The Girl Next Door ➵ Joe Jonas

VIII (Joseph's POV)

— Basta, Joe —negó con la cabeza, mis pies se congelaron en su lugar—. Deja de hacerme sentir como una jodida canción de Taylor Swift.

Quise reír ante la ocurrencia y cuando estuve a punto de responderle cualquier tontería, ella comenzó a subir las escaleras de dos en dos, dejándome en el solitario y silencioso subterráneo. Si en algún momento creí que las cosas podían mejorar de alguna forma para mí, definitivamente me equivoqué.

(...)

Me estaba muriendo. Y casi lo sentía literalmente. El traje, a pesar de ser una genialidad, era increíblemente incómodo, la sensación de mi frente pegada contra el plástico resultaba apabullante, pero aguante con la mejor (o peor) de las caras, total, nadie podía verme, por lo menos literalmente.

Pasamos lo que restó de luz del día paseando por la ciudad, vestidos de manera ridícula y dándole el gusto a mi sobrina, recolectando dulces y aprovechando el ligero anonimato, que no duró demasiado, para disfrutar de una caminata bastante tranquila.

Para la noche me sorprendí a mí mismo (no realmente) caminando por las calles en dirección a The Handy Liquor Bar. Comenzando el rato de karaoke con tres vasos de whisky encima y el traje de dinosaurio afuera. Quería ignorar las inminentes consecuencias de lo que había hecho, y admitir que me costó trabajo resultaba mentiroso.

Sin necesitar mucha estimulación, tomé el micrófono. "Let me love you" me parecía una buena opción, hasta que un sabor amargo se instaló en mi lengua, recordándome lo mucho que me hacía pensar en Sophie. "This I promise you" la reemplazó después de unos minutos, pero, al contrario de lo que pensaba, no parecía mejorar mi humor... ¿Y cómo iba a hacerlo?

Eres un imbécil, Joseph Jonas.

Más temprano que tarde, decidí que no quería estar solo. La sensación de abandono me había invadido hacía días, así que regresé a casa de Kevin, sólo a pasar la noche y desayunar con mis sobrinas al otro día; todo con el objetivo de centrar mi cabeza en cosas más interesantes que mi propia pena.

Regresé a New York bastante temprano, para refugiarme en el gimnasio y correr varios kilómetros en la caminadora, como si literalmente pudiera huir de mis problemas. Mientras cargaba peso muerto pensaba en que Sophie llegaría en un par de días y después obligué a mi cerebro a pensar en lo bien que se sentiría por fin refugiarme en alguien que no me rechazaba, estaba jodido.

Para la tarde el museo de Artes Modernas recibió mi visita, cuando terminé en "The 2017 WSJ Magazine Innovator Awards" no muy seguro de cómo mis pies habían llegado hasta ahí, la cabeza me dolía y la poca disposición para hacer las cosas se hizo presente, una vez más.

Mike continuaba con sus intenciones por sacarme del río en el que, definitivamente, me estaba ahogando, así que al día siguiente me arrastró fuera del hotel junto a JinJoo, Carl y Sarah para llevarme a comer sushi. Un sushi que resultó revolverme el estómago, pero que comí sólo para no hacerle rabiar. Pasé la tarde mensajeando con Sophie, quien me decía que tenía las maletas listas para Canadá y muchas ganas de verme. Estaba por responderle que yo también quería verla cuando una llamada interrumpió mis dedos sobre la pantalla.

Y ahí estaban, preguntándome por novena vez si consideraría la oferta que me habían hecho hacía semanas para participar como coach en The Voice Australia. El único enterado de esto era Nick, quien me había guardado el secreto, por lo que lo último en lo que había pensado era en ello. Aplacé mi respuesta una vez más, prometiendo una definitiva la próxima vez que llamaran, de nuevo.

La llegada de Sophie al día siguiente resultó arrasadora, había pedido que la recogieran en el aeropuerto, pues mis ganas de salir de la habitación eran nulas, así que cuando llegó al hotel no hizo más que reclamar un poco, para después olvidar el asunto y ponerse al día conmigo, ambos tumbados en el sillón con la televisión en volumen bajo. Sin embargo, para la noche descubrí que mi prometida llegó sólo a seguir organizando los últimos detalles de la estúpida fiesta, cosa que no me molestó demasiado, pues por lo menos yo podía sacarme al asunto de la cabeza en cuestión de logística.