"Por favor, dime que todo va a estar bien. ¿Aquí termina todo?"
[...]
¿Por qué nuestras pesadillas deciden jugarnos una pasada y manifestarse en nuestra realidad? ¿Por qué el mundo decide robarte el aliento, justo cuando te sentías en la cima del mundo?
—Intenta caminar.
Bonnie intentó levantarse de la camilla, pero se le hacía imposible mover las piernas. Su vida se estaba esfumando de sus manos, parecía querer escaparse; que traviesa.
Aquellos pies que solían bailar con gracia ahora estaban vendados. Todo con lo que había soñado y querido ser "ya nunca sería."—No puedo —sus orbes carmesí expresaron una completa desesperación. Parecían calcar todos esos miedos que nunca había tenido. Era como un mensaje del demonio, dictando una sentencia.
Hubo un triste silencio en la habitación. Su doctor sabía que nada de eso iba a funcionar, puesto que el joven había sufrido una caída bastante peligrosa, que podría haber terminado con su vida.
—Estarás bien —murmuró en voz baja, acomodando sus anteojos-—. Pero dejaré aquí tu archivo.
El profesional abrió su maletín y sacó una pequeña carpeta, para luego entregársela al joven frente a él. Seguido de ese acto silencioso hizo un pequeño gesto con la cabeza, para después salir del lugar.
Las manos de Bonnie temblaron, tenía terror de lo que pudiese encontrar. Pero debía tener fe, nada malo iba a pasar.Todo estaría bien, ¿no?
Abrió la carpeta, encontrándose con su expediente.
"Benjamín Willows."
Realmente odiaba su nombre completo, le recordaba a su estúpido padre. Ese hombre había sido cruel y despiadado, abandonando a Bonnie el día de su nacimiento.
A veces, cuando todo iba mal, le culpaba a él. Aunque eso era bastante egoísta, necesitaba descargarse con alguien.
Sintió su corazón dar un salto, mientras sus profundos orbes carmesí bajaban en busca de su diágnostico.Seguramente sólo era una fractura, en algunos meses se recuperaría y todo volvería a ser como antes.
"Lesión de le médula espinal. Paraplejía"
Pero no lo fue.
—¿Qué? —su respiración se cortó de repente, como sí la hubiesen desgarrado con un cuchillo.
No podría mover sus piernas de la misma forma que antes. Jamás volvería a sentir el suave tacto de las zapatillas de ballet entre sus dedos; preparándose para su próximo show.
Dios es un hombre muy codicioso, porque en ese momento le quitó todo a un joven inocente, apagó la única luz en una habitación llena de demonios.Sus manos temblaron con brutalidad, soltando el archivo; y provocando que este cayese al suelo.
Intentó tomarlo, pero ya era muy tarde, ni siquiera lograba agacharse.
Comenzó a sollozar, reflejando su terror en aquellas gotas saladas que brotaban de sus ojos.
Su cabello, el cual solía estar siempre en perfecto estado, lucía sin vida. Se sentía como sí le hubiesen arrebatado parte de su alma.
Bonnie respiraba el ballet, vivía del ballet. ¿Para qué le serviría su cuerpo ahora? Era un muñeco no deseado, con fallas que a nadie le gustaban ver.Entre lágrimas intentó tomar la carpeta del suelo. Realmente trató con todas sus fuerzas, y con toda su fe; pero no fue suficiente.
Ya nunca volvería a ser suficiente.
Hundido en un mar de ira y desesperación cayó a su inevitable abismo. Se resbaló de la camilla, provocando que su piel —en vez de tocar la superficie del teatro— se encontrara con el suelo congelado.
Parecía un muerto: tirado en aquella superficie con el estómago hacia arriba.—Mamá —murmuraba sollozando.
Se arrastró por el suelo, tomando los papeles entre sus dedos. Jamás había pensado que unas simples hojas podían penetrar su alma mucho más que la huída de su padre.
El ballet le había refugiado de todo mal, había cambiado su forma de ver el mundo, y le había entregado la confianza necesaria en sí mismo. Pero, en ese instante de pura tristeza, todo pareció escapar por la ventana abierta de la habitación.Se abrazó a sí mismo, levantando el torso. Su llanto mojó la carpeta, deslizándose por la superficie de aquel objeto; como sí fuesen gotas de sangre en el cuerpo de una víctima. En realidad, lo era: en parte. Bonnie sentía que estaba muriendo.
Además del dolor físico, creyó pensar que su alma se había esfumado de su cuerpo inerte.
¿Bon le querría a pesar de ser inservible?
—Mami —sollozos hicieron eco en la habitación vacía, siendo el coro de un canto desesperado—, no puedo caminar, ¿qué hago?
Ni siquiera sabía que estaba diciendo. Lo único que deseaba era no llegar a enloquecer.
El dolor poseyó cada parte de su ser, susurrándole al oído las más retorcidas, y tentadoras ideas. Pero Bonnie simplemente se quedó allí, llorando y ahogándose en el deseo de volver el tiempo atrás.
Entreabrió los labios, soltando un grito desgarrador, mientras apretaba el traje de hospital que cubría su piel desgarrada. Cada nota de dolor hizo eco en el cuarto.—¡Sáquenme de aquí!
Se sostuvo de la camilla, intentando levantarse por segunda vez. Sentía una adrenalina mortal, reanimada por su terquedad; no estaba dispuesto a aceptar su situación actual.
Sin embargo, cayó al suelo otra vez. Sus rodillas, antes pintadas de un delicado color blanco, ahora sangraban levemente. Pero ninguna herida dolería más que el hueco en su corazón. En aquel intento de redención, los papeles cayeron al suelo.—¡Me quiero ir! —golpeó el suelo con su puño izquierdo, fuera de sí—. ¡No me gusta aquí!
No era culpa de los médicos ni del hospital.
—¡Déjenme ir!
Sus nudillos comenzaron a sangrar, en una alerta para que parase aquel ataque de violencia.
Deseaba que todo aquello fuese una pesadilla, pero era real, y a veces la realidad es más aterradora que los sueños.
Luego de algunos minutos, desistió. Acurrucó su brazo izquierdo en el derecho, como sí estuviese arropando un niño entre ellos.Había perdido todo.
—Mamá —sollozó, con la mirada fija en la superficie que rozaba sus pies desnudos—, tengo mucho miedo.
O eso creía.
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-El té de las tres -bon&bonnie
FanfictionBon es un empleado en una pequeña confitería de París, la cual se encuentra en un edificio bastante antiguo y majestuoso, pero con los años pesándole cada vez más. Por otro lado, Bonnie es un joven bailarín que sueña con bailar en "Le Ballet de l'Op...