II

277 26 2
                                    

En una cafetería ubicada en el centro de la ciudad, cuyos kilómetros exactos separaban a ambas organizaciones, un hombre de cabello castaño con un peculiar deseo de suicidio se encontraba sentado en una de las mesas del interior del lugar. Pasados exactamente 10 minutos entró un peli naranjado con un sombrero buscando a alguien con la mirada.

-¡CHUUUUUYA! – Dijo alegre Dazai mientras levantaba la mano para que su acompañante lo ubicará en el lugar. Este se acercó con una cara de enojo hasta donde estaba sentado el suicida.

- Idiota debes calmarte y dejar de llamar tanto la atención – le regaño mientras se sentaba delante de él

- Vamos Chuuya hace dos noches rogabas por mi atención – el nombrado se sonrojo a más no poder

- Bastardo no digas esas cosas en voz alta y menos en público –

- Sabes por qué te dije que vinieras – su tono se volvió serio y su mirada fría

- No creo que debamos ir, podemos decidir nosotros sin nadie más, además ahora somos aliados no le veo nada de malo –

- Quiero verla para estar seguro y si pasará algo quiero preparar todo –

Chuuya solo di un largo suspiro – Bien pero debo pedirle permiso a Mori San antes de ir con ella – luego de hacer la llamada y conseguir lo que necesitaba ambos se dirigieron al auto del más bajo y se dirigieron hacia la base de la Port Mafia.

Al llegar y bajar del estacionamiento los guardias se pusieron alerta ante la presencia de Dazai

-¡WOOW! No ha cambiado desde que me fui –

- Solo algunas cosas han quedado igual muchas veces fue remodelada – subieron al ascensor y Chuuya hizo exactamente lo mismo que su jefe hace algún tiempo.

- ¿Traes algo? – preguntó Dazai

- Mi pago siempre ha sido este chocolate tan raro y caro, vale más que una botella de vino bien añejada – se quejo

- Fue tu culpa al darle ese chocolate cuando saliste de Japón –

- Y traerlo acá cuesta demasiado – el ascensor se detuvo y los hombres que custodiaban la puerta sacaron sus armas y apuntaron a Dazai

- ¿A caso todos se comportarán de forma tan grosera conmigo? – hizo un puchero

- Saben lo de la alianza y el jefe me autorizo – en ese momento bajaron sus armas y les abrieron la puerta.

- ¡Chuuya, Dazai! Los esperaba más antes, pero siempre vinieron – habló la chica que estaba haciendo algunas mezclas en un pequeño laboratorio que ella tenía en unas cuantas mesas.

- Ya sabes a lo que venimos – saco de su abrigo el chocolate, esta al verlo se acercó a ellos y tomó el pago, en ese instante lo abrió y lo mordió.

- Tú si sabes a lo que vienes Chuuya – realizó un movimiento con su mano izquierda y el sillón grande se coloco delante de la mesa; los tres se dirigieron a sus lugares y al llegar a la mesa el chocolate ya no estaba, apretó el envoltorio en su mano y este desapareció – bueno Chuuya no te resistas, acéptalo de una vez y deja fluir todo sabes que lo quieres y no lo dejaras ir – Chuuya enrojecido se atrevió a decirle

- Eso no es a lo que vinimos –

- Lo sé pero es cortesía porque solo tu me consigues tan delicioso chocolate – Dazai no paraba de reír, luego de una mirada furiosa de Chuuya logró volver a su semblante serio – bueno Dazai la duda es algo raro de ver en ti, pero no te preocupes su relación no será afectada por algo externo, si no es que lo permiten pero sobre las organizaciones no pasará nada –

La brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora