Capítulo 3 | Honrar Lo Perdido

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Carta #2

Quisiera que la gente no te reconociera como un monstruo, pero solo juzgan lo que ven. Me temo, Kevin, que solo yo pude ver en ti a un chico asustado, débil y que solo deseaba esconderse de todo. Pero sé que tú tenías sueños, ambiciones y deseabas vivir la vida que tú deberías de tener. Es difícil de contar el hecho por el cual empecé escribiendo este tipo de saludo, pero tenía que contarte esto primero. Muchos creen que no perdí nada, que tú no eres nada y que no debería de sentir nada por ese día. Pero ellos no lo entienden. Joseph no sabe en absoluto el hecho de lo que teníamos ambos. Eres mi amigo, Kevin, y te juré antes de que te fueras de este mundo que seríamos amigos, y no romperé esa promesa.

Dejando esas emociones de lado, simplemente hoy no fue un día tan sensacional que otros. Esas ideas irrumpen en mi cabeza. Son los malos recuerdos que sigo almacenando en mi memoria, dejando a un lado los momentos divertidos que he pasado junto con mis hermanos. Cuando estuve por un tiempo en aquel orfanato, visitaba a mis padres cuando me dejaban ir. Lloraba cuando los recordaba y, la manera en que este horrible mundo me los arrebató, me hace sentir un gran vació en mi estómago que es doloroso sentirlo, acompañado de las lágrimas que reprimo porque no es de mi agrado llorar, incluso me cansa hacerlo.

Te tengo cierta envidia Kevin, ahora ya no sufres como la gente que sigue aquí, las personas puras como la bestia lo decía. Pero estoy segura que me hubieras dicho que me mantenga fuerte, que siga adelante y dedique todo mi esfuerzo en mis estudios y que me convierta en una persona mejor de la que era antes. Y eso hago. Trato de enfocarme en lo que puedo, en mis responsabilidades y en todo lo que tengo planeado por hacer. Y eso debo de hacer. Kevin, algún día, donde quiera que yo esté dentro de dos o cinco años, leeré estas cartas sabiendo que cumplí una promesa para ti. Lo prometo.

Atte: Casey Cook

—¿Qué tanto escribes? —Preguntó Cole quien se disponía a conducir de regreso a casa.

Era algo absurdo lo que hacía, pero necesitaba desahogarme en vez de escuchar música e ignorar a las personas como solía hacer antes. Decidí escribir la carta en uno de mis cuadernos de la escuela mientras recogíamos a nuestros hermanos.

—Un ensayo—Contesté a mi vez que guardaba el cuaderno en mi mochila—, no es algo interesante.

—¿Ya llegamos? —Preguntó Olivia por tercera vez, soltando un leve bostezo.

—Ya falta poco—Me giré entre mi asiento para mirarla y sonreí—, llegando duermes un poco y te ayudare a hacer tu tarea.

En el auto siempre era igual que la casa, todos gritaban, se reían y se quejaban por distintas cosas. Me sentía a veces presionada al escuchar todas sus voces mezcladas en un pequeño espacio, pero me tranquilizaba y trataba de hablar con cada uno —a excepción de Isabela— para que se calmaran. Pero, en esta ocasión, todos permanecían con la vista intacta en sus celulares a su vez que mantenían sus cuerpos rígidos en sus asientos. Olivia era la única que mantenía sus vistas hacia la ventanilla, recargando su frente en ella y con el cansancio encima.

Minutos después de llegar a casa, ayudé a los demás a bajar sus cosas y entrar a la casa sin problema. Después de llegar a la escuela, teníamos reglas que los señores Green deseaban que cumpliéramos; hacer nuestros deberes, recoger las cosas que no limpiamos en la mañana y lavar nuestros platos cuando finalizáramos de comer.

Sin embargo, mientras todos se acercaban a la cocina cuando Ava gritó que vinieran, decidí correr de inmediato a mi cuarto aprovechando que nadie estaría por ahí. Saqué mi cuaderno donde escribí la carta y la arranqué con cuidado para después guardarla en aquella caja de zapatos que estaba bajo mi cama. Sé que no es un sitio adecuado para guardar mis memorias de Kevin, pero por ahora nadie lo encontrara.

Cartas Para Kevin Crumb | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora