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Su habitación no era del todo su habitación, me había dicho que jamás había tenido cuarto propio y por un momento me encontré pensando en lo mal que me hubiese sentido si no tuviese mi propio espacio con privacidad; ella no conocía eso.

Fue extraño cuando Emma me preguntó si quería ir a su cuarto, sé que lo hizo por impulso, de lo contrario no hubiera entrado a su esquina privada, el lugar donde pasaba la mayoría de su tiempo. Era una cama unipersonal pegada a la pared, la cual tenía varios estantes con libros, fotos y cosas que supuse que tenían recuedo para ella. Al lado de la cama estaba la mesa de noche, en esta estaban sus medicinas, los frascos anaranjados con la prescripción pegada. Sabía que Emma me había atrapado mirándolos.

—Esta es mi zona de confort —había empezado a decir cuando ambos nos quedamos en silencio después de tomar asiento en el borde de la cama. Yo solamente volteé a verle con detenimiento—. Ya sabes que dicen que siempre es bueno salirse de su zona de confort —hizo un mohín de obviedad y yo no pude evitar sonreír levemente—, pero mi psicólogo dice que a veces lo mejor es dejar entrar a otros a tu espacio seguro.

Y con eso, Emma me había dado a entender que me estaba dejando entrar a su vida y creo que lo que sentí en ese momento no se compara con ningún otro sentimiento.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2020 ⏰

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blooming | lrh [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora