Capítulo tres

224 9 0
                                    

Sábado, 10:23a.m. suena el móvil. ¿Quién coño es ahora? una no puede ni dormir un sábado.

- Hola nena

- ¿Quién eres? - digo medio dormida todavía, y sin ganas de estar con jueguecitos

- Carlos, ¿ya te has olvidado de mi? ¿en serio no tenias guardado mi numero?

Me levanto de golpe, peor que cuando mi padre me salpica agua cuando me negaba a dejar de dormir. Ahora que lo pienso, qué buen despertador: llamada de tu ex, aunque claro, bueno para despertarte, por lo demás...

- Mmm ¿hola? ¿Sandra, estás ahí?

- Sí sí, claro. Perdona, estaba dormida, y tu teléfono lo borré para no hacer tonterías.

- ¿Tonterias?

- Llamarte, intentar arreglarlo, hacer la tonta, tú ya me entiendes

Finjo normalidad, pero el caso es que sé que no sé mentir, y hasta por teléfono, sin verme la cara, se nota que estoy nerviosa

- Sandra cariño, vamos a estar bien anda. Solo te llamaba para comprobar que no te importaba que fuera a carnavales con vosotros, no quiero que no vayas por mi culpa

- No te preocupes por mi, claro que voy. La que no va es Sara, deberías haberle llamado a ella.

- Ella me da igual, por eso te he llamado a ti. A parte, creo que tenemos que hablar, no podemos estar así.

Me desconcierta, su voz parece rota, como si verdaderamente estuviera arrepentido, pero he de lograr parecer dura, aunque me mate.

- No creo que haya nada que hablar Carlos, y carnavales no es el momento ni el lugar.

- No quiero estar mal contigo

- Yo tampoco

- El sábado te recojo en tu casa a las diez y bajamos a la carpa, ¿vale?

- Vale, ven con Sonia, luego nos encontraremos con los demás. Hasta el sábado Carlos.

- Hasta el sábado cielo, te quiero.

- No mientas

- No miento, y sé que tú sientes lo mismo

Ala, nudo en la garganta. Odio a este hombre, siempre ha sabido como hablarme. No sé si serán sus años de más en experiencia sobre mi, pero me hace sentir una cría, lastima que esta cría lleve tanto odio dentro.

- Sí, te quiero, pero no siento lo mismo, porque tú nunca lo has hecho. Puede que siga comiendome la cabeza por ti día y noche, pero no voy a volver a caer para que hagas de mi lo mismo. Me niego Carlos, tú sigue con tu universidad, tus fiestas y tu buena vida. Yo estoy mal, pero deja de hacer que te importa, tú tampoco sabes mentir. Hasta el sábado a las diez- Y en ese momento cuelgo.

El móvil suena de nuevo, hasta cuatro veces más, pero no, no contesto, las lágrimas han empezado a recorrer mis mejillas. A veces las palabras duelen más que cuchillos, y las que acabo de decir me han atravesado. No puedo oírle más, no puedo caer en sus mentiras de nuevo. Sé que son mentiras, y me hará mejor no oírlas. Prefiero que duela ahora, pero así sanará antes. La cicatriz que deja una herida es mucho peor si no la curas desde un principio.

Yo tampoco te quieroWhere stories live. Discover now