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La mujer odiaba tanto a las voces, que simplemente no se callaban. Ya no lo soportaba más. Sin importar qué momento del día fuese, las voces hablaban, opinaban, se quejaban... Siempre estaban ahí.

Una noche decidió acabar con todo aquello.

Tomó un cuchillo de la cocina y entró a cada habitación de su casa. Apuñaló a sus pequeños hijos y a su esposo, uno a uno.

A la mañana siguiente, la casa no era más que silencio, y la mujer por fin descansó de aquellas molestas voces.

Fragmentos De NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora