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—Oye, qué onda con tu amiga ayer, creí que le daría un infarto del enojo —después de decir esto, Dorothy metió a su boca una papa frita llena de catsup.
—Él está delicado, acaba de terminar con su novia porque ella sale con alguien más y...
—¿La niña es lesbiana?
La chica de ojos grises formó una perfecta "O" con sus labios, fingiendo algo de sorpresa ante la mirada divertida de su compañero.
—Si tuviera pechos posiblemente yo también pensaría que es chica, pero...
—Hidan, dime cómo era su novia —interrumpió repentinamente interesada.
—Pues la vi muy pocas veces, jamás la llevó a casa y —se quedó pensando un poco—... Bueno, era pequeñita, cabello y ojos marrón, de cara dulce y buenos modales. Creo que esa chica sudaba azúcar, muy tiernita.
La pelinegra soltó un "hmm" analizando un poco los datos obtenidos.
—¿Qué piensas? —cuestionó él, tomando de su tarro de cerveza.
—Estoy planeando cuál será mi próximo acto de bondad —respondió con sorna.
/.../
Deidara depositó las llaves en un platito que se encontraba arriba del mueble que daba la bienvenida a su hogar. Suspiró pesadamente.
—¿Otro mal día?
—Un poco, de verdad que ahora sí se pasó... —el rubio paró de hablar al darse cuenta a quién le respondía. Soltó un grito del susto que le provocó observar a la delgada chica recostada en su sofá, leyendo una revista de Animal Planet.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! —lanzó, acercándose a ella—. Mejor responde, ¿Cómo cojones entraste?
Ella le dirigió una mirada aburrida, mientras se acomodaba la boina oscura que adornaba su cabeza.
—Tranquila, niña. Hidan me dio las llaves —se sentó, dejando la revista de lado—, por cierto, no vendrá a dormir esta noche.
—¿Sí? Bien, gracias por el recado —el rubio fingió una sonrisa de agradecimiento—. Ahora, vete.
Dorothy se paró y movió quedando frente al chico, quién mantenía sus brazos cruzados.
—Mira pero qué bonita te ves sonriendo —le dijo burlona a él—, aunque sea fingido.
Pasó sus delgados dedos por los labios del muchacho, delineando su sonrisa. Éste la apartó al instante.
—No me toques, y deja de referirte a mí como si fuera mujer.
—¿No eres una chica? —la azabache se cubrió la boca con su mano, imitando un gesto lleno de impresión.
—Sí, ja-ja, te estás tardando para irte.
—Bueno, bueno —comenzó ella—. Ya no te diré niña, y no te tocaré, pero... ¡Acompáñame a beber está noche!
La mujer de ojos grises tomó las manos de su contrario, y las envolvió en las suyas, emocionada.
—Ni aunque fueras la última persona en la Tierra saldría a ningún lado contigo, menos a embriagarme.
—¡Vamos! —rogó Dorothy—, es mi forma de pedirte disculpas por lo de ayer. Además, iremos a un bar restaurant, si no quieres beber alcohol, no lo hagas, cómete un burrito o algo.
