DOWNFALL | en donde peach y steve descubren que vuelven a ocurrir sucesos extraños en hawkins.
[segundo libro en la serie 'white roses']
[stranger things season 3 - 5]
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EL VERANO HABÍA LLEGADOAHAWKINS CON UNCALOR abrazador, calentando la acera y volviendo tibia el agua de las piletas. Pero Peach no podía darse el lujo de disfrutarlo, debía laburar si incluso quería considerar la idea de ir a una universidad. Gracias a la apertura del nuevo centro comercial la joven había conseguido un puesto en un pet shop como vendedora de comida y accesorios para mascotas, donde el sueldo no era el mejor pero al menos su trabajo era fácil, y era lo mejor que podía conseguir por su falta de experiencia laboral.
—¡Gracias por su compra! Vuelva pronto.
Con una bolsa de alimento para gatos la clienta se fue y Peach soltó un suspiro antes de dirigir su vista al reloj en la pared. Sólo faltaban diez minutos y su turno terminaría. Podría reunirse con sus amigas e ir a Scoops Ahoy en busca de un helado, donde Steve trabajaba. La relación entre ellos había progresado, de manera lenta y segura. A pesar de que Steve ya no sentía nada por Nancy, su relación había terminado de manera muy dolorosa y lo último que necesitaba era que volviera a pasar lo mismo. Confiaba en Peach pero no en él para no hacer algo que lo arruinara, por eso le había pedido que fuese su novia sólo dos semanas atrás.
Aquél día había sido un domingo y ninguno trabajaba, el calor no era sofocante y el cielo se encontraba gris. Steve lo había estado planeando hacía ya una semana e invitó a Peach a su casa a ver películas. Cuando la joven había llegado ya todo estaba listo, la película estaba puesta y las palomitas estaban hechas. Eso le había sorprendido, normalmente lo hacían juntos, pero no le dio gran importancia. Ambos se sentaron en el sillón y la película comenzó, pero cuando iba a la mitad lo terrible ocurrió. Peach metió la mano dentro del bol en busca de más palomitas, pero se habían acabado y en su lugar había una nota a nombre de Steve donde le preguntaba si quería ser su novia, lo que era malditamente cursi y a ella le había encantado. Una gran sonrisa se había dibujado en el rostro de la joven y había asentido con su cabeza repetidas veces antes de tomar el rostro de, ahora su novio, entre sus manos para besarlo.
