Capitulo 02;

46 7 1
                                    

De un momento a otro creyó que el corazón iba a escapar de su pecho, que iba a explotar o que dejaría de latir. Tenía los ojos abiertos como platos, la garganta bloqueada, incapaz de decir algo, y la respiración entrecortada velozmente.

―Eh―Aún sentía unas manos apretando con fuerza en su cintura pero en aquellos momentos no podía más que repetir visualmente en su mente la escena que por poco no le había arrebatado la vida.

Podía sentir el aire chocando contra su cara a causa de la velocidad a la que iba el coche, cada fibra de su ser paralizándose y quebrándose. Cada parte de su cuerpo temblaba de terror.

―Eh, ¿estás bien? ―Aquella voz de nuevo, la voz de su salvador tras su espalda. Su respiración

causando un débil hormigueo en su nuca.

Bea se giró con lentitud, aún tratando de recuperar la cordura. Entonces pudo ver el rostro de aquel chico que acababa de liberarla de un horrible final. Era un chico alto, con piel pálida y unos ojos

esmeralda clarísimo que brillaban en la oscuridad.

Tenía el cabello castaño cargado de unos rizos

sensuales que caían a lado y lado. Sumándole aquel monumento de chico al accidente que por poco la mataba, el corazón de Bea se

desbocó. El chico esbozó una sonrisa perfecta y la miró a

los ojos.

―Menudo susto, ¿eh? ―Dijo con gracia. Con aquella sensación que se traspasó a su

cuerpo, Bea se sintió liberada.

Cerró los ojos y suspiró.

―...Gracias―Murmuró después, llevándose una

mano al cabello y retirándose varios mechones que caían por su cara―No sé que me ha pasado. Estaba despistada y...

―Tranquila―El chico le colocó una mano en el hombro y ella abrió los ojos al instante―Estás

bien. Eso es lo importante, aunque creo que ahora deberías tomarte algo fuerte para aliviar esos temblores― Bea no se había dado cuenta, pero

efectivamente, tal y como había dicho él, todo su cuerpo se estremecía debajo de los temblores que el susto le había causado.

Esbozó una sonrisa decaída y asintió con la cabeza.

―Soy Harry―Se presentó entonces.

―Bea―Contestó ella.

Un instante después, Harry se encontraba tendiéndole la mano y ella no se lo pensó dos

veces: dejó que Harry envolviera la pequeña mano

de Bea con la suya y juntos se alejaron de la carretera, abriéndose paso entre la multitud de gente.

(...)

―¿Has venido sola? ―Le preguntó Harry.

Se habían desplazado hasta una barra al aire libre llena de camareros jóvenes que servían sin parar todo tipo de bebidas.

Harry se había encargado de pedir dos tónicas bien fuertes que mezclaron con Coca-Cola para suavizarlas y en cuanto Bea tuvo su vaso de tubo

entre las manos se lo llevó a la boca de inmediato.

―No―Contestó después de tragar y hacer una mueca por el fuerte sabor de la bebida―He venido con unos amigos pero los he perdido de vista.

―¿Y no deberían estar buscándote?

―Supongo, pero estoy segura de que habrán bebido más de la cuenta y andarán por ahí

entreteniéndose con cualquiera.

Harry rió, mostrando sus blanquecinos dientes y

agachó la cabeza. En cuanto la levantó, hizo un gesto sensual con su cabello para echar los rizos a un lado, Bea sintió un golpecito en su corazón y

empezaron a picarle las manos por el impulso que acababa de abrasar sus manos, incitándola a tocar el cabello del chico. Se había quedado patidifusa

ante aquel mohín tan sexy.

―¿Y tú no vas a entretenerte con nadie? ―La sensual voz del chico y su tono seductor la

sorprendieron. Bea casi saltó de su sitio.

Sus miradas se encontraron y cuando Bea se fijo en él, Harry estaba sonriendo de tal manera que ella tuvo que mantener la compostura para no dejar escapar un gemido.

Harry dio dos pasos hacia ella y antes de que Bea pudiera actuar, el chico había colocado una mano en su cintura y la había atraído hacia sí.

―No te he dado las gracias como te mereces por

lo de antes...―Murmuró Bea casi aturdida y perdida en sus ojos verdes.

―Sé cómo puedes agradecérmelo, preciosa. ―Se

inclinó hacia ella y le susurró algo al oído. Bea se estremeció de pies a cabeza y una sonrisa pícara curvó sus labios inconscientemente.

Luego sintió un mordisco en el lóbulo. Harry se apartó de su oído y su nariz rozó la de ella.

―¿Qué te parece si nos vamos de aquí? ―Le sugirió él sin despegar la mirada de sus ojos―Creo que necesitas descansar un poco después de esto.

Bea rió. ¿Descansar? Sí, eso era precisamente lo que iban a hacer cuando llegaran a su casa.

―Buena idea―Contestó sin más preámbulos.

Y juntos abandonaron el lugar.

Cuando los extraños se enamoran.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora