Un poco de mi vida

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       Yo enseñaba en la escuela San Martín en el primer piso del ala norte. Las ventanas imitando a las del presidio apenas si dejaba ingresar un rayo de sol y esas luces fluorescentes me fastidiaban durante la mañana. Diez años ejerciendo como profesor de Historia.  En ocho años pude educar a esos adolescentes, por momentos rebeldes, tímidos, inquietos, graciosos, malhumorados, estudiosos y burros. Traté de sacar lo mejor de sí y de cada uno de ellos. En noveno está la última transición y los chicos vienen cargados de horarios y responsabilidades. Era el año añorado por todos pero no desaproveché ningún pensamiento. Pasar al primer piso era haber logrado la esneñanza media. En mis comienzos como educador ético, práctico, el número fue variando. Desde ocho alumnos a treinta y cinco un promedio bastante inusual para la época. Allí manifestaban sus estados peleando con las hormonas tan revoltosas que los amistaban y enemistaban de un día a otro. Me brindaron experiencias ecuánimes, en algunos casos fueron amargos y otros felices. Mi autoridad se basaba en el entendimiento cordial y mis alumnos aprendieron a valorar el esfuerzo de cada uno de los que asistían a clases. Por esto destaco la familia aún cuando hubo quienes no contaban con una. El nido fortalece al individuo a socializar de forma ordenada y con valores.

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¡Por Dios! Es que no puedo comprender por qué se las agarraron con ellas. El Establishment metió las uñas ahí mismo donde se educa a los chicos y en la familia...familia que ya no tengo...

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Ese manual de instrucciones financiado por las grandes corporaciones para desacreditarnos. Lo tuve en mis manos, me pasé toda la noche leyéndolo, sus ocurrencias, sus teorias anticientíficas carcomiendo a los adolescentes, a los niños ¡Se metieron con nuestros hijos!

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Melani me dijo que no me preocupara que eso se debía a una formación acorde a los tiempos que se vivían.

-¡no desestimes el poder del pensamiento!

Recuerdo que le grité.

-¡te estás volviendo muy paranoico ¿no crees?

Replicó Melani apartando súbitamente sus manos cálidas de mis hombros.

No le hice caso y no pude dormir. Pero al día siguiente fui con toda esa impotencia y hablé con la coordinadora del manual. Mirarla a los ojos para decirle la verdad....

ConquistaWhere stories live. Discover now