Cuando se acabó su turno, Mónica se metió en el cuarto de baño y marcó el que era el número de Ana, otra vez.
— ¿Sí? —saltó, en voz baja.
— Necesito hablar sobre lo que ha pasado antes.
— Ah, Mónica... Vale, espera unos minutos, ¿sí? —Ana finalizó la llamada y Mónica frunció el ceño.Habían pasado minutos cuando a Mónica le sonó el teléfono, y cerró los ojos un segundo antes de contestar.
— Me habías dicho unos minutos... ¡¿Casi media hora?!
— ¡¡Lo siento!! Estoy en el ave volviendo a Madrid, y había cola para entrar al lavabo, ¿vale?
— Necesito hablar sobre lo que ha pasado antes. —repitió Mónica, que escuchó a Ana suspirar al otro lado de la línea.
— Escucha... Tú querías, yo quería... Ya está. No es nada importante, ¿sí?
— ¿Crees que no es importante? Nadie nunca me había... Bueno, eso.
— ¡¿Eres virgen?!
— ¡No! Pero los tíos se suelen centrar solo en ellos y... Bueno, no en...
— Vale, para. —Ana rió suavemente— Hablar de esto se te da mal. Y te entiendo, a mí también me ha pasado eso más de una vez y con varios. Pero bueno, eso... Ha pasado, pero no cambia nada.
Mónica tomó aire y lo expulsó lentamente.
— Vale. ¿Y por qué todo lo del sobre? No tenías que ayudarme, ni siquiera intentarlo.
— Bueno, me enteré de un par de cositas sobre ti y no te tengo que dar explicaciones de por qué te quise ayudar. Ahora te tengo que dejar y empezar a prepararme la segunda audición...
— Ah, ¡es verdad! Me hubiese gustado darte la enhorabuena cara a cara...
— Bueno, tu cara me sirvió como felicitación. Y cada vez que gritabas, también...
— ¡¡Para!! Qué vergüenza... —gruñó, y ambas rieron.
— Bueno, guapa, te tengo que dejar que la gente necesita mear y cagar aquí.
— Qué sutil... Clavarás esa audición y dentro de poco te veré en mi tele, ya verás. —Ana sonrió.
— Gracias por confiar así en mí. Ojalá a ti también te vaya genial... Ve a por todas, tú ya sabes a lo que me refiero, ¿sí?
— Sí... —Mónica abrió la boca para despedirse, pero Ana ya había colgado.
Suspiró, se guardó el móvil y salió de aquel cuarto de baño.
Las semanas siguientes fueron una vuelta a la normalidad para Mónica y María, al contrario que para Ana.Cuando llegó a Madrid después de las tres horas de viaje, tuvo que ir directamente a la audición. Ella misma se notaba tan cansada que no pudo hacerlo ni la mitad de bien de lo que podía. Aún así le dijeron que lo había hecho bien y que la llamarían.
Cuando Ana salió de allí, llamó a su padre y a su madre, emocionada, que reaccionaron igual. Les dijo que se buscaría algún motel por ahí, porque estaba demasiado cansada para ir hasta su casa aquella noche. Acabó en un barrio de las afueras, y descubrió un pequeño teatro local que no parecía abandonado.
A la mañana siguiente decidió entrar.
— ¿Qué haces por aquí? No eres del grupo de teatro... —saltó un hombre que estaba en el escenario, la única persona presente.
— Hola, soy Ana. La verdad es que me ha llamado la atención el aspecto desde fuera y quería ver cómo era esto por dentro... ¿Molesto? Me voy, eh, ¡lo siento...!
— No, mujer, tranquila. ¿Actúas?
— Sí. —Ana se agarró a las tiras de su mochila y se adelantó hasta la primera fila de butacas— En teoría me tienen que llamar, ayer hice una audición; pero lo más seguro es que lo dijesen para ser agradables y ya está.
— No te martirices... Recítame algo. Va, sube, lo que se te venga a la cabeza.
Ana frunció el ceño, subió al escenario y carraspeó mientras dejaba la mochila en el suelo. Tomó aire y, al abrir los ojos, miró directamente a aquel hombre. Recitó una pequeña parte de un monólogo, de sus obras de teatro favoritas. Él no hacía más que mirarla y sonreír, mientras la escuchaba bien atento.
— Ana, brillas sola. Yo soy Miguel, por cierto... ¿Te gustaría apuntarte al grupo de teatro? —preguntó, cuando acabó.
— Pocas cosas me harían más ilusión, pero... No vivo cerca y no sé si... No sé.
— Bueno, como quieras... Pero ten —dijo mientras le alargaba una tarjeta—, por si cambias de opinión.
— Gracias...
Ana sonrió, se la guardó en el pantalón y tomó la mochila para bajar e irse.
— ¡Ah, por cierto! —ella se giró y alzó las cejas.
— Si no te llaman de la audición... se lo van a perder.
Ana rió suavemente y salió de ahí.
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tú y yo y el loco amor
FanficPara prosperar hay que ser libre. Pero el ser libre conviene tomar ciertas decisiones de las que mucha gente se arrepiente después. Una fiesta puede quedarse en un rato divertido, o puede llevar a una historia llena de juego, curiosidad, apoyo, amor...