Celebración

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"La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar el odio, sólo el amor puede hacer eso." ― Martin Luther King Jr., A Testament of Hope: The Essential Writings and Speeches


Dicen que el amor es como una flor.

Primero una pequeña semilla, una pequeña charla, una mirada, un encuentro accidental que cae en tierra fértil, en un momento y lugar apropiado. Conforme pasa el tiempo, con cuidados y riego, con encuentros y conversaciones casuales, empieza a crecer un pequeño tallo. Este tallo se alza entre la tierra buscando el sol, buscando la compañía del otro, buscando ver más allá de lo que los demás ven, conocerse, tenerse confianza para poder ser ellos mismos. Y luego aparece el brote, a veces inesperado, a veces increíble, pero nunca de la nada. Un pequeño capullo donde la flor aguarda embelleciéndose pétalo por pétalo, esperando por el momento apropiado, esperando liberar todos los sentimientos que lleva en su interior, esperando ser escuchados, aceptados y correspondidos.

Y luego florece, expande con libertad sus bellos pétalos, dejando que aprecien su belleza, expresando sus deseos en palabras para ser escuchadas, expresando los sentimientos que se han embellecido con el tiempo y ahora son amor.

Todo bien hasta allí ¿no?

Pero ¿Qué pasa luego de que florece?

¿Qué les pasa a las flores una vez que aparecen en este mundo?

La respuesta es sencilla y como sucede a veces tan real como la analogía.

La flor se marchita.

Uno a uno sus pétalos caen y toda su belleza se transforma en un lamento, en un réquiem, de algo que fue y no volverá porque la flor que viene, aquella que se prepara nunca será la misma.

Parecida tal vez, pero jamás igual.

Puede que sea más grande, o pequeña, puede que sea más bella o sencilla, puede que dure más, puede que dure menos, pero de algo estaba completamente seguro.

Nunca dura para siempre.

Las flores no duran para siempre.

Las flores se marchitan y desaparecen de este mundo.

Las flores son frágiles y delicadas.

¿De verdad se puede comparar al amor con una flor?

Imposible.

Su amor no es una flor.

Su amor es fuerte, pasional, entregado, extremo. Es un amor que entrega todo, que se sacrifica, que cuida y protege, que construye y edifica. Pero también que es capaz de tomarlo todo, de robarlo, de sacrificar a otros, de mentir y destruir.

Su amor puede matar de ser necesario.

Su amor puede arrasar con el mundo entero.

Y no sentiría culpa por ello.

Porque ese es su amor.

Su amor no es una flor que se marchita.

Su amor es una flor inmarcesible, hecha de hielo y fuego, de locura y pasión, de palabras y acciones, de muerte y vida.

Y si hoy era el día que tendría que dejar este mundo, se encargaría de que el mundo se destruya primero.

Sonrió en medio de la oscuridad de su celda.

Y Shoto vendría con él.



Las luces se encendieron de un de repente y se preguntó si lo ejecutarían hoy o no.

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora