Capitulo 05;

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Las uñas de Bea se clavaron en la carne de Harry cuando este se hundió profundamente en ella, en su interior.

Se arqueó hacia él mientras su miembro empezaba a deslizarse con fiereza entre sus paredes

vaginales. La boca de Harry buscó la de Bea al momento.

Antes de quedar totalmente abrasada por su beso consiguió proferir un grito placentero.

—Oh, Dios—Se sujetó a sus bíceps, clavándole las uñas hasta el fondo. Él tembló. Bea

le pasó una mano por la mandíbula, bajando por su cuello y luego besándolo allí. Él se tensó. Tensó cada parte de su ser. Tensó la mandíbula, como si intentar hablar estuviera más allá de su capacidad. Bea sonrió y volvió a capturar sus jugosos labios.

Harry se movió con más rapidez, rozando todas las

terminaciones nerviosas de su sexo, intentando devastarla. Ella no pudo evitar arquear las caderas otra vez hacía él. Quería dárselo todo. Tenía sus

brazos rodeando el cuello de Harry y se mordió el labio en una fuerte embestida para contener un grito gutural. Luego respiró temblorosamente.

Cada duro centímetro de Harry en su interior se amoldaba a ella de manera tortuosa, pero lo

quería, lo quería allí e iba a aceptarlo durante toda la noche si eso era lo que él quería.

Harry se movió, flexionando las caderas, llegando a los lugares más sensibles de su vagina, pasando de uno a otro de manera que cada uno inflamaba a los demás hasta que, finalmente, todo su cuerpo

estuvo en llamas. Incapaz de detenerse, Bea soltó los hombros de Harry para no hacerle más daño y se agarró a las sabanas con una fuerte y potente desesperación.

Harry le mordió el punto donde se unían el hombro y el cuello, luego le mordisqueó el lóbulo de la oreja y devoró una vez más su boca, entregándole

pasión, deseo, lujuria y mucho más, pero siempre sin olvidarse de la ternura y el cuidado. Sabía

combinar cada cosa a la perfección. Harry era ideal.

Las gotas de sudor cubrían su frente y parte de su pecho. Su cuerpo estaba tenso. Pronto cambió el ritmo de las embestidas, volviéndolas más veloces aún. Unos envites que la

hicieron a ella entrar en combustión. Su cuerpo se

revolvió bajo él, como si quisiera escapar, pero sin

querer hacerlo. Lo que se acercaba era fuerte, lo más fuerte que jamás había sentido en su vida, y todo se lo estaba entregando un desconocido que

había conseguido volverla loca en minutos.

Bea notó un intenso palpitar. Sus latidos se convirtieron en un conjunto terremoto bajo su

pecho. Bea gritó su nombre una y otra vez, sin poder contenerse, entre gemidos, jadeos y momentos en los que creía que iba a ahogarse. Harry llegó al clímax, acompañándola. Se tensó más y abrazó a Bea, rodeándola con su cuerpo, dejando de penetrarla pero manteniéndose en su interior. Las paredes de ____ se contrajeron brutalmente contra la polla de él y eso le supo a cielo, tanto a Harry como a ella. Oh, Dios, jamás se había sentido tan bien dentro de ninguna chica.

Salió de su interior a duras penas, pues no quería hacerlo, pero necesitaba dejar respirar a Bea durante unos momentos para que volviese a recuperar la conciencia. Se tumbó a su lado, casi devastado y ladeó la

cabeza para mirarla. Ella se había llevado una mano al pecho y miraba al techo con los labios separados y respirando con agitación.

—¿Qué tal? —Preguntó él con una sonrisa.

Bea lo miró inmediatamente como si no diera crédito a lo que preguntaba.

—¿Bromeas? Dios, eres increíble—Lo halagó, casi

deseando volver a tenerlo entre sus piernas.

—Tú eres la increíble—Harry se movió lo suficiente para alargar un brazo y rozarle la mejilla con el pulgar.

Luego se colocó más cerca de su cuerpo y le dio un beso adormecedor en la boca.

—Házmelo otra vez—Susurró ella cayendo en sus encantos una vez más, queriendo estar con él durante otro intenso orgasmo.

—¿Qué?—Harry la miró con sus ojos azules brillando y bailando, como si hubiera algún tipo de

música allí. Lo único que se oía eran los latidos acelerados de los corazones de ambos.

—Hazme el amor otra vez… Si quieres—Finalizó. El rostro de Harry mostraba sorpresa, como si no hubiera esperado aquella orden y Bea sintió que

había dejado ir la lengua más allá de lo debido. Se ruborizó y casi escondió la cabeza en la almohada.

—¿Sí quiero? —Repitió Harry, entonces sonrió y Bea se sintió instantáneamente aliviada—Ahora mismo no hay otra cosa que quiera más—La besó en la boca, luego en la nariz, en la mejilla, en el

cuello—Quiero estar aquí, contigo, desnudos, haciéndolo hasta el amanecer. ¿Qué te parece?

Bea dejó que Harry volviese a encargarse de sus pechos, entonces asintió con una sonrisa fantasma en su rostro.

—Me parece perfecto.

Cuando los extraños se enamoran.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora