijo que la doncella de mi esposa era quien la tenía, pero al buscarla, la chica tampoco estaba.
Algo no estaba bien.
Convoqué a mis hermanos, a mis padres y a los ejecutores de la manada. Ella no estaba aquí en la aldea, ni cerca de ella. No pude sentirla. Su aroma se logró rastrear a un kilómetro de nuestra casa, bosque adentro, pero una vez ahí, se perdió. Buscamos pisadas, huellas de que alguien estuvo ahí, pero no había nada, nada, excepto por...
—Magia —susurró Kenneth. Mi padre gruñó estando de acuerdo.
Inhalé profundamente y lo sentí. El olor a magia. Mi lobo inmediatamente empezó a pelear por salir. Él sabía lo que eso significaba, lo que implicaba, pero ambos nos negamos a reconocerlo.
—¿Itzarys? —preguntó Killiam, la tensión en su rostro un reflejo de mi propio estado.
—Sí —gruñí. Ese olor era inconfundible para mí.
—Imposible —murmuró Keyner—. Se supone que Esrin e Islena refuerzan las guardias cada semana.
Pasé mis manos por mi cabello, con los peores presentimientos del mundo que inundaron mi mente y mi corazón. Mi lobo aulló dentro de mí, desesperado por salir y buscar a su loba.
Iba a destrozarlo todo. Habían tomado a mi compañera y no sabía dónde la tenían. Iba a acabar con todo ahora, yo también era un peligro para los demás
—Padre —gruñí de nuevo. Estaba perdiendo poco a poco el control. Mi lobo me exigió que corriera tras la pista de Marya, que la rescatara.
Si los Itzalas son malos, los Itzary son lo peor, y ellos tenían a Marya.
—Si los Itzary lograron entrar a nuestro territorio, ya no estamos a salvo —declaró mi padre, se volvió hacia mi hermano Killiam y ordenó—. Alerta a todos. Kenny, coordina con tu hermano mayor el resguardo de todas las hembras y los cachorros. Lleva a tu madre, por mucho que se queje y así les toque a ambos someterla, no la quiero luchando, la quiero protegida. ¿Entendido?
—Sí —respondieron ambos. Los vi alejarse, no sin antes ser testigos de las lúgubres miradas que me enviaron.
Probablemente Marya ya estaba muerta.
Maldije y caí al suelo, mi cuerpo empezando su transformación y mi lobo gritando por venganza. Papá se quitó su ropa al igual que mi hermano Kenneth.
—No resistiré mucho más —grazne. Mi piel quemaba tratando de retener mi transformación—. No puedo controlarlo, está desquiciado, quiere matar. Voy a dejarlo padre, se llevaron a mi Marya. Voy a dejarlo ir tras ella, no voy a controlarlo.
—Keyner, llama a los guerreros y envía a uno de los corredores a que de aviso a las otras manadas —Mi hermano asintió, pero antes que se marchara a cumplir las órdenes de mi padre, éste lo detuvo—. Que informen se han llevado a una de nuestras hembras, lleva una de las prendas de Marya y dáselas, alguna pista de ella podemos encontrar. No pueden camuflar su olor por mucho tiempo así que debe haber algo que nos pueda guiar hasta ellos.
—Lo haré, padre.
—Comprueben las guardias con los Wairlocks. Si fueron violadas, tenemos un jodido traidor dentro de la manada.
Un rugido brotó de mí, estaba casi hecho. Necesitaba matar, ellos tomaron a mi compañera debían pagar.
Matar, matar, matar.
—Kenneth, estate listo. Ya casi se ha convertido y estará salvaje.
Lo siguiente que sentí fue que estaba libre, libre para cazar a los hijos de puta que se llevaron a mi loba. Nadie iba a detenerme, destrozaría el mismísimo infierno por ella.
Dos lobos que vagamente reconocí estaban frente a mí, ambos trataron de rodearme para impedir mi paso. Gruñí y ataqué con ferocidad. Ellos no me detendrían. Iba por mi loba, si tenía que llevarme al mundo entero conmigo, eso haría.
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Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)
WerewolfEl Fatum o destino es aquel que guía nuestras vidas hacia un fin escogido. Según las leyendas más antiguas, cada alma está predestinada a otra desde su creación, siglo tras siglo, milenio tras milenio. Algunas tardan mucho en encontrarse, otras lo...