➤ Chenle y Jisung

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Despiertas con un sobresalto ante las manos frías que agarran tus muslos desnudos, besos y mordidas de se esparcen por tu piel caliente. Separas las piernas con facilidad, ansiando más toques del intruso en la cama.

— Zhong Chenle ¿Hace cuánto llegaste?—Preguntas extrañada, ya que siempre suele llegar tarde de la empresa.

No recibes una respuesta que no sea un gruñido suave. Sientes como se arrastra debajo de las mantas, presionando su boca contra la tuya en un beso abrasador. Cierras los ojos y respiras profundamente por la nariz, dándole la bienvenida con los brazos abiertos.

Él huele como si acabara de salir de la ducha, Chenle busca su lengua con la tuya, saboreando tu boca, y respondes igual de ansiosa.

Él zumba contra ti cuando se funden entre sí, tus dedos se enroscan en su sedoso pelo, sus caderas presionan las tuyas contra el colchón, entierra su cara en tu cuello, inhalando profundamente, acercándote imposiblemente más cerca de él por la carne de tus muslos, envolviendo tus piernas alrededor de él.

—Hueles a Jisung— Tu corazón tartamudea ante la acusación.

Levanta su cuerpo del tuyo, poniéndose de rodillas y te mira fijamente. Quieres hablar, pero la mano que se desliza entre tus piernas te roba la voz. Recuerdas que estás desnuda debajo de su camiseta de gran tamaño. Agarras su muñeca antes de que él pueda explorar más.

Te sientes sucia, la necesidad de cerrar tus piernas aumenta y al tenerlo arrodillado entre tus muslos lo hace imposible, así que te conformas con tirar del dobladillo de su camiseta. Sus ojos se clavaron en los tuyos.

—Espera— Jadeas, evitando su mirada.

—Jisung, él estaba aquí— Te sonroja al recordar a Jisung y las palabras persuasivas en tu oído. Chenle te mira con una expresión que no pudiste leer.

¿Cruzaste una línea permitiendo que Jisung se saliera con la suya unas horas antes? ¿Se suponía que le debías informar a Chenle de antemano? El arreglo de los tres era nuevo y no establecieron reglas.

Te gustan mucho los dos y la idea de perder a cualquiera de los dos te asustaba. El temor y la culpa te llenan hasta que una sonrisa se extiende por su rostro. El sostiene su mirada con picardía.

—Ya te lo dije, bebe. Lo compartimos todo, absolutamente todo— Susurra, con voz lujuriosa.

Tu corazón palpita a un nuevo y emocionante ritmo y lo ves desaparece debajo de la manta una vez más mientras obliga a tus temblorosas piernas a separarse lo suficiente.

El aire fresco y apresurado en su contra, la carne se reemplaza rápidamente con un beso apasionado caliente. Siguió con una amplia y segura lamida por la abertura de goteo, gimes su nombre, mezclado con una maldición, los dedos de tus pies y las manos están clavados en el colchón.

Él gime con aprecio mientras maúllas y retuerces tus caderas más cerca de su boca. Tu cara y tu núcleo se queman cuando lo escuchas reír.

—También sabes como él— Murmura antes de seguir con su trabajo.

—También sabes como él— Murmura antes de seguir con su trabajo

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