Capítulo uno

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Suena el timbre, despierta el instituto. En un abrir y cerrar de ojos las aulas están vacías. La conserje abre la puerta, y ala, ya está formada la avalancha.

Los de primero son empujados como cucarachas que estorban, por chicos un año mayores que se creen dueños del instituto.

Las chicas más espabiladas, dan sus números a sus próximas víctimas de la semana.

Ahí al fondo, una pareja le falta hacerlo en medio de todo el mundo para demostrar "su amor", mientras otros lo critican. Luego están los marginados, esos personajes que no tienen vida a partir de un libro, y en el otro extremo, los barbie/ken que lo único que tienen son sujetadores con relleno, tableta, gafas de sol de marca y mucha, mucha gilipollez.

Por ultimo, los que ya no están en la avalancha, no duran seis horas sin colocarse o ser expulsados, esos jóvenes de risa fácil y poca cabeza.

Creo que ahí he resumido todos, o la mayoría de los tipos de chavales de mi instituto, bueno, pues están ellos, y luego, estamos gente que no pertenecemos a nada, que nos mantenemos al margen, chicas normales y corrientes, como nosotras, las cuales nos apartamos de la avalancha, o nos mezclamos de lleno. Es un grupo un poco difícil de entender, creo que cada una de nosotras puede meterse en un grupo de los anteriores, y creedme, ninguno me resulta simpático. Sin embargo, las quiero, mucho, son mis niñas, mis ladies, no las cambiaría por nada, de hecho no cambiaría mi vida, es demasia...

-¡Sandra! ¿Qué pasa?-

No esperaba a nadie, así que intenté disimular mi asombro. -Nada Rocio, que os quiero mucho-

-Ya sí, a saber en lo que o en quién estabas pensando tú, ¡qué no me tienes informada!- Me mira haciéndose la ofendida, pero no sabe mentir, mi pequeña Rocio, la más inocente, siempre queriendo aprender de la vida a través de nosotras.

Nos reímos, y me abraza.

-¿Vienes esta tarde a lo de Nerea? Kike y Dani ya se han apuntado-

-Mientras no vaya Carlos... -y en ese momento estallamos en risas, me parece increíble que ahora me ría de lo que tantísimo dolió en el pasado-

-Déjate, Carlos está perfectamente donde está, hagamos un trato: dejemonos de enamorarnos de capullos, para empezar a serlo nosotras-

Miro sus ojos, está realmente creyéndoselo, y me parece irónico: nunca se ha enamorado, nunca ha tenido novio, y sueña con su príncipe perfecto todos los días. Pero sé que lo hace por levantarme la moral con Carlos, no me queda otra que decir: trato hecho, y... nos vemos en lo de Nerea, llevaré alcohol si queda algo por casa, ¿vale, cielo? ¡hasta la noche!- y en ese momento cogí, y me largué.

Yo tampoco te quieroWhere stories live. Discover now