Capítulo uno.

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"Quiero tu dolor

para probar por qué te avergüenzas

y sé que no eres sólo lo que me dices

y no soy el único momento que hiciste.

Eres tan súbita y dulce

Desde las piernas, nudillos y rodillas"

Marilyn Manson - Evidence



El hombre se aferró a su abrigo fuertemente mientras el frío trataba de sucumbir su cuerpo. Aún no pasaban las 7 a.m., adelantando su horario laboral a causa de una llamada de un superior.

La puerta de la comisaría lucía tan alejada e imposible al mirarla desde la acera. El mar de gente era impresionante bajo las condiciones que estaban tan presentes que, bajo cualquier razonamiento lógico, ¿quién quisiera estar muriendo de frío fuera de casa sólo para manifestarse o sacar información para un reportaje?

Cruzar el gentío había sido un martirio disfrazando a otro: dentro de la comisaría había algo peor. Todo el personal corría de un lado a otro, llenos de papeles, cargados con cafeína y remarcando más las ojeras que cada uno tenía.

—Agente Cleaver, qué alegría su llegada. El interrogatorio está listo para usted, y con una bella sorpresa que aclarará sus dudas y despejará el sueño que trae, créame que le encantará y le hará recalcar el por qué eligió estudiar lo que ahora es —rio el superior que le hizo abandonar la calidez de su habitación, mientras iba a otro lugar.

La placa que colgaba en el pecho relucía por los años de experiencia, también marcados en su cuerpo y su apariencia, sus más de cuarenta años estaban relucientes, no había quién no conociera al famosísimo James Cleaver, el mejor detective de la ciudad, que ahora avanzaba a pasos nerviosos y a la vez seguros, al interrogatorio.

Entró, sin tocar a la puerta, como si de su casa se tratase, encontrándose con un hermoso espectáculo.

Era una bella mujer en sus años dorados, lo suficientemente joven y lo suficientemente mayor para encantar a cualquier hombre que la mirara. Estaba esposada pulcramente, donde el brillo del metal que la retenía combinaba a la perfección con sus cabellos oscuros. No tenía que examinarla para ver que había hecho algo malo, pues la sangre seca y con olor infernal la delataban, pero tampoco dudó que estaba viendo al pecado hecho a carne y hueso. Y a pesar que estaba rodeada de hombres armados que en cualquier momento podrían tomar acción y jugar sus roles como la ley, no lucía intimidada. Se veía hasta orgullosa, jugando a ella ser la reina, sentada en una horrible silla de metal como si fuera su trono y siempre con una sonrisita y la cabeza en alto.

—Hola, agente, buen día —habló otro agente, Miller, mientras se recargaba contra una esquina de la habitación.

James correspondió con un gesto con la cabeza mientras se deshacía de su abrigo y tomaba asiento enfrente de aquella mujer.

—Hola —habló suavemente, como de costumbre—. Soy el agente James Cleaver, y me encantaría mucho que me ayudaras proporcionando primeramente un poco de información, así nosotros veremos qué podremos hacer en tu beneficio. Iniciemos con tu nombre.

Era una mentira muy desgastada para el agente, a veces resultaba, a veces no. No poseía un pensamiento machista, mucho menos misógino, ya que tenía a dos bellas mujeres en casa que amaba más que a nada, pero esa dulce y fea mentira resultaba muy efectiva para las mujeres.

—Durante los últimos años de mi vida he tenido muchos nombres —pronunció lentamente la dama, haciendo moverse a todos y cada uno de los agentes presentes en el interrogatorio, secretamente encantados—. ¿Cuál le gustaría saber con exactitud?

Cleaver se movió en su asiento, interesado con la respuesta. —El cual más te gustó.

La mujer rio, una suave carcajada adornó la habitación haciendo encogerse a quien la escuchara, sintiendo un ligero cosquilleo y un miedo desconocido.

—Me enamoré de cada uno de mis nombres, todos tuvieron una horrible y bella historia que hace quien soy ahora.

El agente Miller se acercó rápidamente al otro agente, una bolsa llena de identificaciones, tarjetas y notas, de donde Cleaver sacó una credencial escolar.

—Medicina, ¿um? —preguntó el agente James—. Allyn Foster. Acusada de múltiples homicidios, robos desde a pequeñas tiendas hasta bancos, supongo que has de saber lo demás...

—Querido agente, esta historia que quiere escuchar para sacar información es demasiado larga, ¿está seguro que quiere saberla? Una vez empiece, no he de parar hasta llegar al fin.

—Creo que tomaré el riesgo.

La mujer sonrió.

When the devil fell in love for a woman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora