v a l e n t i n a.
Dicho y hecho, la Javiera había llegado a las ocho en punto, pero como yo soy la persona más impuntual de la tierra la hice esperar hasta las ocho y cuarto afuera de mi casa.
Bajé las escaleras y estaba mi mamá haciendo desayuno.
—Buenas noches—dijo mi mamá con un notorio sarcasmo. Andaba simpática hoy día.
—Hola—le respondí.
—¿Vas a tomar desayuno?—me preguntó dejando un sartén con huevos revueltos en la mesa.
—¡Apúrate po' Valentina, estoy cagá de frío!—se escuchó gritar a la javiera desde mi patio. estoy segura que despertó a medio pasaje con el grito que se mandó.
—¿Está la Javiera afuera?—mi mamá me preguntó caminando hacia la ventana para ver si era ella la persona que había gritado.
—oh—me reí—se me había olvidado que estaba afuera—agarré la colación que estaba en el mesón de la cocina y la guardé en mi mochila—chao mamá, te amo.
—oye—mi mamá me siguió—¿y el desayuno?—no la pesqué y abrí la puerta para salir de la casa—te amo, que te vaya bien en el colegio—me gritó y luego cerró la puerta.
No voy a mentir, igual tenía miedo de hacer la cimarra, la última vez que la hice mi mamá me cachó y me fue a buscar al lugar en donde estaba, más encima en esos momentos estaba pololeando con un ex compañero. Me dejó en vergüenza delante de todos, de pura cagá no me sacó la chucha en frente de los amigos del David, pero filo, "la vida se vive una vez no más" me decía la Javiera cada que se mandaba una cagada, así que voy a vivir la vida no más.
—Por fin saliste—me dijo la Javiera enganchando nuestro brazos.
—Hola Javiera, yo dormí súper bien, ¿y tú?—le di una sonrisa sarcástica y comenzamos a caminar. La weona no pescó lo que le dije y me miró súper entusiasmada.—¿qué pasa?—le pregunté.
—Adivina quién me habló—me dijo y sonrió de oreja a oreja.
—¿El Julito?—la miré picarona.
—¡Ay! weona no—el Julio era compañero nuestro, estaba detrás de la Javi como desde tercero básico, a la Javiera le caía mal porque decía que era súper hincha weas y la verdad es que si era un poco hincha weas y pasado pa' la punta, pero era simpático, me caía diez de diez el cabro.—me habló el Gabo—abrí mi boca sorprendida y la tapé con mi mano derecha.
La Javiera estaba enganchada del Gabo desde principios de año, pero para ella era solo un amor platónico porque él tenía polola.
—Pucha, pobre Julito—le dije haciendo un puchero.
—Déjate de hablar del Julio, oh—me soltó el brazo y paramos en una plaza súper cerca de nuestras casas.
—Weona—dije llamando la atención de la Javiera—no podemos quedarnos aquí.
—No, no nos vamos a quedar aquí—me dio un pequeño golpe en el brazo.
—¿Y qué hacemos aquí entonces?—le pregunté confundida.
—Esperando al Nacho y al Pipe—me dijo como si nada esta sin vergüenza. Prefería mil veces ir al colegio y estar más sola que un deo' que pasar todo el día con el weón del Felipe, de verdad que no lo soporto.
—No, yo me voy—dije dando media vuelta para irme al colegio.
-Ya po' Vale—la Javiera me agarró del brazo—si la vamos a pasar bien, además si te devolví pa'l colegio tu mamá te va a cachar—me sonrío mostrando los dientes. Con amigas así pa' qué quiero enemigas. rodé los ojos y me solté suavemente de su agarre.
—Ya—le dije mirando pa' otro lado con la media cara de poto—me quedo, pero me debí una grande javiera porque yo no voy a aguantar al sacowea del felipe todo un día gratis.—la miré a los ojos.
La verdad es que acepté quedarme porque temía por mi vida, no estaba dispuesta a que me castigaran y no me dejaran salir a carretiar, no quería perder mi reputación de pelada profesional.
—Cambia la cara—me pegó un wate la Javiera y como buena amiga se lo devolví más fuerte.—¡ay! weona bruta—se sobó la cabeza mientras yo me reía—ahí vienen los chiquillos—Apuntó con el dedo índice por el lugar donde venían el Nacho y el Felipe.
Puta oh, igual podía irme al colegio, no creía que tuviera tan mala suerte y que justo cuando esté pasando por afuera de mi casa mi mamá saliera. Igual decidí no correr ese riesgo y me quedé ahí.
—Hola—dijo el Nacho saludándonos con un beso en la mejilla.
—Hola Javi—el Felipe saludó a la Javiera con un beso en la mejilla y a mi ni me miró el weón, ¿qué wea se creía? hili jivi, ¡aweonao!. Y después me preguntaban por qué me caía mal. Me quede ahí parada no más, ni cagando lo iba a saludar yo, mi mami me enseñó que el que llegaba saludaba.—Y tú—miré al Felipe con el ceño fruncido—¿no saludai?—me preguntó con una pequeña sonrisa.
—No—le dije sin ningún tipo de expresión facial.
