Jaycen.

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La música retumbaba en aquel antro. El espectáculo de luces coloridas iluminaban con fervor aquel centro nocturno. Cuerpos bailando y saltando sin preocupación alguna, la guerra nunca pasó en la vida de estos individuos; o quizás se estaban recuperando de ella distrayéndose con una noche de baile. Jaycen tomaba de su bebida, veía a todos con rechazo.

“No, debería estar por aquí”, se decía a si mismo constantemente.

El veía a través de los ojos de varias de las personas ahí danzantes, obteniendo el color de sus ojos y un mechón de cabello ajeno. Con el paso del tiempo él había olvidado el color de sus propios ojos. El peso de esta visión avanzada era que por cada visión robada, el veía absolutamente todas las memorias de las personas que él poseía temporalmente, pero tan pronto llegaban tan pronto se iban. “

That girl’s an alien...”, cantaba aquel hombre en la cima del mundo, creyendo que tenía algo que llamar suyo, cuando en realidad la soledad era su corona. Nunca había tenido un sitio al cual llamar hogar, no ha tenido personas a quien puede llamar amigos, y tampoco ha tenido una persona a quien dedicarle su poesía. Jaycen sabía todo esto.

Aquel grupo de chicas plásticas ocultaban un extraño pero fascinante mundo. Cada una tenía su propia historia de cómo llegaron a ese club nocturno y todas tuvieron la casualidad de conocerse. Una de ellas llenaba sus grietas y huecos del corazón con vestidos lujosos y bastantes zapatillas; otra se ponía mucho maquillaje ocultando su ojo negro; otra solamente vivía el furor del momento sin preocupación alguna.

“Típico”, pensó Jaycen.

Al cabo de un rato un grupo de chicos bien parecidos se le acercaron a Jaycen, cada uno más ebrio que el otro.

— Hola hermosa, ¿Estás aquí tu sola? — Preguntó uno de los hombres, siendo respaldado por sus amigos.

— Soy hombre. — Replicó Jaycen, quien ya se había acostumbrado a esta clase de interacciones. Los tipos se fueron del sitio diciendo algo entre dientes, de nuevo, nada que no sorprendiera a Jaycen.

Ese tipo de preguntas le eran indiferentes la mayoría de las veces, aunque esta vez él se planteó la idea de conseguir una pareja,
alguien que pudiera presumir. “No, es mucho esfuerzo. No tengo esa clase de tiempo”, se dijo a si mismo por millonésima vez. Al cabo de un rato de espiar las memorias de los individuos, encontró
lo que buscaba. Su objetivo.

Jaycen se levantó de su silla. Tomó a una que otra compañera de baile en su camino para disimular lo que estaba a punto de hacer.

El tiempo se volvió más lento.
“That girl’s an alien”. Fueron las últimas palabras que escucharía su objetivo luego de ser apuñalado con un suero venenoso.

Jaycen salió de ese sitio, encontrándose cara a cara con gente cansada de disfrutar la noche.

— Oye guapo, ¿Te pintaste el pelo ahí dentro? Tus ojos también se ven raros… — Preguntó una de las mujeres ebrias afuera del establecimiento. Jaycen solamente se alejó de ahí.

Sacó un comunicador de su chaqueta formal. Jaycen era un hombre de lo más parecido.

— Misión completa. El primer ministro ha sido eliminado. Cambio y fuera. Jaycen se retiró a Tiraspol después de cumplir su objetivo. El viaje fue largo y silencioso.

A pesar de que Jaycen prefería un estilo de vida fuera de la vista de los demás, el ser un miembro Kalashnikov le otorgaba acceso a vehículos privados, incluyendo el avión que lo llevaría de regreso a Tiraspol. Jaycen se puso a reflexionar en las memorias que él vio en ese club. Cada que él vivía recuerdos de los demás tenía que meditar para evitar que estas memorias se apoderasen de él.

Al llegar a la base de los Death Troopers, fue recibido por el Comandante Lamarck.

— K-2814, me contaron que tu misión en Turquía fue un éxito. No podría esperar menos de ti. — Comentó Lamarck. — Pero tenemos noticias. Muy importantes.

Jaycen odiaba ese título, pero tenía que soportarlo.
— Muy bien, estoy a sus órdenes, Comandante.

— Marlenne te dará toda la información necesaria. Puede retirarse.

Jaycen caminó sobre la base abandonada, solo se oían sus pisadas y la lluvia de Tiraspol. Los letreros de neón morado iluminaban la base desde afuera, siendo las únicas luces presentes.

Al llegar con Marlenne, algo sucedió dentro de Jaycen, jamás la había visto tan
bella.

— Jaycen, tenemos que hablar. Tengo noticias de Japón, noticias serias. Creo que esto va a importarte… ¿Podrías dejar de verme de esa manera?

Jaycen perdió el conocimiento durante un momento, él solo veía un resplandor cada que veía a Marlenne. — Claro, lo siento.

— ¿Otra vez te metiste en demasiadas memorias? Sabes lo riesgoso que puede ser eso. — Marlenne extendió su mano, tocando el rostro de Jaycen. Sus manos eran de lo más suaves. — No quiero que te hagas daño. Eres el arma más poderosa de esta compañía.

Jaycen sabía que sus pensamientos iban más allá de eso.

— Tendré más cuidado la próxima. Dime las nuevas.

— Cierto. — Dijo Marlenne después de soltar a Jaycen. — Una chica atacó a varios operadores de rango Babushka, hace poco fue avistada junto a una chica identificada como Keira…

— ¿La chica a la que le compras vestidos? — Interrumpió Jaycen.

— Ella misma. Y venía con un hombre vistiendo ropajes de los Serizawa.

Esto último sacudió a Jaycen.

— ¿Se-Serizawa?

— Correcto. De ser un serizawa necesitaremos tu ayuda. Es probable que él sea un Oni.

— No será necesario. Envía a un rango Tigr, es probable que el Serizawa sea un novato. Procedo a retirarme.

— Muy bien Jaycen, ten más cuidado la próxima. Te… Te felicito por tu victoria. — Agregó Marlenne.

— Gracias. — Replicó Jaycen, alejándose de aquel recinto. El toque suave como seda de Marlenne lo acompañaría durante toda la noche.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2019 ⏰

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