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Habiendo pasado ya dos semanas Alena todavía se encontraba petrificada ante la criatura frente ella, la mensajera divina de Valhare. Una niña con menos de cinco semanas de nacida.

<Cuan temible...> pensó irónica. <Una niña tan frágil crecerá para convertirse en una bestia sin límites... el destino si que juega. Y juega suciamente.>

-Muy bien, mi lady...- aplaudió Korel entrando a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Que hay con esa cara...?.- musitó mirando Alena.-

-N-no es nada.-

Korel acarició su cabello rojizo como signo de desesperación. Acercándose a la cuna de madera tomó a la pequeña huérfana en sus brazos y caminó hacia la puerta. Sin embargo antes de salir habló.

-No seas tan antipática mi querida Alena. Habéis encontrado un apóstol, no un huérfano cualquiera.- comentó ligeramente.- por lo tanto, debes sentirte honrada.

Sin decir una palabra más, se alejó llevándose a la pequeña en sus brazos.

-Si ella no le valora mi lady, entonces yo he de hacerlo.- sonrió Korel dulcemente hacia la pequeña.- es hora de comer.

Caminando por el iluminado templo Korel no podía dejar de brillar en regocijo y orgullo. Después de todo traía a un santo en sus brazos, a un infante amado por un ser divino. ¿Que mayor gozo podría haber para una sacerdotisa?.

El templo de Vennya era un lugar calmado y cálido, compuesto por grandes pilares blancos y decoraciones florales que las sacerdotisas colocaban día a día en señal de vida y purificación.

Las sacerdotisas de Vennya por lo general eran vistas como mujeres reservadas y aisladas de la población rural. Sin embargo, eran más que eso, mucho más... eran jóvenes dedicadas a servir a la gran diosa madre, quien era amada por ayudar a los enfermos, por ser la clemencia en su máxima expresión y la infinita bondad universal. Eso era seguro, nadie era más clemente y puro como el gran amor de Vennya y claro, sus sacerdotisas no se quedaban atrás. Diariamente y por todo el mundo las sacerdotisas del templo de Vennya son amadas por sus acciones benevolentes hacia los enfermos, los pobres y los necesitados. Según las escrituras del último apóstol de Vennya "Ni el hombre más corrupto deberá ser discriminado. Pues el amor de Vennya es puro y sincero, Vennya ama la vida y aquellos que la viven. Por lo tanto, glorifiquemos la vida, glorifiquemos a todo ser que haya de vivirla. Porque nosotros servimos a Vennya y nuestro amor ha de ser tan puro y sincero como el suyo."

Por lo tanto, aquellos que sirven a Vennya sirven a un ser humilde e igualitario, el cual no discrimina y ama por encima de todas las cosas. Pero no hay que confundirse, el amor de una madre es puro y sincero, pero también es fiero y sobreprotector si ha de ser necesario. ¿Y quien se atrevería a provocar el juicio y reproche de una madre fiera y justa?

-Oh, pero mira quien ha venido...- sonrió una mujer frente a Korel.- Mi joven Korel, y mi Lady...

- Madre sacerdotisa.- saludó Korel inclinando su cabeza suavemente.- He traído a mi pequeña señora a comer.-

La mujer se acercó a la pequeña lentamente y posó su mano derecha en la mejilla del infante.

-Ah...- lamentó.- una criatura tan indefensa siempre necesitará a su madre.- Korel asintió suavemente.- sin embargo, nosotras somos las madres de los huérfanos y ella es un huérfano muy especial. ¿No es así mi pequeña?-

La bebé continuó con sus ojos cerrados.

A diferencia de Korel y Alena, la reacción de la madre sacerdotisa al recibir la llegada de la pequeña apóstol más que atemorizante fue una reacción bastante peculiar. Sin temor alguno tomó a la recién nacida entre sus brazos y susurró "Alabada sea Vennya...".

Valhare- The Dark Apostle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora