Las luces del bar se encendieron y la música se detuvo, era la hora del cierre. Carla giró su cabeza para buscar a su amiga Fernanda cuando escuchó que Antonio le dijo: "¿Buscas a tu amiga? Ella está allá, está platicando con mi amigo cerca de la barra. Se ve que también ellos dos se la están pasando bien, mira sus sonrisas".
Carla se dirigió al lugar donde su amiga se encontraba, Antonio caminó junto a ella. Fernanda platicaba con un hombre rubio cerca de la puerta de entrada del bar. Al acercarse validó que efectivamente, la expresión de Fernanda era de felicidad, ella y su acompañante masculino se la estaban pasando bien, ambos platicaban y reían. Tanto era su interés que ni siquiera se percataron de la llegada de Fernanda y Antonio. Cuando se juntaron las dos parejas, Antonio inició la conversación dirigiéndose a Fernanda: "Hola. Me llamo Antonio, soy amigo de Alfred. Yo soy quien invitó a bailar a tu amiga Carla recién llegaron al bar", "Hola, mucho gusto, mi nombre es Fernanda, hablas muy bien español, diría que eres latino o ¿me equivoco?", "¡Le atinaste! Al igual que tú y Carla, soy mexicano, nací en la ciudad de México pero por el trabajo me mandaron de México para acá hace dos años. La empresa en la que estoy es alemana y conocí a Alfred en la planta automotriz donde trabajo. Ahora somos muy buenos amigos. Él es el único que no tiene la suerte de haber nacido en tierra azteca, él es alemán". Antonio terminó la frase y sonrió mientras daba una suave palmada en el hombro a su amigo Alfred. Al ver esa sonrisa blanca y radiante Carla sintió que un rápido cosquilleo invadía su estómago y un flujo de adrenalina circulaba a lo largo de su cuerpo.
Alfred, al escuchar su nombre, entró en la plática y respondió en inglés: "No hablo español, estudié un poco en la escuela y entiendo algunas frases, no se les vaya ocurrir hablar mal de mí ¡eh!". Tanto Carla como Fernanda y Antonio se rieron del comentario de Alfred. En ese momento, un mesero del bar llegó para decirles que debían salir del lugar porque era hora de cerrar el establecimiento. Cada uno tomó sus pertenencias y salieron del bar. Una vez a fuera, Antonio propuso a Carla y Fernanda llevarlas al hotel donde estaban hospedadas, ambas aceptaron pues preferían caminar acompañadas. Los cuatro iniciaron la caminata.
El hotel no estaba lejos, solamente diez minutos duró el trayecto y este tiempo fue suficiente para intercambiar -sin el ruido del ambiente que limitara la conversación- información complementaria para seguir en contacto con Carla y Fernanda. La caminata nocturna les permitió saber, a Antonio y a Alfred, que Carla y Fernanda estarían viajando en Europa casi tres semanas, que su primer destino fue París en donde estuvieron cinco días y de ahí se movieron a Múnich pues lo consideraban un lugar estratégico para trasladarse a los siguientes destinos que querían visitar: Salzburgo, Venecia, Viena y Praga.
El recorrido hacia el hotel estaba a punto de terminar. Esta vez Alfred tomó la iniciativa y les propuso -a Fernanda y a Carla- ser su guía de turista para conocer los alrededores de Múnich. Con la emoción del momento y el interés que ellos mostraban por ellas ¡aceptaron animadas! Alfred quedó de verse con ellas en unas horas, se verían a las once de la mañana de ese mismo día en la recepción del hotel. Los cuatro se despidieron y Antonio le dijo a Carla: "Nos vemos en un rato, intenta descansar. Me encantó poder encontrarte y me gustó estar contigo. Ojalá pueda conocerte un poco más ahora que estás en Europa". Ambos se dieron un beso doble, uno en cada mejilla y se alejaron.
Cuando Carla volteó para decirle a Fernanda que ya se podían subir al cuarto se sorprendió de la romántica escena entre su amiga y Alfred, riendo les dijo: "¡Vaya que ustedes quieren aprovechar el tiempo!". Fernanda y Alfred terminaron de besarse. Alfred abrazó a Fernanda, le dio otro dulce beso, esta vez en la mejilla y le respondió a Carla: "Después de saber que solo estarán dos semanas y media en Europa necesito expresarle a Fernanda lo mucho que me impactó su persona y el interés que tengo por estar a su lado", "Bueno, en unas horas tendrán más tiempo de conocerse, ya es hora de que los cuatro descansemos un poco. Hasta al rato, váyanse con cuidado".
Mientras Carla estaba sentada en el sillón de su sala, desempolvó de su memoria varios románticos recuerdos sobre el encuentro en Múnich de las dos parejas, ella y Antonio, Fernanda y Alfred. Aunque ya habían pasado once años de ese viaje a Europa, recordar las sensaciones que Antonio le hizo sentir y visualizar en su mente su blanca y radiante sonrisa la hizo suspirar y estremecerse. Así que decidió recordar la última vez que se vieron, de eso ya tenía cinco años, había sido en Múnich, en la boda de Alfred y Fernanda.
En esa época ella acababa de terminar su segundo tratamiento de fertilidad sin éxito y, Juan se la pasaba en un estado constante de enojo con el matrimonio y la imposibilidad de poder ser padre. La tensión que había entre ellos era mucha así que él no quiso ir a la boda de la amiga de su esposa en Alemania. Carla compró su boleto de avión y se fue veinte días antes de la boda para ayudar a su amiga con la organización del evento. La posibilidad de tener tiempo para estar lejos de su esposo, de sus papás y de sus suegros la hacía feliz, era mucha la carga emocional que tenía en esos días y le ilusionaba saber que cambiaría de ambiente.
En los veinte días que estuvo en Múnich, Antonio y ella se vieron en cinco ocasiones, en ninguna estuvieron solos, siempre había gente a su alrededor. De todos esos encuentros el de la boda fue el que recordaba con mucha emoción, había sido un momento muy especial por el mensaje que Antonio le dio. Su amiga Fernanda los había sentado en la misma mesa y, a pesar de los constantes nervios internos de Carla, la plática entre ellos había sido muy amena y agradable. Cuando empezó el baile Antonio se ausentó brevemente de la mesa y antes de retirarse le dijo a Carla: "Disculpa que te voy a dejar un momento sola, tengo que hacer algo muy importante". Tan pronto como Antonio regresó a la mesa, la siguiente canción empezó a sonar. Antonio le propuso bailar a Carla. Ella tenía la impresión de que esa melodía había sido seleccionada por Antonio.
—Aquí la canción que bailaron Carla y Antonio en la boda de Fernanda y Alfred—
https://youtu.be/9Hf1t_BXGfk?t=2
Carla recordó las sensaciones que invadieron su cuerpo mientras estaba en los brazos de Antonio. La forma como el baile y la música la estremecieron. Ese recuerdo le hizo evocar la primera canción que bailó con él y esa vez también sintió que con Antonio volaba. Carla estaba pensando sobre la forma como su acompañante bailaba cuando decidió decir en voz baja lo que Antonio le dijo aquel día al oído: "Carla, yo quería estar contigo. Después de visitarte en México, tramité mi transferencia porque deseaba iniciar una relación a tu lado pero cuando supe que te ibas a casar con Juan la cancelé y me quedé en Alemania".
Continuará...
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Yo quería estar contigo
RomanceDespués de un periodo en donde las diferencias de pareja eran frecuentes y las rupturas constantes, Carla decide viajar por Europa. Durante su estancia en Alemania, conoce a Antonio, un joven ingeniero que realizaba sus prácticas profesionales en un...