Capítulo 02

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Lyanna Black

Fue como si el tiempo se detuviera justo en ese momento. La gente se comenzaba a percatar de nuestro raro momento de miradas y los murmullos habían incrementado. Todos eran conscientes de que esta era una buena oportunidad para encontrar a su mate.

—Buenas noches. La manada Blood Moon les da la bienvenida a los Alphas y Lunas que se encuentran hoy con nosotros para celebrar la trasformación de mi hermana, Ana Marie Volkova— los aplausos resonaron, celebrando la futura trasformación de la rubia.

Siguió hasta terminar su discurso al cual no le di mucha importancia. Era igual de denso que el que daba el director al inicio de clases, ese que no terminaba más y que ponía a todos de mal humor.

Sus ojos eran tan hipnotizantes que cuando te miraban no había manera existente de poder concentrarse en otra cosa. Te perdías en esas orbes cristalinas, en esa mirada filosa y fría que le llamaba la atención a más de uno.

La ceremonia transcurrió con rapidez. El cambio no esperaba a nadie, ni mucho menos a un discurso emocional de morondanga. Nos levantamos dispuestos a dirigirnos al lugar donde se terminaría de consagrar esta gran fiesta de transformación.

Mis padres se habían adelantado, dejándome a mí atrás perdida en mis pensamientos. Tenía que apurarme e ir con los demás, pero una voz ronca me detuvo dejándome helada.

—¿A dónde vas, mi luna? — me sujetó entre sus brazos.

Ya casi no quedaba nadie en este lugar. Todos seguros estaban presenciando la transformación.

—¡Suéltame! — lo miré directo a los ojos. Su mirada peligrosa recorrió todo mi cuerpo poniéndome nerviosa, dejando a la vez una sensación de intriga recorriéndome desde los pies hay la cabeza.

—¡No! Tú eres mía y yo soy tuyo. Jamás te soltaré— no quería que el lazo de mates me debilitara haciéndole creer que soy un corderito débil y a la merced del lobo. Tenía que poner los puntos desde un principio si no quería perder mi dignidad y orgullo ante este hombre.

—No soy tuya, cariño— tomé su mentón rudamente y lo acerqué más a mí —Que te quedé claro de una vez— mi respuesta pareció no importarle en lo más mínimo, ya que en lo único que realmente parecía interesarle en ese momento era olfatear mi cuello con desesperación.

—¿Podrías darme espacio? No es agradable que desconocidos te toquen— se apartó de mí bruscamente.

—Te pongo nerviosa, ¿verdad? — sus manos volvieron a mi cintura incomodándome mucho más que antes.

—Deja de comportarte como un perro y ya suéltame— lo golpeé en sus partes íntimas y salí corriendo como si el mundo se estuviera desmoronando detrás de mí, queriéndome tragar.

Ese idiota se lo tenía bien merecido. Podríamos ser mates, pero eso no significaba que era mi dueño ni mucho menos que tenía el poder de controlar mi vida.

Entro a la mansión esperando que mi compañero no me haya seguido. Miraba a mi alrededor apurada buscando un lugar en donde poder esconderme del monstruo que quería encerrarme en su castillo de cartón.

Cerré la puerta detrás de mí y me deslicé en ella hasta chocar con el frío suelo. Miré el lugar en el que me había encerrado, encontrando muchas fotos familiares y retratos que eran hermosos y le daban un toque cálido y hogareño al lugar.

Un portazo me alarmó, —Es inútil intentar escapar de mí— dijo firme —A donde sea que vayas te encontraré.

—Lo sé. Solo quiero mantener distancia, las pulgas no me sientan muy bien— reí con sorna.

Blood Moon ©. [ EN PROCESO DE EDICIÓN ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora