Capítulo 6.

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Me quedé en silencio, aún masticando y sin poder digerir las palabras que Luca había dicho, pensé que había oído mal, pero no, él había sido muy claro y por su expresión neutral noté que tampoco era una broma.

Contuve el vómito verbal que casi escapa de mi boca porque, después de todo, él era el menos culpable. La única arpía aquí era mi hermana, ahora no me sentía tan mal por haberla empujado y los consejos que Luca me había dado para recomponer la unión familiar me lo pasaba por el culo.

El mismo sentimiento volvió a invadirme, bajé del auto con mis manos apretadas en un puño, respiré con dificultad porque todo el aire de la atmósfera de pronto parecía insuficiente, caminé por el pasillo que me guiaba hasta la entrada de la casa donde se desarrollaba la fiesta sin ser consciente de lo que sucedía a mi alrededor, ignorando y esquivando a cada persona que se interpusiera en mi camino. A pesar de que la música se encontraba a todo volumen cuando entré, no llegó hasta mis oídos porque todo lo que podía oír era un molesto pitido.

No me detuve para buscar ni saludar a nadie, sólo caminé sin tener un rumbo fijo. No parecía yo, tampoco me sentía yo. Nuevamente se hizo presente el sentimiento de que mi cuerpo no me pertenecía, de que alguien más me poseía y tomaba el control de mis acciones.

Abrí la puerta y entré a la primera habitación vacía que encontré. Cerré la puerta y recosté mi espalda en la misma, me tomé un segundo para tomar aire y luego los abrí para inspeccionar el panorama a mi alrededor. Primero fui consciente de que estaba en un dormitorio, luego todos los objetos que me rodeaban fueron apareciendo en mi campo de visión de uno en uno. Ubique una cama perfectamente tendida a unos pocos metros de dónde me encontraba, una mesita pequeña a su lado con una lámpara apagada arriba. Las cortinas estaban cerradas, pero aún así se colaba la luz de la luna por ellas. Había una pequeña biblioteca frente a la cama, minuciosamente ordenada por el color del lomo de los libros, pero una ligera capa de polvo se había instalado en ellos.

Cuando me aseguré de que estaba sola y de que nadie me iba a interrumpir, dejé salir aquél sentimiento que me estaba consumiendo. Tomé la lámpara entre mis manos y la miré hacerse añicos al estamparse contra la pared contraria, los cristales se extendieron casi por toda la habitación.

La odiaba. La odiaba. La odiaba.

¿Por qué tuvo que volver a mi vida? Los recuerdos de cuando todo era más fácil ya casi no dolían, ya casi no extrañaba la versión de familia feliz que me había creído toda mi infancia. Ni siquiera pensaba tanto en papá. Desde que regresó todo era más difícil, mamá evitaba estar en casa, la tensión que se vivía cuando estas dos se juntaban era insoportable, meses intentando que Luca se fije en mi para que ella lo logre en un segundo y encima intenta alejarme de Hades. ¿Para qué? ¿Acaso también le gustaba?

Mi respiración volvió a agitarse, mi pecho subiendo y bajando al mismo ritmo violento mientras caminaba por la habitación deshaciéndome de todo a mi paso. Los libros de la estantería se derrumbaron a mis pies y luego yo caí con ellos.

La quiero muerta. La quiero muerta. La quiero muerta.

Ya había asumido que ambos se habían marchado, mi padre porque murió y ella porque así lo decidió. De hecho, hubo un tiempo donde la odiaba tanto que también estaba muerta para mi.

Era consciente de que los cristales estaban lastimando la piel de mis manos, pero no podía importarme menos. De hecho, percibí cierto placer en el dolor que me hizo enterrarlas con más fuerza hasta que sentí el líquido caliente derramarse por mis muñecas. Cerré mis ojos y llené mis pulmones de oxígeno.

Respira. Respira. Respira.

Abrí mis ojos de golpe cuando escuché la puerta abrirse de golpe. Un par de ojos verdes recorrieron el desastre de la habitación de punta a punta antes de encontrar los míos y observarme con cierta curiosidad.

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⏰ Última actualización: Jul 24, 2022 ⏰

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