Capítulo 8 «¿Ustedes?»

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En la oscuridad de espeso bosque podían distinguirse una manada de lobos correr entre las sombra pasando desapercibido al ojo humano.

Llegaron a un punto fuera de la vegetación abundante, frente a dos individuos de porte alto y de aura poderosa. Se encoje mansamente ante la presencia de su majestad para poder notificar la información tan valiosa que tenía que dar a sus amos.

Karla: ...Ya veo, así que los rumores eran ciertos.

Shin: Entonces, ¿Qué hacemos ahora? Hermano. –sonrió el muchacho con un parche, él más que nadie sabía la respuesta–.

Karla: Vamos.

...

Era una tarde fría en el centró de la ciudad, con la llegada de las vacaciones muchos pasaban su tiempo en parques o tiendas comprando cosas o comer en los restaurantes.

En ese fondo tan bonito dos chicas, una bajita y otra medianamente alta vestían con abrigos paseando por los puestos, comiendo cada una su merienda del día,  un crepé y unos takoyakis.

Kanato: me sorprende que quisieras venir conmigo. –era una novedad que su hermano quisiera pasar tiempo con él en lugar de Raito–

Ayato: Esta bromeando, en esta época están a ofertas un montón de comidas, esta área es la más llena entre todas —medio hablaba y medio comía tratando de responder—.

Kanato: Lástima que el carro de los perros calientes este tan llena la cola por la media noche.

Ayato: Qué robó verdad, 11.000 yenes por la mañana 10.000 por el almuerzo, 8.000 por las cuatro de la tarde y 5.000 por las once de la noche. —se quejo dándose un momento para digerir la comida—.

Ya comiéndose las últimas bolitas de masa con camarón, se chupa los dedos y tira el recipiente en un cesto de basura del lugar y ya camina con su hermana aún con medio crepé a comer.

Hablaron un rato paseando por el alrededor. Ayato se detiene bruscamente mirando los alrededores hasta quedar en un punto fijo, Kanato estuvo a punto de preguntar que pasaba cuando tomó su brazo y salieron corriendo.

Kanato: ¡Ayato!– Grito sorprendida, ayato nunca actuaba así sin razón alguna– ¿¡Ayato qué pasa!?.

Ayato: Nos están siguiendo, ¿acaso no lo sentiste? – le susurró para no llamar la atención más de la que llamaban empujando a las personas que les reclamaban y la miró– son ellos, son esos sujetos.

La pelipurpura  abrió los ojos y preguntó:–¿hablas en serio?.

Siguieron corriendo por las calles hasta llegar a un camino totalmente vacío, justo ahí Ayato giró sobre su eje para golpear un puñetazo el rostro de la persona.

Como suponía, el olor era de ese tipo que podía considerar su tío materno, que a ocasionado más problemas de los que habían y el que provocó so posible muerte.

No le quitó la mirada de encima, ahí estaba tociendo mientras se masageaba la mandíbula por el recién golpe, cargaba ropas comunes y el cabello recogido en una coleta baja.

Karla: Veo que tu actitud agresivo sigue aún siendo mujer, Sakamaki Ayato.

Esas palabras provocaron que se dilataran sus pupilas y estuviera más tensa, no solo estaban ellos tres, sino que también podía sentir la mirada de esos perros sarnoso suyos.

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