Capítulo uno

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Alison
Eternidad.....¡Vaya estupidez de palabra! Mira que nuestra profesora era rara..... ¿A quién se le ocurre mandar hacer una redacción como castigo sobre la eternidad? La verdad es que me esperaba un castigo peor cuando me pilló. Mejor os lo cuento desde el principio, desde este mismo día a las ocho de la mañana. Eran las ocho de la mañana, y como todos los días empezaban las clases, pero aquel día era diferente. Apenas había dormido, había tenido vayas pesadillas relacionadas con algo que no sabía exactamente que era. En mis sueños solo salían muertes, vínculos y destinos. Pero vamos, que si el sueño me quería avisar de algo, que lo llevaba claro, porque no había entendido ni un pimiento. Bueno, al grano, que a primera hora teníamos lengua, la asignatura que más odio, no porque no me guste el contendido, sino porque me parece la mayor estupidez del mundo. Bueno, el caso es que estaba la profesora explicando no se qué rollos de familias léxicas y, como para mí el aburrimiento es la cosa más asquerosa y horrible de este mundo, me sucumbió la idea de echar una ligera cabezadita sin que la profesora se diera cuenta. Lo malo es que sólo había dormido unas dos horas en toda la noche debido a mi horrible pesadilla, por lo que la pequeña cabezadita se convirtió en una larga siesta de media hora o así. Me desperté con el picor de mi nariz, como si me estuvieran haciendo cosquilas. Al abrir los ojos, vi a mi amiga Sally, dándome toquecitos en el brazo y a mi profesora, la señorita Jenks, con un aspecto enfadado y furioso. Me desperté del todo, esperándome una buena regañina por parte de mi furiosa profesora, pero lo único que salió de sus labios, fue un casi inaudible "luego hablamos". Me preparé para lo peor. No entendía como me había podido dormir tanto, cuando soy de esas personas que cuando quieren despertarse, se despiertan automáticamente. También puedo oír todo lo que ocurre a mi alrededor, por eso suelo echar cabezaditas en clase, porque cuando oigo mi nombre, me despierto y contesto como si no me hubiera dormido. En cambio, mi amiga Sally, era lo contrario. Cuando se dormía era súper difícil despertarla. Una vez en su casa, cogí mi trompeta, la soplé encima de su oreja y ni se inmutó. Ese día no se despertó hasta que puse la canción que más odiaba a todo volumen. El caso es que los castigos de la señorita Jenks eran muy crueles, ¡Hasta obligó a una niña ir a clase un sábado por copiar en un examen! No se sabía que cruel castigo se estaba maquinando en su malvada mente. Por todo eso la llamábamos "Manteca de maldad", dado que su nombre completo era Mantek Jenks. Resultaba muy gracioso ir inventando apodos para los profesores, era algo que siempre me había encantado, una de las pocas cosas que me gustaban del colegio. Al acabar la clase, mi amiga Sally me dio un codazo y me dijo:
Te espera "Manteca de maldad", buena suerte. Te espero en el pasillo.
Solté un bufido que probablemente habría oído la señorita Jenks y me levanté de mi silla con desgana y chasqueando la lengua. Cuando llegué a su mesa, la señorita Jenks estaba redactando un informe, en el que había un sello con una figura muy rara, una Y con una raya partiendo la Y por la mitad. Al instante me vino a la cabeza una imagen, una cuna con ese mismo símbolo. "Que extraño" pensé. Me acerqué a ella y la dije en voz baja:
-¿Quería hablar conmigo?
Ella ni me contestó ni me miró, simplemente metió la mano en el cajón y sacó un sobre blanco y delgado, con no mucho contenido dentro, me lo entregó suave y delicadamente y me dijo en un susurro casi inaudible:
- Para mañana Smith.
Odio que me llame Smith, porque en realidad, es un apellido que no me gusta nada, y ya se lo he dicho, así que supongo que me llama así para fastidiarme. No la contesté, sino que salí corriendo en busca de mi mejor amiga, Sally. Me estaba esperando recostada en la pared de la clase de matemáticas. El flequillo le caía sobre sus ojos de color miel, sus pecas resaltaban sobre sus mejillas y daba ligeros toquecitos con el pie en el suelo como muestra de aburrimiento. Era una chica realmente guapa, pensé. Ojalá me pareciera un poco a ella. Yo era rubia de ojos marrones, era delgadita pero no escuálida y tenía las piernas largas. Haber, no estaba diciendo que yo fuera fea, simplemente que justo en eso me gustaría parecerme un poco a Sally. Me acerqué a ella dando un traspiés, la di un toquecito en el hombro y me miró. Su pelo pelirrojo me rozó la mejilla y se movió al son del viento. Me dirigió una sonrisa traviesa y me dijo:
- Eh! ¿Que tal con manteca de maldad? ¿Ha sacado un cuchillo para comer un poco?
- Ja ja ja, que gracioso.- me molestaba un poco que me restregara por la cara que a ella nunca la castigaban. Sally era perfecta. No estudiaba nada, hacía los deberes cuando la apetecía, y aún así, sacaba matrículas de honor. Esa chica era superdotada.
- Bueno venga, no me tengas más en ascuas, ¿qué te ha dicho?
- Nada, simplemente se ha limitado a darme este sobre.
- ¿Y qué hay en ese sobre?
- Nada, supongo que algún trabajo a redacción para hacer. Ya te lo diré cuando lo abra.
- No me lo creo. ¡Es imposible! A Drew, un chico de tercero, le tiró de las orejas y le dijo que copiara tres veces ¡el diccionario de sinónimos y antónimo! ¿Y a ti te da un simple sobre? ¡Venga ya!
- La verdad es que sí, es un poco extraño.- afirmé encogiendo los hombros.
-¡A lo mejor te ha cogido enchufe!
No sabía si reír o llorar ante lo que había dicho mi alocada amiga. Al final opté por lo segundo y solté una carcajada estridente. Sally me miró extrañamente, como si hubiera visto un fantasma. Así que la contesté.
-¡¿A mí?! ¡Ja! Ni aunque la pagaran sería siquiera amable conmigo. Me tiene un odio terrible, desde el primer día de colegio me miró con asco. En cambio, a ti nunca te ha castigado, y eres la única.
Sally se encogió de hombros. Esa chica era única. Las profesoras la admiraban y si no hacía los deberes o se le olvidaba el material, Sally les dirigía una sonrisa triste y ellas inmediatamente, la perdonaban. Era como si la idolatraran. En cambio, a mí siempre que se me olvidaba algo, me castigaban sin reproche alguno. Era injusto, pero tampoco me importaba mucho, yo siempre había sido la revoltosa y ella, la buena, el buen ejemplo. Ella ayudaba en las tareas del colegio, iba a la residencia de ancianos todos los fines de semana, leía libros a niños en la biblioteca y era voluntaria en casi todas las actividades para ayudar a los más necesitados. Yo era, más bien, lo contrario. Odiaba participar en estúpidas actividades, la residencia de ancianos olía fatal para mi gusto y pasaba de leer cuentos para niños que no entendían ni una sola palabra de lo que decía. En ese aspecto, éramos totalmente diferentes. A menudo mi madre me decía que siguiera el ejemplo de Sally y yo, la fulminaba con la mirada. Odio que me digan que haga lo que haga otra persona. No era perfecta, lo sabía. Me encantaba escaparme de clase para saltar por la verja y ver el sol iluminando mi pelo y a los pájaros cantar a mi alrededor. Eso si era vida. También me encantaba idear travesuras en clase, de las cuales casi todas tenían buen resultado. Me acuerdo que una vez puse en el libro de la profesora Jenks unos polvos para estornudar y estornudó unas mil veces durante la clase. ¡Anda que no nos reímos! En cambio, a Sally no le hacían mucha gracia nuestras bromas. Siempre nos decía que parecía que teníamos tres años. Era un poco aguafiestas, haber que tenemos catorce años, no veinte. Durante el trayecto del bus a mi casa no hablé nada, lo único que hice fue palpar debajo de mi bolsa el sobre y pensar que podría estar escrito allí. Cuando llegué a mi parada, le di dos besos a Sally y la despedí con la mano. Entré en mi casa corriendo, sin saludar casi a mi madre y me tiré a por el sobre. Cuando lo abrí, vi dos hojas, una con algo escrito y otra en blanco. "La que está en blanco será para que la rellene yo" pensé. Comencé a leer lo que estaba escrito en la hoja y leí: "Haz una redacción de doscientas palabras sobre lo que significa para ti la siguiente palabra que te he puesto debajo del folio". ¡Vaya mierda! pensé. Me preparé para ver que palabreja se le habría ocurrido a mi querida profesora para hacerme reflexionar. Me esperaba una palabra como respeto, educación y esas cosas. Pero lo que vi me sorprendió, y mucho. Abajo de la hoja, en la esquina superior derecha, vi que había un tachón y que con la caligrafía de la señorita Jenks, estaba escrita la palabra "Eternidad".
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Hola! Bueno espero que os guste la novela y que la disfrutéis. Comentar y votar por favor(:

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