-no... no!- se lamentó mentalmente, pudo haber seguido cada una de las señales que su mente le indicaba, pero por alguna razón su cuerpo no respondía. En ese momento la única opción ligada al razonamiento humano sería preguntar al encargado si podria abrir la puerta, si lo pensaba bien, era normal que estuviese con llave por la hora en la que estaba atendiendo, de no ser por el hecho de que era un viernes por la noche y las calles estarían bastante transitadas... pero al hacer memoria, recordó que mientras tomaba la soda no había visto rastro de ninguna persona fuera del local, lo cual era sumamente extraño ya que estaban en el centro de la ciudad.
Mientras más pensaba, más se tensaban sus músculos, el aire adquirió una pesadez embriagadora, capaz de tranquilizar a cualquier hombre después de una discusión sobre su equipo favorito de fútbol.
Lentamente giro sobre sus talones para encontrarse con el joven de pie a unos metros de distancia, siquiera lo había oído levantarse.
Lo observo a los ojos como si este lo hipnotizara, los mismos eran de color negro pero habían adquirido unos reflejos rojizos que dejarían estático a cualquiera.
El mayor se acercó aún más, acortando la distancia hasta solo quedar a unos centímetros de la humana. Se inclinó hacia un lado de su cabeza y le susurró:-¿todavia no te das cuenta?
¿Que está pasando? Tengo miedo, tengo mucho miedo, mis piernas me tiemblan, y mi cuerpo sigue sin responder- se recostó contra la doble puerta que se encontraba trancada a sus espaldas y se deslizó, carente de fuerza, hasta llegar al suelo. Su constante esfuerzo por mantener los ojos abiertos y regularizar su respiración la dejaba completamente exhausta.
Tras varios intentos, la chica, que ahora se encontraba en el suelo, logró emitir palabra-...¿que..eres?
-¿no te parece raro, linda? Ambiente tenso... sientes que el oxígeno a tu alrededor se acaba, el hecho de que no haya nadie por aquí...- comentó en voz baja mientras acariciaba la blanca tes de su contraria.
N-no...otra vez..- sintió como sus sentidos se disparaban con cada pasada que daba la mano del joven sobre su antebrazo, la misma sensación que había tenido cuando sus miradas cruzaron accidentalmente, a diferencia de que esta vez, era mucho más intensa.
La mirada de la joven estudiante se horrorizó al ver cómo de la cabeza de su contrario emergían dos cuernos, que se hacían gradualmente más grandes, como si del mismísimo lucifer se tratara.
Sintió su ego resquebrajarse al oírse a sí misma repitiendo todas las oraciones que había aprendido a lo largo de su vida en voz baja, casi inaudible. Si bien ella repudiaba a la religión, nunca se habría imaginado estar en una situación de tal magnitud. Mirando en retrospectiva, veía completamente patético renunciar a sus creencias e ideales de esa manera, pero estando a menos de medio metro de distancia de lo que parecería ser un demonio, no habría ideal que aguantase.
P-por favor... no me hagas nada- intento recurrir a las súplicas después de ver que las oraciones no hacían efecto con su compañero
Las palabras resonaron en la mente del pelinegro, más lo único que hicieron fue abrir el apetito del joven.
-No se que imagen tienen los humanos de los incubos, pero realmente te ves aterrorizada... no te preocupes, no haré nada que no te haga sentir realmente bien~ - comentó con un tono meloso, intentando suavizar su voz, que se volvía gradualmente más áspera a medida que el ambiente cambiaba
El mismo lo había dicho, no era un humano, no había forma de que pudiese enfrentarse a ese ser...
El mayor se inclinó aún más acercando su rostro al cuello de la humana, el calor de la respiración provocó un leve escalofrío en el cuerpo de la ya bastante nerviosa chica.
-Quédate quieta- ordenó gentilmente el muchacho para no espantar a su víctima, desde que la había visto no podía esperar a tenerla entre sus brazos, con la respiración agitada suplicando por más. No sabía porque pero le resultaba diferente de otras presas, generalmente las chicas que buscaba para saciar su libido, caían rendidas a sus pies, pero ella, había estado controlando sus impulsos todo este tiempo, incluso suplicó que la dejase ir. Era bien sabido que los incubos tenían un gran poder de atracción, pero el jamás había sufrido rechazo alguno por parte de sus víctimas.
La lengua del joven comenzó a recorrer el cuello de la de ojos ámbar, al primer contacto ella intentó, en vano, safarse, empujándolo por los hombros, pero era inútil, la pesadez en el aire y la falta de fuerza en su cuerpo le hacían completamente imposible siquiera pensar con claridad, poco a poco se iba rindiendo ante la escencia que el demonio poseía.
La lengua que antes recorría su cuello se retiró para dar lugar a pequeñas marcas y mordidas que el mayor le propiciaba.
la joven soltó un quejido de dolor mientras se tapaba la boca, estaba realmente avergonzada de si misma, pensaba que tenía el control sobre su cuerpo, pero gradualmente la presencia del pelinegro iba desatando el instinto humano que tenía dormido.
Paso una mano por debajo del sweater y la camisa de la humana, rozando con la misma su cintura mientras hacia círculos con su dedo en su abdomen. La chica solo podía retorcerse de un lado a otro intentando evitar el contacto que tan extrañas emociones le ocasionaba.
-Estate quieta, verte moviéndote de esa manera tan desesperada solo me impacienta más y más... - susurró el demonio mientras observaba la expresión de la chica cambiar de confusión a terror e incertidumbre...
Continuará...
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turno nocturno
Romansauna joven de 17 años con el corazón roto entra en un servi compras de una gasolinera a buscar algo para beber ¿quién diría que esa insignificante decisión marcaría el inicio de una de sus más grandes y ardientes aventuras?