HOY

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Yukino posiblemente me mataría, por lo general demuestra de esa forma su descontento, luego sonreiría aliviada al verme sano y salvo frente a ella. El tráfico estaba terrible y maldije no haber tenido la voluntad de salir más temprano, pero estaba tan hecho trizas que deseaba dormir. Sin embargo, nunca, nunca y nunca dejaría a Haru con las ganas de recrearse en el nuevo centro de juegos de Magnolia, era un lugar bastante bonito colmado de muchos juegos que lo distraerían, una vez fui acompañando a Gray y Juvia con su hija y quede muy satisfecho con lo que conocí. Inmediatamente al contarle a Haru sobre ese lugar le prometí que lo llevaría para que se divirtiera y cumpliría esa promesa así tenga que pasar dos horas en el tráfico.

Miré el cielo nublado y repasé que debía estar preparando ropa más efectiva contra el frio, durante estos últimos días los copos ya estaban tiñendo de blanco cada hogar y las calles, Haru también amaba la nieve, de hecho Haru ama disfrutar todas las estaciones, en verano le domina nadar en la piscina, en otoño saltar con los brazos extendidos en medio de la hojas que caen, en fin, él es un niño que disfruta de lo más minino de la vida. Y me ilusiona estar a su lado mientras ocurre.

—¡Al fin!—aplaudí al percatarme que los autos comenzaban a circular con frecuencia, miré la hora mediante mi celular e inspiré derrotado, una hora de retraso. Yukino me matara, es definitivo.





—¡Se supone que debías estar acá hace hora y media!—no fue buena idea que carcajeara al verla moviendo sus brazos de esa forma tan graciosa, ella frunció el ceño avergonzada—pudo haberte pasado algo, estábamos preocupados.

—Lo siento, lo siento, sé que debí avisarte cuando llegara del viaje, pero estaba apurado y el tráfico estaba horrible—expliqué recibiendo la taza de café que Rogue me alcanzó amablemente.

—¿Lo ves?—me preguntó burlón—Yukino se angustio, de todas formas cariño—giró para mirar a Yukino—él ya está aquí y Haru viene corriendo.

—¡Papá!

Allí aparece, dejó de lado mi taza y extiendo mis brazos para recibirlo con una gran sonrisa que sé que poseo trazada en mi rostro.

—¿Estás listo?

—¡Si, papá!—Haru se apartó de mí y comenzó a saltar emocionado—¡cierto! Mamá no encuentro mis medias.

Yukino sonríe por el puchero de nuestro hijo y desaparece junto a él por la puerta de la sala, comencé a buscar entre mis bolsillos al percibir la vibración de mi celular y ver que es nuevamente Gajeel preguntándome cómo lidiar con un niño de tres años.

—¿Te fue bien en tu reunión?—me preguntó inesperadamente Rogue, despegué la mirada de la pantalla de mi celular y lo observe atentamente, se notaba realmente nervioso.

—Si. Todo bien, es bueno pasar un tiempo entre colegas—lo vi asentir, no era propio de él que me interrogara—sucede algo—Rogue parpadeó e intentó modular inútilmente.

—Necesitaba saber tu opinión—me senté y le di indiqué con un gesto que hiciera lo mismo. Las exclamaciones de Haru sobre sus expectativas del día me hicieron sonreír mientras esperaba a que Rogue se acomodara—es sobre Yukino y yo— reconocí y él suspiró algo inseguro, no obstante, volví a indicarle que prosiguiera—quería pedirle matrimonio y quería saber si estabas de acuerdo—en cuanto distinguió el sentido diferente de su frase se alarmó y me miró—lo digo por Haru, no quisiera que él saliera afectado, ustedes son sus padres y escuche que los niños cuando tienen padres separados suelen sentirse solos y...

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