Lyanna Black
—¿Cómo te encuentras?— su mano acarició mi espalda suavemente.
—No lo sé. Yo...— suspiré frustrada.
—Sé que es difícil, pero lo superarás. Encontrarás a alguien que te acompañe de la misma manera.
Sus palabras motivacionales de porquería no servían en lo absoluto. Sé que este es mi deber y que así debía ser, pero, muy en el fondo, o talvez no tanto, un vacío se apoderaba de mi corazón y la sensación de soledad que nunca había estado se presentaba de la nada, de un día para el otro después de haber prácticamente rechazado a mi mate.
Esperaba encontrar a alguien más. Enamorarme fuera de lo que era una conexión de mates dictada por la Diosa Luna. Tener mi propio romance de películas sin algo que me atara realmente. Sin embargo, esa expectativa había cambiado ligeramente después de encontrar a Alex.
¿Qué sucederá ahora? ¿Meteré a mi manada en una guerra sin fin? No quería eso, pero tampoco estaba dispuesta a dejarlo todo por una persona que no merecía nada de mí, a la que apenas conocía y que me estaba obligando a quedarme con él aún sabiendo que el futuro de mi manada estaba recargado en mis manos.
Las horas volaban y no podía parar de pensar en todo lo que se aproximaba. Tendría que estar lista para enfrentarme a mi pareja destinada si es que así lo decidía el destino, pero sobre todo a ser fuerte y no dejar que mis decisiones se desvíen terminando en la nada misma.
Papá quería hablar con nosotros. Parecía enfadado y preocupado a la vez. Era una de esas reuniones familiares que daban terror, de las que te hacían confundir y estar intrigada. ¿Qué nos dirá? Tenía una leve sospecha, pero no me imaginaba sellando en piedra el futuro de mi gente por un capricho mío. Ahora rondaba en mí el: "¿Debí haber aceptado?".
El Alpha Black se apareció con un semblante serio e inexpresivo frente a nosotros. Sin siquiera una sola palabra ya nos habíamos levantado del sofá siguiendo a nuestro padre en una fila india de confusión, temor y preocupación.
Nada pintaba bueno ni mucho menos aceptable. Pero me reconfortaba la idea de que podría arreglar todo esto con mi mate y talvez, hacer nuestra vida separados, por mucho dolor que nos podría llegar a causar. Tampoco podía quejarse, en la fiesta de su hermana había cada pedazo de mujer que esperaba por un poco de atención del jefe. Aburrido, lo que se llama aburrimiento no pasaría.
—Llegó una carta. Es de Rusia— mi boca se volvió a cerrar en cuanto la duda que me había llegado se respondió —No se rendirá. No tendrá piedad. Vendrá por ti y no le importa en lo más mínimo si tiene que pasar por encima de nosotros para obtenerte. ¡No lo permitiré! No dejaré que se lleve a mi sucesora, no podrá llevarse a mi hija.
Mis ojos se humedecieron al ver a mis dos padres tan devastados.
Lo más importante para ellos era su familia. La manada de la que éramos parte lo es y traerles, traernos ruina era lo último que querían como gobernantes.
Mi madre se secó las gotas gruesas que salían de sus ojos y nos miró, trasmitiéndonos esa paz que la caracterizaba, esa esencia que solo las madres tenían.
—Saldremos de esto. Claro que sí, no se desanimen, mis queridos niños.
—Oh, claro que lo haremos querida. Ganaremos la guerra y saldremos de esta como siempre lo hacemos.
Ver el amor que se transmitían era la sensación más linda del universo. Deseaba algún día tener ese tipo de romance, pero no una atadura que me obligara a hacerlo como a ellos. Algo que saliera enteramente de nosotros y no de una tal Diosa, como los humanos lo hacían.
—Jaden, Lyanna— nos miró a ambos —Comenzarán a entrenar, ustedes nos guiarán hasta la victoria. Todos lucharemos en busca de lo que debemos conseguir sin importar nada— mis ojos se abrieron escandalizados. ¿Qué significaba el "sin importar nada"?
—Lo haremos— dije por fin tragando el nudo que tenía en la garganta —Lo haremos y le ganaremos a Alex pase lo que pase.
Mi mirada se perdió. Estaba decidida y enfocada en seguir lo que mis padres decían. Haría todo para mantener mi orgullo intacto frente a Alex. Proteger a los míos era otro de mis objetivos que sin duda debía priorizar.
Debíamos avanzar rápido porque no teníamos nada que nos resguardara por meses o el tiempo que fuera hasta estar listos para lo que se avecinaba. El esfuerzo iba a estar puesto en aprender a pelear mucho mejor que los soldados de mi mate. Tendría que luchar en contra de mi destinado y pondría todo para reafirmar lo que le había dicho. No soy de nadie, por lo tanto yo decidiré mi destino.
Jaden en cambio no estaba tan decidido como yo. Su concentración estaba en la universidad, en lograr su sueño. Yo, mientras tanto, tenía que cuidar de mi hermano menor para lograr que por lo menos uno de los dos tenga una vida feliz.
El menor pasó por mi lado tomando mi brazo bruscamente. Su mirada ensombrecida me alarmó.
Lo seguí hasta su habitación sin rechistar. No me gustaba verlo así, preocupado por algo que no le concierne realmente cuando debería poner su empeño en estudiar o bueno... "estudiar".
—¿Por qué no vas con él? Nos ahorrarías, te ahorrarías todo esto y serías feliz.
—Lo último que quiero es irme con ese cavernícola. No imaginaba que esto pasaría tan rápido.
¿Sabes? Pensaba que sería años más adelante, cuando ya fuera Alpha y que sería un lobo normal, no el Alpha de otra manada a más de seis mil kilómetros de distancia— me senté
frustrada.
Cuando era niña imaginaba encontrar a un Alpha fuerte, guapo y poderoso con el cual compartir mi amor. Me imaginaba siendo feliz con él, teniendo sanos hijos y un mandato estable. Y viéndolo de una manera era lo que había conseguido y lo que podría conseguir con Alex. Tristemente, cuando elegí mentalizarme para ser la mujer al mando todos esos ideales se esfumaron en cuestión de meses. Me habían vuelto independiente, me habían enseñado a tomar las riendas de los asuntos, a que nadie podía controlarme siendo la heredera de los Black. Oh sorpresa, cayó Volkov como un misil cagándose en cada expectativa que tenía.
—Yo podría...
—¡Nunca! No te dejaré. Es mi deber no el tuyo— negué con el ceño fruncido.
—Pero...
—¡No más! Aquí se acaba la discusión sobre ese tema— asintió desganado —Quiero que tanto tú, como yo pongamos todo nuestro ser para luchar lo mejor posible. No tenemos muy en claro cuánto tiempo tenemos y debemos darnos prisa por lo mismo. ¡Lo lograremos!
— Me pone en duda tu actitud hacia tu mate —lo miro sin entender que quiere decir –no me mal entiendas, pero es raro tu actitud con este tema.
— Te dije que no, Jaden -- salgo antes de que siga con este tema, una guerra nos espera no puedo dejar que estos sentimientos me desvíen de mi objetivo .
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