IV. DIFERENCIAS

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-¡Brie!- escuche la voz de Samuel trayéndome de vuelta al mundo mágico, me di la vuelta y vi sus preciosos ojos escarlata y su cabello igual de oscuro al mío acercarse, su rostro era tan serio como de costumbre y traía sus libros de encantamiento entre sus manos, al instante me di cuenta que Sarah venía tras el, con su lindo y perfecto rostro, su cabello rubio ondulado y su nariz pequeña y respingada, ambos venían hacia mi después de su clase, yo por mi lado no tenía ganas de hablar de lo que pasó, no podía explicarlo porque ni yo misma lo entendía.

Camine hacia ellos y abrace a Sarah, Samuel paso sus pesadas manos por mi cabello y lo sacudió un poco haciendo que me despeinada.

-¿Vamos por algo de comer?- dijo Sarah en un tono alegre.

-Pero que sea ligero, debo enviar una lechuza ahora a casa, necesitaré materiales nuevos para pociones-

-Eres muy rigurosa con tus materiales de pociones ¿Cómo es posible que ahora necesites más?-

-Cualquiera puede cometer errores Samu, ni yo me escapo de ellos- le dije, tratando de evadir el tema.

-Bien Brie- me dice Sarah -será un postrecito-

Sonreí. Caminamos hasta el gran salón, había unos cuantos estudiantes repartidos como de costumbre, algunos comiendo, otros estudiando, otros jugando ajedrez, íbamos hablando sobre nuestras diferentes opcionales y como Samu se arrepentía de haber escogido adivinación.

-¿Qué esperabas Samu? Es un arte muy impreciso, se debe nacer con un talento para la adivinación, sino será todo un infierno- le reprochaba Sarah.

-La escogió solo porque yo dije que no podía con esa materia, eso le pasa por ser tan competitivo- dije mientras me llevaba a la boca la cereza de mi pastelillo y la mordia, el jugo y su dulce sabor me exploto en la boca, era delicioso.

-Claro que no Cristine, cierra el pico-

-No me llames así Samu, sabes que me desagrada-

Alguien se acercó a nuestro lado de la mesa, no era amigo nuestro en lo más mínimo, Adrien Dyx.

-Hola Sarah-

-Ah, hola Adrien-

Era de último año igual que nosotros, estaba en el equipo de Quiddich de Griffindor igual que León, era un golpeador, el más débil a decir verdad.

Se había acercado a Sarah como hacían casi todos, ella era demasiado hermosa como para ignorarla, sin mencionar que a diferencia de nosotros que vivíamos esperando lo peor de los demás y siempre estábamos a la defensiva, ella se mantenía sumamente encantadora y muy amigable la mayor parte del tiempo, poseía un encanto sumamente atractivo y fuerte que ejercía con facilidad sobre casi cualquier hombre, las chicas la odiaban por tener tanta atención, pero Samu y yo siempre estábamos cerca para defenderla.

-Mañana será el partido contra Ravenclaw, me preguntaba si... ¿te gustaría venir a verme? ¡A vernos! Venir a vernos...-

Samu y yo no pudimos contener una carcajada, a lo que el chico muy molesto se dirijo a nosotros.

-¿¡Que es lo que les divierte!?-

-Tu Dyx- le dije, mordiendome los labios para no reír más.

-Eres patético Dyx, deberías agarrar tus pelotas de Quiddich y largarte de aquí- espetó Samu, conteniendo la risa

-¿Por qué no me obligas, Smith?-

-No es necesario pelear chicos, te agradezco la invitación Adrien pero mi clase de pociones es mañana y no puedo faltar, igual sabes que cuentas con mi apoyo y espero que ganen-

El orgullo de una Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora