Cap 11. Cafetería

2.3K 298 91
                                    

"El castigo de toda mente desordenada es su propio desorden."


Su cabeza daba vueltas dentro de sí, como si se encontrase flotando al estar sentada con aquella joyería frente a sus ojos y con el móvil nuevo al lado. No se atrevía a articular palabra alguna, no con la mirada de Itachi que más que preocupación expresaba ambivalencia. No sabía si era correcto abrirse con él, de contarle su desesperación o de optar guardársela y buscar a alguien más para hacerlo.

Y así terminó, cerrando la boca y disculpándose por la intromisión en el hogar, pidiéndole como favor que no le comentara a Sasuke sobre ello, que probablemente ella se había equivocado y aquello era para otra persona. Debía más que entender, asimilar que su pareja si a mucho recordaría su aniversario... y si así lo hiciera no lo diría.

Se encaminó por las calles pese a que Itachi le sugirió que él la llevaría en el auto, que parecía que se aproximaba una tormenta y no sería seguro para ella andar sola, pero se negó rotundamente al sentirse avergonzada de asimilar el obsequio de oro como pertenencia suya, denominándole un protagonista que bien sabía y no era el que le había regalado semejante cosa.

Comenzaba a sentirse algo ahogada, con el cabello húmedo y su piel erizada bajo el frío de la ventisca helada. No soportó más y se adentró a un café totalmente mojada. Uno de los encargados la vio de mala manera y le ofreció una servilletas para que se limpiara los brazos expuestos y parte de su rostro, y ésta así lo hizo tomando asiento mientras miraba la carta, pidiendo un café en leche y unas galletas de chocolate. Se recostó temblando en su mano derecha y cerró los ojos a la espera de su pedido, pero en lugar de eso sintió el calor abrazador de una chaqueta de lana sobre ella.

Levantó sus orbes verdes y vio el ámbar brillar.

—¿Sasori?

El mencionado sonrió y se sentó frente a ella, llamando a uno de los meseros para pedir un té caliente.

—Veo que te mojaste.

Las mejillas de Sakura ardieron y Sasori rio levemente.

—La ropa Sakura —ella levantó el rostro de golpe por su atrofiada mente y asintió—. ¿Todo en orden?

Sakura se quedó quieta por unos instantes y sintió su pecho comprimirse, sin nisiquiera percatarse que acababan de dejar su pedido en la mesa. Aquellas galletas que tanto le gustaban ya no se le apetecían ni un poco, estallando en cuánto las lágrimas se acumularon en los lagrimales de sus ojos. Sasori respetó el espacio entre ellos y la dejó ser, la dejó llorar y sollozar en silencio, esperando pacientemente a que se calmara.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó con suavidad y ella asintió con la cabeza, porque necesitaba desahogarse, necesitaba pedir ayuda.

Tragó un par de veces antes de hablar y notó el cómo Akasuna le estiraba el vaso de leche caliente y así ella bebió un poco de éste, jugando luego con una de las galletas en sus manos para partirlas en pedacitos pequeños e irlas llevando a la boca, como si fuesen combustible para hablar de todo lo que sucedía a su alrededor.

—Alguien me sigue dejando regalos... y me siento un poco loca al terminar asimilando que todo está en mi cabeza –susurró mordiendo una chispa de chocolate—. Ya no sé qué hacer... Sasuke no me escucha, y aún sigo esperando las cámaras que pedí, pero no sé si las quiero... no sé si quiero enfrentarme a la realidad.

—¿Cuál realidad?

—La de saber si soy yo la loca o si en verdad hay un acosador —respondió con la cabeza gacha—. Porque...¿y si soy yo misma, y si todo está en mi cabeza? No quiero terminar jodida en un psiquiátrico.

Sasori sujetó sus pequeñas manos entre las grandes suyas al verla temblar, atrayendo su atención.

—¿Qué tal si le propones a Sasuke que se muden a otro sitio? —sugirió como un pequeño escape—. Por otro lado también pueden irte a quedar donde una amiga, de lo contrario donde un amigo.

Sakura ideó aquellas dos en su cabeza, pero la primera la descartó inmediatamente por el hecho de que sabía que Sasuke no lo haría, porque no le creería ni una sola palabra. La segunda propuesta... el inconveniente es que ya no tenía amigas, la habían alejado tanto que dudaba alguna de éstas quisiera entablar algo con ella. Y amigos... Naruto, quizá Naruto.

—Sasuke no se tomará bien nada de eso.

Sasori endureció la mirada.

—Es tu salud Sakura, no la de él —comentó y suspiró con resignación al saber que ella no lo haría—. Dile a Sasuke que se vayan de vacaciones a la casa de Itachi, quizá ahí te sientas más segura.

Sakura sintió algo de reconformación en sí misma a causa de las palabras ajenas, porque era cierto, Itachi le transmitía tanta seguridad y confianza que podía hacerlo, además el nivel de celos de Sasuke disminuía con él por ser su hermano mayor y su cuñado. Tan solo debía idear el cómo decírselo sin sonar afanada o desesperada por ello. Pero Naruto le volvía a la mente, con él se sentía más que protegida... porque le gustaba, Naruto le gustaba demasiado.

Y por poco se muerde la lengua hasta tal punto de rajársela. No podía permitir que aquel sentimiento volviera, ella amaba a Sasuke, se arrastraba por él. Quizá hasta moriría por él... pero había una pequeña probabilidad que bien sabía y se estaba haciendo realidad. Se estaba desencantando, su relación se estaba rompiendo.

—Gracias por escucharme Sasori —le sonrió con sumo agradecimiento en medio del olor a té y chocolate—. ¿Podría pedirte un favor Sasori?

Él asintió apartando sus manos con delicadeza para sujetar el vaso del té y llevarse el contenido a sus labios, bebiéndolo.

—¿Podrías hacer una fórmula de medicamentos hipnóticos? —preguntó con esperanza. Necesitaba medicamentos para dormir.

—¿Estás segura de ello?

—Sí.

Sasori ladeó la cabeza y pidió la cuenta.

—Te recetaré los menos potentes, por salud.

Sakura asintió y lo vio sacar el dinero de la billetera, pagando la cuenta completa.

—Te llevo a casa, Sakura —sentenció sonriéndole mientras ella se levantaba del asiento con aún las mejillas ardiendo—. Tienes un poco de fiebre, ¿sabes?

Su pequeño cuerpo se sintió decaer pero él estuvo ahí para sujetarla de las caderas. Sakura se sintió arrastrar hasta el auto en donde Sasori le ayudó a sentarse y le colocó el cinturón de seguridad, comenzaba a sentir que iba a quedarse dormida.

—Tengo frío.

—Tienes fiebre —corrigió encendiendo el motor del auto.

Sakura miraba fijamente por la ventana, pensando en los hipnóticos... hipnóticos que no serían para ella. 

_____________

¿Me extrañaron? Yo sí, y mucho.

Para l@s que no sabían estaba en las montañas, alejada de la tecnología por completo. 

Bueno, ¿qué conclusiones sacan hasta ahora? 

Chicos  los que aún no lo hacen sigánme en mi otra cuenta @Alanice3 que estoy cerca de publicar mi primer prólogo original, y si son tan amantes del suspenso como yo les prometo que no se arrepentirán, un fuerte abrazo y gracias por su apoyo. Nos vemos a los 80 votos.

Broken. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora