Capítulo 5.

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Tres meses después en la única habitación disponible en su pequeño apartamento en la capital...

Me distraía mirando al techo cuando pensé que tenía que empezar a replantearme mi vida. ¿Qué había pasado en estos tres largos meses y tres semanas?

Las cosas con mis amigas seguían igual.

Aarón... bueno, en los últimos tres meses había salido con diez tías y había tenido muchos líos con otras tantas. No señores, yo no estaba entre ellas.

Hace tres meses y tres semanas en un largo pasillo de la Universidad...

-¡Eres idiota! ¡No me hables, no me mires! ¡Que yo para ti no existo! ¡¿Me entiendes?! -Grité todo lo que mis pequeños pulmones me permitian hacer en ese momento mientras que todo el pasillo, incluido Aarón se me quedaban mirando.

-¿Idiota? ¿Yo? ¡Pero si te encanto! -Y se me acercó para besarme. Le dí un bofetón y salí de allí corriendo.

-¡Yo nunca besaría a un idiota! ¡Eso tenlo claro! -Y bajé corriendo las escaleras hasta la siguiente clase.

Desde ese momento ni yo ni Aarón nos hemos vuelto a dirigir la palabra.

¿Qué pasó ese día? Aarón llevaba coqueteando conmigo tres semanas desde nuestro encontronazo en la puerta del instituto y yo no era de piedra, por lo que finalmente había decidido seguirle el rollo. Miraditas, mensajitos a las tantas de la madrugada, buenos días cariñosos, alguna que otra sonrisa tonta y algún que otro piropo por los pasillos. Por su parte todo mentira, por lo que me había enterado solo lo hacía para reírse con su amiguito Jean-Piére a mis espaldas. ¿Qué como me había enterado? Escuchando esa mañana al llegar a clase, antes de que esta comenzara, los dos susodichos se regocijaban de sus bromas tan "Divertidas" mientras yo escuchaba como se hacía una pequeña rajita en mi corazón. Habián pasado tres meses desde ese día, pero desde luego pensaba vengarme. Este tiempo había intentado contenerme, pero cada día que pasaba, cada tía que veía colgada de su brazo... Ugh.

Me levanté de la cama dispuesta a comenzar un nuevo día. Me duché, me alisé el pelo y me vestí con unos pantalones de formas geométricas, una camisa lila y unas vans del mismo color que ésta. Lo que acompañé con una chaqueta de pelo. Hacía un frío que helaba las ideas al mas listo. Eso sí ¡Hoy me había propuesto joderle la existencia a ese maldito capullo!

Salí por la puerta corriendo hacia el instituto. Entré en mi clase y me senté en primera fila.

-Itziar -Qué era como se llamaba la profesora de Sistema Judicial Español- ¿Puedo ir al aseo?

-Claro, pero ya que vas tráeme unos cuadernos azules que me he dejado abajo.

-Está bien. -Y salí por la puerta, genial, mi plan saldría de perlas, tenía planeado poner un cubo de pintura rosa encima de la taquilla de Aarón y cuando la abriera... ¡ZAS! Ocho litros de mejunje rosa caerían sobre su cabeza y yo y mis amigas estaremos ahí para grabarlo y difundirlo por todo el campus.

Me dirigí hacia mi taquilla y saque la pintura rosa que hacía tiempo tenía allí, debido a que el curso pasado había decidido darle una nueva imagen a mi taquilla y la sobrante la había guardado allí. La sobrante, que era demasiada. Si, me pasé comprando, pero ahora le daría salida.

Me dispuse a poner el cubo de pintura encima de la taquilla con un gancho que había en el techo para poner cables de un antiguo proyector que hacía ya años había estado allí colocado. Le puse varios hilos fuertes transparentes para que el cubo pudiera moverse justo para que la pintura precipitara sobre su cabeza y los enganché a la manivela de la taquilla. Solo tendría que abrirla y ¡ZAS! Me lamí los labios satisfecha pensando en la venganza. Me dirigí hacía la conserjería a coger los cuadernos azules con una sonrisa de oreja a oreja. Vas a tener tu merecido capullo y sonreí para mis adentros.

Entré en clase como quién no quería la cosa, la siguiente clase se me pasó en un abrir y cerrar de ojos. Aarón salió de su clase disparado hacia su taquilla mientras mis amigas y yo lo seguíamos muy de cerca. Se escuchó un silbido ensordecedor procedente de mi amiga Genevieve lo que hizo que todo el mundo se le quedara mirando. Se apartó y en ese mismo instante fuimos testigos de que mi plan había salido al punto. Aarón estaba empapado de mejunje rosa por todas partes y mis amigas Violeta y Carlota al mismo tiempo que se reían y hacían comentarios del tipo: "No te quejes, pensamos en echarte mierda, pero pensamos que con tu persona tendrías suficiente", grababan y difundían el vídeo a toda la Comunidad Universitaria.

Quizás nada era lo que parecía...Where stories live. Discover now