#4

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Le había dejado a Ruby de nuevo.


A medida que avanzaba advirtió la ausencia del olor a ventosidad cuya esencia envenenaba a cada ser viviente en su hogar y le recordaba, infiriéndole una verdadera intoxicación, que su mejor amigo se encontraba adueñándose de su espacio otra vez.



Sin embargo no pasaba esta vez, y una cosa estaba clara:


Había cometido el error de abandonar a su bebé Ruby a merced de Chittaphon Leechaiyapornkul. ¡Otra vez!






Sacó la escoba mientras la bilis subía a su garganta, como cortándole el aire como le va a cortar la cabeza a Ten en cuanto lo encuentre. Y con eso en mente toma su celular con una mano trémula y llama a su buen amigo Lucas de confianza.




¿En qué le ayudaría Lucas?

En nada.



Sin embargo allí estaba, dando palmaditas –que se supone deberían sentirse ligeras– con sus inmensas manos en su hombro.



—Está bien... vas a encontrarla —Oía vagamente—. Por lo menos Ten no es chino y no se la va a comer.

Cesó un poquito su llanto.


—Pero tú sí eres chino.




Yukhei pareció realizar un detalle del tamaño de su vida. Abriendo mucho los ojitos y apuntándose con sorpresa.



—O-Olvidé mi reloj. Hasta luego.


—¡Detente, rufián!



Wong volteó hacia él, con terror grabado en su expresión, sorprendiéndole el filo de las hebras con polvo de la escoba verde con animal print de su amigo, frente a su cara. Y levantó sus manotas en señal de rendición.




—...en Hong Kong no comemos perros —Dice, en un patético intento por excusarse—. Pero... ¿sabes quién sí lo hace?


Taeyong bajó la escoba, lentamente.


—¿Quién?

—¡Yuqi!...¡AU!, ¡NO ME GoLPEES. NO SABES CÓMO ME PEGA YUQI CUANDO PERDEMOS EN KEEP RUNNING!—Lloriqueó, cubriéndose la cabecita del ataque.




Un segundo después el peliazul le otorgó la escoba y se arregló su chaqueta, recobrando la compostura.


—Vamos a buscar a Ruby. Si ves a alguien con pelo rojo, no dudes en usar tu arma.



Lucas asintió firme, y caminó tras el mayor.

...............

Llevaban quizás dos segundos fuera de la casa de Taeyong cuando el mismo halló en derredor una cabecita roja.


—¡ALLÍ ESTÁ! APUNTA.


Xuxi miró alrededor con una mueca de pura confusión.


—No... no lo veo, Tae...

—¡ABRE LOS OJOS, HANSEL MANOTAS!



Taeyong arrebató la escoba de las manos del castaño y arrojó el arma hacia el objetivo, desnucándolo cual si su escoba se tratase de una lanza.


—Me saliste bien mono —Murmuró, refiriéndose al mayor pero diciéndolo solo para él ser capaz de oírlo.



A lo lejos escucharon un bajo "ugh" que hizo a Lucas hacer una mueca ante el dolor fantasma que sintió en su nuca, erizándole la piel.



唐人街 ↬ TenderyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora