Las nubes son tan bonitas, desde la ventana del salón, intento ver que formas tienen, esa parece el barco de un pirata, de esos con pata de palo y un parche en el ojo. Pero cómo habrá llegado a ser así, de seguro era un joven con sus dos pies, enamorado de una doncella de cabellos rubios como el sol, el padre de su enamorada no lo quería decía que su hija debía desposar a un noble adinerado y él no tenía ni uno, ni lo otro, la guerra fue la única forma que encontró, pero lo dejo en pedazos.
—Señorita Adams— escuche que me llamaban, pero el futuro pirata lloraba viendo que su amada estaba casada con otro— le estoy hablando— un golpe seco me trajo a la realidad, mis mejillas se tornaron rojas como mi cabello, otra vez me distraje en clases.
—Disculpe, profesora no volverá a pasar— era evidente que ya no creía mis excusas, señalando la puerta me dio una notificación para mis padres, detención nuevamente. Desganada tomé mi mochila, le hice una mueca a mi amiga que se reía de mi despiste habitual y salí a paso lento del salón.
Al llegar a secretaría, Hannah me recibió con expresión decepcionada, era la tercera vez en la semana que me sacaban de clases.
—Sabes, no te suspenden porque por más que estés siempre en otro planeta, de alguna forma que aún no logro entender eres la mejor estudiante.
—Misterios de la vida, ¿cuántas horas son está vez?
—Tres, limpiando los baños de chicos, —no pude evitar mirarla horrorizada, mi viernes no podía ir mejor. —Lo siento, Gemma, ordenes de arriba.
El timbre sonó y no pude evitar suspirar derrotada, nadie comprendía que me era inevitable perderme en los confines de mi mente, los disparadores eran múltiples, una mancha de humedad, personas en el ómnibus, flores y todo lo que se cruzará básicamente.
Mi imaginación era mi mejor virtud y peor defecto en simultaneo, mi falta total de atención me había costado varias amistades y bueno... sumado a mi lentitud alguna propuesta romántica que otra, no es que me preocupe realmente esto último, soy la clase de chica que utiliza su fin de semana para leer y comer pizza los sábados, lo romántico aún no entraba en mis planes.
—Amiga, no cambias más y tus padres terminaran matándote si sigues así, sobre todo tu madre— Sky, no podía estar más en lo cierto y es que cuando tu madre es psicóloga, con un complejo de perfeccionista, no puede evitar psicoanalizarte y utilizar técnicas de lo más extrañas para que veas que los extremos son malos, aunque claro todos ellos con un fracaso absoluto, mi despiste seguí allí.
—Ni me lo recuerdes, te conté que llevo todos mis libros a la casa de mis tíos, mis pobres bebés pueden caer a manos de esos monstruos, que debo llamar primos. – Se reía de mí, claro porque no era a ella, estoy segura que si le quitaran su colección de Harry Potter, estaría gritando que esos muggles que tiene como padres eran peores que el señor tenebroso.
—Llamando a tierra a Gemma, repito llamando a tierra, 1, 2, 3.
—Lo siento, sabes que no puedo evitarlo, hablamos después, una zona nuclear debe ser limpiada por estas manos.
Los estereotipos son malos, dicen y cuanta verdad había en ello, al llegar con los productos que tan amable y agradecidamente me dio el conserje, comprobé que el baño estaba más limpió que el de chicas, dos horas habían pasado hasta que un chico rubio irrumpió, sus ojos estaban rojos como si hubiera estado llorando y por su chaqueta podía decir que era de último año.
Me quede estática con esos horribles guantes amarillos y el spray en mi mano, solo esperaba que no fuera un asesino o algo similar y llorara por haber matado a su obsesión que justamente era pelirroja, el mundo real no podía ser tan cruel o sí.
— ¿Qué haces aquí?
—No debería preguntarte yo eso a ti, es el baño de chicos. —Su voz sonaba extraña definitivamente estuvo llorando.
—Tercera detención por imaginar en clases, ya sabes lo normal. — Logré que riera, eso es bueno, nadie debería estar triste. —Oye, ¿te encuentras bien?
Así, fue como me enteré que se llamaba William y que estaba demasiado triste porque su novia termino con él, al parecer diferentes universidades y el amor no son buena combinación, aunque eso no era lo peor.
—Entendés, que estaba en medio de la práctica, hice que apagaran las luces del gimnasio y le pedí a algunos de mis amigos que sostuvieran carteles con la propuesta para el baile, tenía ese tonto ramo de flores en mis manos, debía ser todo perfecto al encenderse las luces, pero no lo fue, me rechazo y termino conmigo delante de todos.
—Yo iría a la fiesta de graduación contigo— me falto agregar que, sumado a mis muchas virtudes, nótese la ironía, soy demasiado impulsiva.
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—Mamá, pero no todo es malo, haré esas cosas de adolescentes normales que tanto dices, iré a una fiesta de graduación y merezco la mitad de mis libros por ello.
—Gemma Adams Thompson, te he dicho miles de veces que debes prestar atención en clases y ni siquiera conoces a ese tal Willfrido.
—Cariño, está haciendo un esfuerzo solo la han sacado cinco veces en dos semanas es un avance, además recuerda lo que hablamos.
Mi padre, era todo lo contrario a mi madre y era a quien más me parecía no solo físicamente, sino que en personalidad.
—Sabes, hija a tu edad vivía en detención y suspendido, la inteligencia la heredaste de tu bella madre. —Eran tan cursis cuando querían. —La solución que encontré fue entrar al periódico escolar y escribir, ¿por qué no lo intentas?
Me quede reflexionando, escribir, nunca me había pasado por la mente ponerme en el lugar de aquellos a quienes tanto admiraba como Edgar Allan Poe o Agatha Christie, pero podría intentarlo, material me sobraba.
Espero les guste esta nueva historia!
Un beso enorme, desde una pequeña parte del mundo.
PriscilaMartinez2014
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Para ti, querida amiga
Teen FictionGemma, es una adolescente de 16 años, cuya imaginación la mantiene en un estado de permanente distracción. En mundos que van desde, un famoso cantante enamorado de ella, hasta su gato, pilotando una avioneta, en medio de la Segunda Guerra Mundial. A...