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La cafetería que frecuentábamos mis amigos y yo estaba inusualmente vacía. Mary's café no era solo nuestro lugar favorito para zampar dulces, batidos y helados, sino también el de muchos clientes, por ello me extrañaba demasiado que las mesas no estuvieran a rebosar de gente. Steven, Sun, Jayden, Camila y yo estábamos sentados en nuestra mesa de siempre. La redonda más grande del lugar, al lado del ventanal. En aquel lugar nos consideraban casi como clientes VIP. Los chicos y Sun estaban discutiendo nuevamente acerca de qué equipo de baloncesto era el mejor y cuál de todos iba a ganar no sé qué cosa. Yo por supuesto no participaba en la conversación por dos simples razones: primero, no me interesa el baloncesto, y segundo, ¿a quién le importa? Rebeca, por su parte, permanecía pendiente a su teléfono móvil como si esperara recibir un mensaje importante, lo cual despertó cierta curiosidad en mí. Ninguno de ellos me estaba prestando la atención suficiente que requería para poder sentirme bien conmigo misma, así que decidí indagar en los asuntos de una de mis amigas.

—Rebe, ¿qué haces? —Le pregunto causando que por fin, después de diez minutos, me mirase, aunque solo fuera por tres segundos, antes de volver a observar ese maldito aparato electrónico.

—Solo estoy en una página mirando ropa. Voy a necesitar para este invierno —Se limita a responder. La rapidez con la que soltó aquella respuesta me hizo sospechar que se la tenía preparada por si alguien preguntaba.

—¿Cuál?

—Eh... Aoi.

—Es la primera vez que escucho de esa marca —Levanto ambas cejas, escéptica.

Rebeca aparta la mirada para finalmente posarla en mí. Seguro que no contaba con que yo sería una pesada bastante insistente.

—Es nueva —Se limita a responder.

—¿Y qué tipo de ropa venden?

Rebeca, conociéndome lo suficientemente bien como para saber que no voy a parar de hacerle preguntas hasta hacerla caer en su propia mentira, levanta una de sus perfectas cejas depiladas, dispuesta a inventarse cualquier otra mentira que resulte convincente.

—Ropa vintage. Ya sabes que me encantan las prendas clásicas y únicas.

—Qué bien, ¿puedo ver?

Rebeca espera unos segundos para pensar en otra excusa, pero yo ya me he cansado de jugar a creer lo que dice así que simplemente la voy a desenmascarar.

—Venga ya. Llevas quince minutos mirando la pantalla embobada con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Y pretendes que crea que es la ropa vintage la que te pone de tan buen humor?

—Soy una gran fan.

Decido darme por vencida porque tampoco es mi intención molestarla con algo que claramente no quiere confesar. Simplemente voy a esperar a que sea ella quien me lo cuente.

Después de terminarme mi batido de fresa con nata, observo con atención mi alrededor. Todo está aparentemente tranquilo y normal, como siempre. En esta cafetería no es usual que ocurran disturbios y peleas, por lo que es un buen lugar de confianza para venir a pasar el rato un viernes por la noche sin ser interrumpido por algún borracho. El buen rollo se respira en el aire. Tal vez sea por la música cursi que suena en el ambiente, o los colores claros y pasteles que inundan en las mesas y sillas, o las decenas de instrumentos diferentes que cuelgan de las paredes, o la gran barra llena de garabatos muy monos, o los camareros con sonrisas tan agradables y voces tan malditamente dulces que te dan ganas de darte un buen pinchazo de insulina. En definitiva, todo el mundo adora Mary's café. Yo no soy la excepción. Pero hoy hay algo fuera de lo normal.

Querido admirador secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora