Clases sin clase

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Logre pasar contra pronóstico al siguiente curso, no sé sí fue gracias al diablo o al señor de la Cruz, o simplemente a qué había renunciado a gran parte de mí vida social, que precisamente poca no es.

(Las cosas que iré escribiendo entre paréntesis son una especie de notas/aclaraciones fuera de la historia, mi nombre es Gabriel, no lo había escrito en la historia)

Era el primer día de un curso nuevo, me sentaron en la última fila, solo conocía a 8 de las 30 personas que allí se encontraban, pero me daba igual por qué estaba ella, con esa perpetua sonrisa, pero en la otra punta de la clase, nunca pensé que apenas 5 metros pudieran doler tanto o más como 500 km.

La deseaba, deseaba estár con ella, a su lado.

Pero nunca me gustó estár en la fila de delante, no soy un gran estudiante que digamos, a los profesores siempre les ha valido con que no moleste y así "me dejaban en paz"

En los cuatro años que llevo en ese instituto, siempre he estado en la última fila en la esquina izquierda de la clase, siempre al lado de una ventana, dónde mis ojos se clavaban en el orizónte, pero ese día era diferente, mi mirada solo se posaba en ella.

- Gabriel -dijo el maestro- ¿El primer día y ya estás echándole miraditas a tus compañeras?

Esto provocó una carcajada de toda la clase.

- Si maestro, al igual que usted mira a la directora cada vez que pasa por el pasillo.

La carcajada fue aún mayor.

- Vas retrasado un curso y te permites el lujo de mofarte de mí - dio un golpe en la mesa - desde luego eres un caso perdido.

Hubo un silencio y me reí levemente, sabía exactamente qué decir, sin embargo, toco el timbre.

- Cuidado con la directora - le guiñe el ojo - hoy lleva el escote alto.

Más risas y el profesor abandonó el aula con una expresión de enfado y maldiciendo el día en él que decidió darme clase, sin embargo, no había ninguna novedad en eso.

Un chico que tenía fama de ser un pallaso se giró y dijo :

- Que huevos tienes, ahora entiendo que te haya puesto detrás, he tenido suerte, las risas este curso están aseguradas.

- No pretendo hacer gracia, pretendo defenderme, nadie merece que traten de humillarle y no poder defenderse
- me acomode en la silla - cuando llevas 5 años en este instituto empiezas a conocer a los profesores al detalle.

- ¿Pero siempre te ponen detrás?

- Soy de los chicos del fondo, los que nunca tocan fondo - dije esa frase y me reí - en verdad creo que me tiene manía por qué por mí culpa se ganó un mote, pero está prohibido decirlo.

Esos cinco minutos de descanso precedieron a la siguiente clase y esa clase al recreo y el recreo a la hora de ir a casa, mientras los demás estaban recogiendo todo me limité a guardar uno de los únicos cuatro cuadernos que llevaba en la mochila, literalmente solo llevaba cuatro cuadernos y un bolígrafo, y cuando recogí fui a hablar con Rocío.

- Rocío... - Dije un tanto nervioso - mañana es miércoles... ¿Quieres venir al cine?

Me miró con la misma ternura a la que se mira a un cachorro recién nacido.

- No puedo, tengo el cursillo de inglés, pero el día que pueda quedar te digo

Después de eso, me dio un abrazo, seguido por un beso en la mejilla y se fue con su grupo de amigas, me quede mirándola, como el que mira un autobús que acaba de perder, después de eso mi mejor amigo me asustó, era la hora de volver a casa, como de costumbre, me acompaño.

Lo que nunca dije a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora