♡-; Capítulo: 11

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Desperté gracias a un olor a café recién preparado así que me dirige a la cocina encontrándome a Soo-Young en ella. Con pasos lentos me dirige a su lado, ella ignoraba mi presencia así que hice un puchero y tomé una taza para luego depositar el café en ella. Dejé la cafetera a un lado y me marché rumbo al sofá de cuatro personas, mi hermoso hijo perruno me seguía medio triste.

Me senté en el sofá y dejé la taza en la mesita para luego tomar a Maluma y dejarlo en mi regazo, éste comenzó a lamer las heridas que tenía en mis rodillas - producto del salvaje hombre de anoche-. Escuché a Joy irse a su habitación suspiré mientras miraba un punto fijo.

¿Qué puedo hacer para que vuelva a hablarme? No soporto su actitud, me resulta muy cruel y eso no me gusta para nada.

- ¿Qué puedo hacer para que me perdones? - solté al aire.

- Dejarme saber sobre la misión, así no tendría que andar con miedo a que alguna persona se me acerque más de lo permitido. - escuché que ella dijo desde el pasillo.

- Joy... - la miré con las lágrimas derramándose por mis mejillas.

- No seas tonta, Wendy. No llores, no me he muerto para que llores así al mirarme. - se burló al mismo tiempo que se me acercaba.

- Eres una estúpida, ya me estaba volviendo loca porque no me hablabas.

- Perdón, pero estaba enojada.

- Te perdono. - sonreí mientras me levantaba del sofá y la abrazaba como cuando éramos niñas.

- Te quiero, Wen.

- Yo también te quiero, Soo.

Dejamos de abrazarnos cuando escuchamos como alguien tocaba la puerta. Joy se fue con Maluma a su habitación para vigilar a Irene. Limpié mis lágrimas y sonreí falsamente al abrirle la puerta a... ¡¿Qué hace ella aquí?!

- ¿Qué haces aquí? - pregunté mientras aguantaba las ganas de matarla.

- Vengo a visitarte, Wendy. - tan solo escuchar su voz me causa ganas de vomitar.

- ¿Cómo sabes que vivo aquí?

Nunca le he dicho a los de la mafia donde resido.

- Te seguí ayer.

- Eres una... - me interrumpió.

- Cállate, no tienes derecho a decirme nada. Desde un principio te dije que eres mía, pero ahí vas con la primera que se te cruza en el camino.

- No eres nadie en mi vida, SeulGi. - solté con odio.

Ella comenzó a reír mientras me tomaba de un brazo y me sacaba de mi apartamento. Fui a insultarla pero me pegó a la pared quedando mi rostro pegado a ella, una mala costumbre ella siempre ha tenido. 

- Ahora por desobedecer mis órdenes tendrás un castigo. - escuché que dijo mientras sacaba algo de los bolsillos de su pantalón.

Paso seguido sentí como ponía unas esposas de policía en mis manos.

- ¿Qué haces? ¡Déjame! - grité mientras  me llevaba hacia las escaleras.

- No te dejaré en paz, eres mía.

- ¡Ayuda!

- Nadie te va a escuchar.

- ¡Joy, ayúdame! - volví a gritar.

- ¡Qué te calles maldita sea! - me dió un puño en el abdomen haciendo que cayera de rodillas.

Me tomó por el cabello y me hizo levantarme, me llevaba escaleras abajo y nadie venía a salvarme hasta que...

-¡Suéltala o te disparo!  - escuchamos el grito de Irene.

𝐀𝐫𝐦𝐲-; 𝐰𝐞𝐧𝐫𝐞𝐧𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora