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La fuerte luz que entraba por la ventana consigió despertarme, me senté en el borde de mi cama y sonreí al recordar lo que pasó ayer, era raro pero lo disfruté, sé que no debería, que es peligroso pero era inevitable. Hoy me sentía feliz y con energía, bajé las escaleras para ir a darle los buenos días a mis padres pero la felicidad es como una montaña rusa, llega un punto en el que tienes que bajar y aveces es con tanta velocidad que ni te das cuenta y así pasó conmigo esa mañana, se esfumó en tan solo segundos; Mi madre se encontraba sentada en el sofá con la cabeza bajada y podía oír como lloraba, mi padre me miraba con furia y mi hermana jugaba con sus dedos de manera incómoda y pude oír como susurro un "lo siento".
- ¡Se puede saber que has echo! - Me gritó mi padre - ¡Cómo te atreves a hablarle!
Miré a mi hermana con enfado y ella aparto la vista rápidamente.
- Tenía miedo de que me atacara. - respondí segura de mi misma.
- Oh claro... ¡¿y ayer por la noche támbien te estaba atacando?! ¡Clara nos lo a contado todo, te vió entrar junto a él!
Me empezé a estresar y sentía que en cualquier momento iba a explotar. Mi padre me seguía gritando y yo trataba de ignorarlo, hasta que simplemente exploté de la rabia.
- ¡Deja de gritarme! ¡Estoy harta de los ángeles! ¡Estoy harta de este pueblo de mierda! ¡Y estoy harta de esta maldita família! - Grité
Al realizar la manera en la que le había hablado a mi padre me altere, nunca le había hablado así. Él me miró sorprendido.
- Te vas con tu tía hasta nuevo aviso. - Dijo él mientras se alejaba.
- ¿Qué? No puedes enviarme con la tía Sasha, no es un lugar seguro.
- Para ti no va a ser ningun problema ya que sueles hacer amistades con ellos.
- No puedes hacerme algo así.
- Me duele hacerte esto Afrodita pero estás poniendo en riesgo a toda la família y no voy a permitir algo así.
- Está bien- respondí, no me apetecia discutir- me voy ahora mismo.
Subí a mi habitación, cerré la puerta de un portazo y me senté en la cama, allí trate de relajarme. Respiré hondo y empezé a llenar una mochila con las cosas necesarias, la casa de mi tía Sasha se encontraba cerca de las montañas, allí era donde los ángeles solían aparecer más por eso yo no pensaba ir, arriesgar mi vida a lo tonto no es uno de mis pasatiempos. Bajé las escaleras con la pequeña mochila y me dirigí a la salida, antes de que pudiera irme mi madre me dió algo de dinero y me susurro "no le digas a tu padre que te lo he dado" yo finjí una sonrisa y salí. Cómo no tenía planeado ir a casa de la tía Sasha fui a la parada del bús para ir hasta una pequeña cabaña que mi padre tenía.

(...)

Puse en el microondas los fideos que había comprado durante el camino y mientras esperaba que se calentaran fui acomodándo el sofá, que sería donde iba a dormir. Al escuchar el "pip" del microondas fui de vuelta hacía la cocina me alteré al ver el microondas abierto y sin los fideos, detrás de mi pude escuchar a alguien masticar me di la vuelta y allí estaba él; Trueno.
- ¿Que haces aquí? - Pregunté.
- Quería verte. - Respondió restandole importancia.
Él se encontraba justo delante de mi, tranquilo mientras se comía mis fideos.
- Oye... no... me hagas daño... pero... nosotros no podemos... vernos. - Dije con miedo.
- ¿Por qué? - Respondió de manera conrtante mientras dejaba los fideos encima de la mesa y me agarraba de la muñeca para acercarme a él.
- Está mal... tú eres... bueno... ya sabes... - Respondí con la respiración entrecortada.
- Te voy a llevar a un sitio. - Dijo ignorandome por completo.
Estaba por responderle pero de repente sentí un fuerte aire golpear mi rostro. Abrí mis ojos y me encontraba en el lago y él estaba junto a mi.
- ¿Que hacemos aquí? ¿Cómo hemos llegado aquí? - Pregunté alterada.
- Shh... haces demasiadas preguntas.
- Lo... lo siento...
- ¿Sueles disculparte por todo?
- ¿Podrías llevarme de vuelta al lugar de antes?
- Me acabas de ignorar. - Dijo él tumbandose en el suelo.
- Tu me ignoras siempre. Quiero saber de ti.
- Hagamos un juego, tu me haces una pregunta y yo te hago una pregunta.
- Está bien. Empiezo yo. - Sabía que esto era una mala idea pero quería saber sobre él. - ¿Me quieres hacer daño?
- De momento no.
- ¿De momento? - Pregunté asustada.
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Mi turno. - Pensó durante unos segundos, luego me miró y dijo - ¿Que sientes cuando estás a mi lado?
- Miedo. - Respondí sinceramente.
- Me gusta.
- ¿Te gusta que la gente te tenga miedo?
- Sí, así es. - Respondió de manera egocéntrica y orgullosa.
- Que ridículo - Respondí.
- ¿Ridículo? Me gusta que la gente me tenga miedo, ¿sabes por qué? Por qué la gente te respeta, nadie es capaz de hacerte daño por que nisiquiera son capaces de acercarse a ti.
- Sigue siendo ridículo, algun día alguien va a superar sus miedos. - hice una pausa - y allí te van a dejar de respetar.
- ¿Crees que alguien es capaz de no tenerme miedo?
- El mundo es muy grande, seguro que hay alguien.
- Pero ese alguien no vas a ser tú. Eso si que es ridículo, bueno, tu en general eres ridícula; tan débil y  vulnerable.
Sus palabras me afectaban muchísimo pero no iba a darle el placer de verme llorar.
- Llévame a la cabaña. - Le ordené.
- No, no me apetece hacerlo.
- Por favor, llévame de vuelta a la cabaña.
- Te he dicho que no.
- Entonces me voy sola. - Dije enfada mientras me levantaba del suelo y empezaba a caminar.
- Está muy lejos, cuando hayas llegado ya será de noche.
No le respondí y seguí caminando de repente sentí como Trueno me agarraba del hombro y me daba la vuelta.
- Está bien, yo te llevaré.
- No, ya no quiero ni necesito tu ayuda. En estos momento solo quiero que te alejes de mi.
- Mírame a los ojos y dime que me quieres lejos de ti y te juro que no te voy a volver a buscarte.

ÁNGEL || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora