Alan y Albert Jones son hermanos, gemelos mejor dicho; sólo que ellos, ni siquiera saben de la existencia del otro, debido al deceso apresurado de sus padres, los niños fueron llevados a un orfanato, a pesar de ser bebés de año y medio, nadie quería adoptar a dos niños, así que las monjas llegaron al acuerdo de que los presentarían uno a la vez.
Y así lo hicieron, la siguiente pareja que llegó (Al igual que las anteriores) quería adoptar a un sólo bebé, así que les presentaron a Albert, quedaron encantados con el niño y se lo llevaron; después de meses de espera, cuando casi cumplía dos años, una joven pareja adoptó a Alan, no tenían mucho dinero, pero deseaban un hijo más que nada en el mundo, así que lo llevaron a casa.
Los niños crecieron sin enterarse de que hubo otro, con la llegada de la adolescencia, los padres de ambos muchachos les revelaron de su adopción, y a ambos chicos les enterneció está acción.
30 años después
Albert Wilson - 32 años
Recuerdo vagamente, a alguien como yo, un niño pequeño, que me visita frecuentemente en mis sueños, solloza y me pide que me quede, cuando este sueño llega a mi, no logro despertar; un niño cuyo nombre recuerdo a la perfección, aunque actualmente se me haría desconocido.
-¡Alan! - Grito en esas noches de pesadilla.
Pero me es imposible saber quién o qué es, no podría existir alguien como yo en este mundo, las probabilidades de siquiera haber conocido a otro yo son casi nulas, tal vez sólo sea un recuerdo de mi niñez, nunca fui muy popular, eso lo tengo presente; es probable que fuera uno de mis tantos amigos imaginarios.
Pero ¿Por qué se parece a mí entonces? ¿Qué pasaría si Alan es real y sigue esperando por mi en algún lado? ¡Bah! Concéntrate Albert, basta de pensar en niñerías, sobretodo en el trabajo.
-Doctor Wilson - Dice una de las enfermeras interrumpiendo mis pensamientos - Lamento molestarle pero ya estamos listos para la cirugía de la señora Johnson.
-Claro, no se preocupe, voy de inmediato.
En alguna parte de esa ciudad
Alan Davies - 32 años
-Alan, cielo...No deberías salir hoy, tengo un mal presentimiento - Le dijo Mary a su pareja.
-¡Bah! No te ofendas nena, pero no puedo quedarme sólo por un capricho tuyo - Dijo el hombre dándole un último beso a su mujer, tomó su chaleco y se dirigió a la puerta - Nos vemos en la noche, te quiero.
Salió de la casa lleno de esperanza, esa semana no había producido dinero ni para comprar una hogaza de pan, no se sentía orgulloso de su...¿Trabajo? Parece que lo que le habían dicho de no terminar la secundaria era cierto. Limpiar parabrisas de los autos en medio del tráfico no es muy atractivo que digamos, pero tenía un presentimiento, se dirigía a un barrio distinto, y conseguiría 100 dolares al finalizar el día.
Allí estaba, el primer paro de tránsito del día, habían tantos autos que de seguro sacaría al menos 15 dolares de aquí.
Fue uno por uno ofreciendo su servicio, algunos negaban, pero en su mayoría aceptaron, unos le pagaban poco, otros pagaban más considerablemente, estaba encaminado, seguro de su destino.
Una vez disipado el tránsito, continuó su camino en busca de otra fila de tráfico, y la consiguió. Una vez más fue auto por auto, preguntando si alguien deseaba limpiar el parabrisas, pero lo que sucedió después, fue una cuestión de segundos.
Limpió un auto, le dieron 2 dolares, caminó pero no se fijó en que los autos ya estaban avanzando, se acercó a un auto, el hombre adentro iba hablando por teléfono, se le cayó el pañuelo, el hombre aceleró, se levantó, el auto venía a alta velocidad hacia él, quedó paralizado y de pronto...Un golpe seco.
Montones de personas detenían los autos para ver que sucedía, el hombre del auto estaba en shock, una mujer llamó a una ambulancia, luego de unos minutos que para Alan se sintieron como horas llegó la ambulancia, lo subieron a la camilla, sólo podía oir las indicaciones del enfermero.
-Llevémoslo al hospital de San Andrés, es el más cercano después de todo.
Una vez hubieron llegado al hospital lo llevaron a una salita, donde finalmente, se desmayó.
Al despertar, tenía un yeso en la pierna izquierda y un collarín en el cuello, se asustó y de pronto recordó los acontecimientos anteriores. En ese momento vio el celaje de una bata blanca y comenzó a llamar.
-Doctor, doctora, enfermera, quien sea....¡Ayuda!
El doctor que vio anteriormente retrocedió y se metió en la sala con la cabeza metida en una carpeta.
-Buenas tardes, soy el doctor Albert Wilson. Dígame su nombre completo señor- Dijo revolviendo entre sus papeles.
- Davies, Alan Davies.
El doctor se detuvo en seco, y sus manos tomaron un color blanquecino. Alan hizo caso omiso de esta acción y preguntó:
-¿Que me pasó doc.?
-Bueno, señor Davies- Respondió aún sin levantar la cabeza - Usted tiene la pierna izquierda fracturada y una ligera lesión en la séptima vértebra cervical. No se preocupe, con un poco de reposo su cuello estará como nuevo, y su pierna, ya veremos.
Al terminar de decir esta frase alzó la cabeza, ambos hombres se miraban fijamente, boquiabiertos.
-Usted- Comenzó a decir el doctor Wilson.
-Es - Continuó Alan.
-Igual a mi - Terminaron al unísono, ambos con una sonrisa en el rostro.
Y hasta el día de hoy ambos hermanos están felices de haberse reencontrado y mantienen una estrecha amistad.
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Historias Cortas
De TodoHistorias Cortas es una serie de relatos de diversos géneros literarios que fascinaran al lector, transportándolo a un mundo del que no le será fácil separarse.