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El peliazul vio la extensión de su vida pasar en la bala que creyó atravesaría su cien, hasta que la recogió, descubriendo en el acto que tenía la mala suerte de seguir vivo y teniendo que aguantar a Ten.




—Caracoles —Era Xiaojun, bajando el arma con un escalofrío—...aborten el plan.




Taeyong hizo un puchero y le arrojó al pelinegro el dardo de gomaespuma, cruzándose de brazos puerilmente.




—Les daré al gato —Comenzó, atrayendo sus palabras un brillo en los ojos de cada uno—..., pero con una condición.



Ten miró cuidadosamente el dedo que el mayor levantó, aproximándose las ideas en su cerebro a la oferta.




—Les devuelvo a Miau Miau si Hendery promete casarse con Ten y librarme de su maldición.




Hendery parpadeó repetidamente, con su usual atisbo de sonrisa, y asintió como perdido, no hallándose en la conversación más que por la mención del tailandés y su propio nombre.




—Sí a todo —Respondió.



Kun lo miró expectante, aunque decidió tomar la palabra en su lugar.



—¿Cuál es... la maldición?




Taeyong pareció verse atacado por flashbacks cuando sus ojos se perdieron en alguna parte de la sala.





—Una palabra... —Musitó, como recordando tiempos muy malos—...pedos...



—...¿pedos?


El peliazul levantó la vista con ojitos temblorosos, repentinamente viéndose muy pequeñito.

—Ajá... pedos.





Ten sostuvo una mano en su pecho exageradamente, dolido, como a punto de tener un ataque al corazón.




—¡Ya te dije que fue mi chancla, bobo! —Le gritó, volteándose—. ¡Pedo para ti!




Taeyong pretendió desmayarse, mientras Hendery trataba de comprender la situación de su interés romántico siendo un arma letal y tóxica. A un lado de él Yangyang y Xiaojun buscando por el césped el dardo que habían perdido.




Winwin analizó la vivienda en busca de Hutong, descubriendo en ello que el gatito no se hallaba por ninguna parte cerca. Con eso en su mente se acercó a Chittaphon, golpeando su nuca.




—Solo di que sí, estúpido —Le obligó—. Todavía tenemos que encontrar a TongTong. Esta era la hora de su galleta.


Ten cubrió su boca pera evitar llorar.


—Es cierto... su Tongie-Galleta... —Murmuró—. ¡Taeyong!


El nombrado a su lado se sobresaltó por el innecesario alto tono en que su nombre fue pronunciado.

—¿Huh?


—Sí, querido. Te libraré de mi fragancia floral.

..............


Taeyong los guió hasta el baño.

—La ultima vez que lo vi estaba aquí —Espetó, señalando el interior de la habitación.


Sicheng pestañeó, sonriendo para ocultar la ansiedad que lo apresaba.


—Estás insinuando... —Dijo con voz temblorosa—. Que TongTong se fue por... ¿allí?


唐人街 ↬ TenderyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora