Día: #76650
Memphis había muerto hace muchos años. A diferencia de los humanos, ellos no dejaban un cuerpo inerte al morir, simplemente se hacían cenizas que se esparcían en el aire. Ya estaba muy viejo, era de esperarse, pero, como muchas veces antes le había pasado a la joven, eso no aminoraba el dolor.
Uno de los que más había sentido ese dolor fue su hermano. Memphis era el único aparte de ella con quien se relacionaba, por lo que debió ser algo duro para él haber perdido a una de las personas más importantes en su vida.
Su hermano se había convertido en su nuevo mayordomo. Este seguía teniendo esa mirada de cachorro apaleado y no parecía que se le fuese a ir en algún momento. Siempre le contaba cosas de su madre y del mundo humano, lugar al que iba siempre en año nuevo. Después de los primeros 7 años ella decidió acompañarlo también, para saber a dónde iba.
Se sorprendió al ver que el cementerio era el lugar al que visitaba todos los años, más precisamente la tumba de su padre y su madre. Siempre hablaba con ellos, como si no entendiera que era en vano y que solamente le hablaba a un tonto pedazo de tierra.
Uno de los años, cuando se lo dijo, él no le había vuelto a hablar por meses. Si, seguía detrás de ella como cualquier mayordomo haría, pero sus simples y optimistas comentarios siempre faltaban en el ambiente. Ese año no fue a la tumba de sus padres.
Julián, pese a demostrarse optimista por el día (Si es que se lo puede llamar día, ya que todo el tiempo es de noche en Espacio Profundo), lloraba amargamente por las noches. No había una sola noche en que no lo haga y cuando le preguntaba el simplemente respondía que descargaba todas sus lágrimas a la noche para no ponerse a llorar en público al día siguiente, un ritual que hacía desde que tenía memoria.
Ahora, después de más de 200 años como Reina tendría que elegir una sucesora, pese a que faltara mucho tiempo aún. No se sabía cuándo podría ocurrir una tragedia. No estaba seguro de esto, ya que la horrible sensación cuando empezó todo esto seguía latente en sus recuerdos, pese a los años que habían pasado. En esos momentos se preguntaba si la anterior monarca había tenido la misma sensación y se preguntaba cómo era que lo había hecho de ser así.
Mientras se debatía esta dura decisión un papel de los próximos nacimientos se posó en sus manos. Este era el de una niña que no iba a ser mucho en la vida. Iba a ser buena, criada por unos cariñosos padres que morirían en un accidente de trafico cuando ella tenga 17 años.
Se iba a quedar sola y se iba a suicidar unos años después. Lentamente lo fue comprendiendo. La separación de sus padres la había afectado mucho, pese a que no lo de a notar. Eso, sumado a la muerte de su padrastro y el tener que cuidar a un hermano con “Problemas mentales” se le iba a hacer una carga muy pesada y su frágil corazón iba a decidir acabar con el sufrimiento que tanta presión estaba generando. Fue por eso que la Reina Natasha la había elegido. No porque fuera especial o algo por el estilo, sino porque no iba a hacer nada importante en su vida y acabaría suicidándose sin más.
Así fue como “Elizabeth Ángelus Diámis” fue el nombre escrito en pergamino para ser la nueva monarca. Una niña que sería extraída de su vida a los 17 años. Alaska en persona se encargaría de hacerlo y explicarle todo antes de morir, sin contar con que mataría a sus padres uno o dos días después de que ella se encuentre en Espacio Profundo, para así evitarle la carga de tener que cometer tal acto.
Pero igual faltaban más de 100 años para eso aún, por lo que no tendría que estar preocupándose tanto.
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Pequeña Reina
ParanormalEl Espacio Profundo necesita nueva Reina y Alaska es la elegida para dicho trabajo, el cual consiste en asesinar y dar vida, un trabajo que consiste en ser Dios, o al menos, así es desde el punto de vista de todo humano, ¿no?