—¿Qué mierda? —gruño cuando el pastel de fresa cae de mis manos debido al golpe que me acaba de dar mi prima por debajo de la mesa—. ¿Por qué carajos me golpeas?
—Actúa normal —dice entre dientes. La fulmino con la mirada y recojo el pastel para comerlo, pero Bea me lo arrebata y lo tira a su plato. Gruño.
—¿Acaso comer no es normal para mí?
—No cuando pareces un cerdo en días de ayuno.
—Auch. Eso no fue agradable. No sabes lo difícil que fue vivir seis meses sin estos placeres culposos. Y no le digas a mi tía que estoy traicionándola, comiendo los dulces de Fátima.
—Cállate y sonríe. —Tomo otro pedazo de lo poco que queda del pastel, pero Bea me lo arrebata—. Compórtate.
—¡Bea! No estoy haciendo nada.
—Aquí vienen —sisea y me da una mirada de advertencia.
Frunzo el ceño no comprendiendo de qué demonios habla ni por qué tenía que privarme de los pasteles de Fátima. He estado de regreso a mi pueblo por dos días, más los seis meses en Alcázar... es una eternidad sin poder comer sin regordimientos.
Resoplo al notar como Bea baja el escote de su blusa y se muerde el labio inferior para hacerlo más voluminoso y que su sonrisa de "cómeme" se vea más sexy. Esas son sus técnicas de seducción de emergencia, como ella las llama. Alguna posible víctima se acerca.
Bea no respeta ningún lugar para seducir, ni siquiera el pequeño restaurante familiar de Fátima se salva de ser una zona de cacería para ella. Espero que el señor Fonseca no se ahogue con su tostada por estar viendo el escote de Bea.
—¿Cuál es el blanco? —Miro por encima de mi hombro para reconocer al pobre desgraciado que caerá en las garras de la fiera de mi prima. Siempre caen.
—Ahí vienen los "K" —Suspira—. No todos, pero al menos Killiam y Keyner sí, suficiente carne jugosa para hacerme babear de arriba y de abajo. —Menea sus cejas y me estremezco.
—Ascoooo, Bea. Eres una puerca.
—Ya me vieron, sé una buena chica.
—Eso debería decirte yo a ti, pervertida y asquerosa mujer.
Muerdo mi labio cuando vuelve a golpearme bajo la mesa. Maldita sea mi prima. Le siseo, pero ella ya está con la vista de águila sobre su objetivo, pega su estúpida y sexy sonrisa, pestañeando como si le acabaran de aplicar gotas para ojos.
—Pero si son los chicos súperpoderosos —Maulla como gata en celo. Vuelvo a resoplar y trato de alcanzar el pastel justo cuando dos sombras caen sobre mí. Inmediatamente siento un peso en mi pecho y un escalofrío que me recorre.
—Beatriz —dice una voz profunda a mi espalda, pero con ese raro acento suena más como "Biatriex"— ¿Cómo está la rosa más hermosa de este pueblo?
—Del mundo, diría yo —dice la otra persona. Bea tiene razón, tienen un acento extraño, como del viejo mundo.
La sonrisa de mi prima crece y yo ruedo los ojos.
—Yo muy bien, como pueden ver, y si quieren también pueden comprobarlo. —Me burlo, ganándome otro golpe bajo la mesa.
—Deja de patearme, Rosa, o terminarás pisoteada. —Gruño y sé que me he ganado la atención de los dos hombres al sentir sus ojos en mi espalda.
—Killiam, Keyner —murmura seductoramente mi prima—, la gruñona aquí es mi prima Aryam, disculpen su comportamiento, estuvo en una especie de ayuno animal estos últimos días.
ESTÁS LEYENDO
Linaje Negro: DESTINO (Serie Linajes)
Hombres LoboEl Fatum o destino es aquel que guía nuestras vidas hacia un fin escogido. Según las leyendas más antiguas, cada alma está predestinada a otra desde su creación, siglo tras siglo, milenio tras milenio. Algunas tardan mucho en encontrarse, otras lo...