Capítulo 3.

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Cuando me quise dar cuenta los dos minutos que me quedaban de libertad habían finalizado y tenía que entrar en esa especie de cubículo con gente extraña. Bueno, extraña. Digamos que de cien personas que habría en aquel lugar, solo conocía a dos. 

Al mismo tiempo que entraba yo, entraban unos cuantos rezagados o vagos, qué por las pintas habían decidido quedarse en su casa a dormir una hora más.

Empecé a mirar el aula detenidamente, cuándo vi que mi mejor amiga, Annabelle, entraba por la puerta.

-¡Annabelle!

-¡Idara!

-No te he visto en la presentación, ¿Qué te ha pasado?

-Se me hizo tarde y ya ves... - Sin querer me salió una pequeña sonrisa, lo que hizo que Annabelle me mirara con cara del tipo: "Cuéntamelo todo".

-A ver si adivino, has conocido a un tío. -"Y que pedazo de tío" Pensé.

-Puede...  -Y miré para otro lado.

-Ese leve giro de cabeza me lo ha dicho todo, cuenta cuenta.

Y le conté todo, cómo se llamaba, el chocolate en ese bar y lo más importante, que era bastante mono.

Al acabar mi gran relato, entraba el profesor por la puerta y los demás rezagados llamaban a la puerta detrás de él para poder entrar, el profesor era un hombre delgaducho, bastante bajito y con poco pelo. En los 60 minutos que duró la clase, apunté todo en mi agenda. Libros que debía comprar. Como se calificaría la asignatura. Los diversos porcentajes en la nota final. De vez en cuando la imagen de Aarón pasó por mi mente, vagamente. 

-Bueno chicos, la clase ha finalizado, mucha suerte en esta nueva etapa que comenzáis. 

Y dio por finalizada la clase con un gesto de manos, recogí mis cosas y me dispuse a salir por la puerta, en dirección a la cafetería. Por fin algo de libertad, aire puro, brisa fresca, com... un gilipollas chocándose conmigo.

-¡Qué haces idiota, mira por dónde vas! -Cuándo se giró y pude ver que era él, Aarón.

-Mira, ya estamos en paz, tu esta mañana me pisaste las zapatillas y yo ahora me choco contigo.

-Muy gracioso.- Le dije en el tono más cortante posible, no sé si lo había dicho, pero se me daba genial estropear momentos.

-Lo sé, me lo dicen bastante, ¿Qué haces tú por aquí?

-Estudio aquí, creo recordar que ya lo sabías, te lo dije esta mañana.

-Ya. -Miré mis botas balanceándome incómoda.

-Bueno, nos vemos.- Soné totalmente borde y sin nada más que decir me dirigí hacia las escaleras que conducían hacia el recreo ante la mirada de Aarón, que juraría que miraba mis partes traseras sin ningún primor. Me dirigí al lugar donde se situaban mis mejores amigas, eran pocas, pero eran de esas que ya no quedaban. A pesar de que ellas habían entrado en otras carreras, habíamos quedado que los primeros meses nos juntaríamos en los descansos entre clase y clase. 

-¡Genevieve! -Y una chica rubia de mi misma edad se lanzó a darme un abrazo.

-Ya me ha contado Annabelle lo del tío eh, ¿Qué? ¿Tenía buen culo?

-¡Tía, Annabelle! ¡Ya te vale! -Y mis otras dos amigas, Violeta y Carlota, hermanas y mellizas tras darme también sus respectivos abrazos, me miraron con cara de: "Nosotras también nos queremos enterar". Y sin más comentarios, les conté todo.

-A ver si me entero, te pone cachonda. - Genevieve, como siempre, tan salida que hasta daba miedo.

-Calla, por dios, so bruta.

-Méh.

-¡Pero que dices de cachonda! ¡Sí sólo lo conozco desde hace unas horas! -Y eché una carcajada nerviosa.

-A mi no me mientes, quieres tirártelo. -Toda esta conversación transcurría mientras Annabelle, Violeta y Carlota nos observaban entretenidamente como en un partido de fútbol y con alguna que otra carcajada.

-Ni sexo ni nada he dicho, ¡Bestia! Solamente os informaba de que conocí un tío bastante agradable a la vista esta mañana con el que desayuné, nada más.– Y solté una carcajada nerviosa, quitándole hierro al asunto.

-Ya veremos, ya. – Dijo Annabelle, dando por finalizada la conversación.

Quizás nada era lo que parecía...Where stories live. Discover now