Capítulo Dos

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A los pocos segundos que el gobernador había abandonado el dormitorio un joven esclavo llamado Sehun, casi un niño, vino a buscarlo. Lo llevó hasta el harén donde debería permanecer hasta que fuera llamado de nuevo, pasando por innumerables pasillos con suelos de mármol blanco vetado en rojo y negro, con paredes adornadas con paneles de madera negra y roja, con elaborados dibujos grabados en oro y plata. Todos tenían amplios ventanales abiertos con cortinas que ondeaban a causa de la brisa refrescante que traía el aroma de los jardines que rodeaban el palacio. En el harén conoció a otros esclavos que, como el, pertenecían al gobernador. Los había de todos los lugares, desde los fuertes guerreros cobrizados de Iandul, con sus pieles oscuras y mirada salvaje, hasta los dóciles muchachos que provenían de Farndar, con sus delicadas extremidades, el pelo rojizo y la piel salpicada de graciosas pecas.

Algunos lo recibieron con amabilidad, otros con evidente hostilidad pues veían en su belleza e instrucción (todos sabían que provenía del templo Sharí) una evidente amenaza para su posición de favoritos en el harén.

Su actitud amable y amistosa atrajo a casi todos como las moscas a la miel, y empezaron a hablar y a hacerle preguntas sobre el templo de Sharí, pues era un lugar del que se contaban muchas historias, pero todo lo que pasaba tras sus puertas era un verdadero enigma del que sólo las sacerdotisas, sirvientes y novicios sabían en realidad.

Kyungsoo se limitó a contar aquellas cosas que sí podía. No habló de los ritos iniciáticos, ni de los entrenamientos con esclavos, ni de los aceites y pociones que fabricaban y que ayudaban a los hombres a alcanzar el placer.

Sin darse cuenta, llegó la hora de la comida, y los eunucos llegaron trayendo enormes bandejas llenas de manjares deliciosos. Kyungsoo comió con frugalidad, tal y como le habían enseñado en el templo, pues un hombre que comía con avidez no era nada delicado. Después, el ama del harén lo llamó y lo llevó para prepararlo para la noche que se avecinaba.

Aquella noche perdería la virginidad a manos de su dueño, el gobernador, un hombre que con solo sus manos ya lo había llevado a cimas inalcanzables. Se estremecía de pasión al pensar en qué sería capaz de hacer con aquella enorme polla que había tenido en la boca, enterrada profundamente en el.

Lo bañaron y perfumaron de nuevo, untándolo con aceites. Después, uno de los esclavos que lo atendía empezó a chuparle los pezones con fruición hasta que los puso duros como guijarros. La respiración de Kyungsoo se aceleró y el líquido preseminal corrió por sus muslos, empapándolo. Cuando estuvo preparado, el ama ordenó al esclavo que se apartará con un gesto de la mano y le colocó en los pezones enhiestos unas pinzas doradas, unidas por una cadena. Del centro de la misma caía otra que se arremolinó a sus pies, y el ama procedió a pasarlo entre sus piernas, rozándole los testículos, y entre las nalgas, hasta cerrarla con un clic en la torques que le rodeaba el cuello.

    ––No debes quitártelo ––la informó–– hasta que su excelencia te lo ordene.

Kyungsoo asintió con la cabeza, obediente, y cuando el ama le indicó que la siguiera de vuelta al harén, donde esperaría la llamada del gobernador, la siguió. Caminó por los mismos pasillos por los que ahora entraba la tenue luz del atardecer. Ya se habían empezado a encender las antorchas que iluminarían el palacio durante toda la noche.

Con cada paso que daba, la cadena rozaba su sexo y su ano, y tiraba levemente de las pinzas que le aprisionaban los pezones, provocando en ella una excitación constante que se convertía en un río de jugos que emanaban de su pene.

    ––Recuerda que no debes correrte. Solo su excelencia puede darte permiso para hacerlo––. La voz del ama parecía llegar de muy lejos y Kyungsoo tuvo que hacer un esfuerzo para atender sus palabras––. En el harén estáis vigilados, y su excelencia siempre se entera cuando uno de vosotros rompe esta norma. Si lo haces, serás castigado con severidad.

El esclavo Kyungsoo || KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora