Bendito sea el árbol de donde sacaron la madera para fabricar la cama donde dos personas se unieron para crear a tremendo ángel.
Mashiho sentía que se moriría en ese momento... O tal vez ya está muerto y llegó al cielo donde ese ángel lo recibió.
La voz del muchacho lo sacó de su trance. Mashiho se sobresaltó y sacó el pequeño accesorio de su bolsillo. Regresó su vista hacia el chico frente a él. Notó un ligero brillo en los ojos de éste, mientras una pequeña sonrisa decoraba su perfecta carita.
Tras un suspiro estiró su pequeña manito temblorosa, la cual sostenía aquella pulsera.-¿Hablas de esta?
La voz del pequeño salió más suave de lo normal. Parecía como si no quisiera espantar al chico frente a él, como si de un animalito del bosque se tratara.
Mientras tanto, Junkyu agradecía internamente al joven que sostenía su preciado tesorito. Con cuidado le arrebató el accesorio de las manos al chico.
-Muchas gracias...
-Mashiho.-El más bajo permanecía mirando al suelo. Temía que aquel lindo chico viera su cara y corriera espantado por tan horrible vista.
-Mashiho.
Junkyu repitió. Le dedicó una sonrisa al chico, aún sabiendo que éste no la vería por estar mirando al suelo. Junkyu se preguntaba, ¿qué era tan interesante en esa pieza de cemento sucia?
El más alto suspiró y luego de susurrar un suave "adiós", volvió a la comodidad de su casa.
Mashiho, quien seguía mirando el suelo, sonreía con suavidad repitiendo en su mente una y otra vez la manera en la que su nombre salió de los preciosos labios del chico.