"Ojo por ojo, y pariente por pariente. "
Al entrar a la casa de Félix, hago una mueca ante el desorden común del lugar, y el apestoso olor a queso podrido. Parece que este chico nunca limpia, ni a causa de un milagro. ¿Acaso ese pedazo de pizza se movió?
—¿No me digas que su majestad refinó el olfato en el agujero? —pregunta el rubio, apareciendo en la sala de pronto, con tan sólo unos shorts, y descalzo, sin temor a contraer alguna porquería del sucio suelo.
—Jamás— respondo divertida, soltando la mochila en el suelo, y sentándome junto a la puerta, en una maltratada silla. Me acomodo sin ninguna vergüenza, y miro de reojo la puerta. Por si hay que escapar, ya saben.
—¿Cómo te ha ido todo, quieres una cerveza? —pregunta caminando hacia el balde con hielo, lleno de ese delicioso elixir, el cual no he probado en mucho tiempo.
—Claro— respondo con una pequeña sonrisa, y él me la entrega, destapándola con sus dientes. — gracias, idiota — digo dándole un trago, y suspirando apreciativa. —¿Me creerías si te digo que pasé unos años muy monótonos? — inquiero con socarronería, provocándole una carcajada. — Mejor cuéntame de ti, hombre. ¿Qué has estado haciendo en todo este tiempo? — pregunto recostándome en la silla, y subiendo mis pies a la mesa.
—Todo ha ido normal, ya sabes como es esto — dice encogiéndose de hombros, y yo asiento. Si, lo sé bien. —Debo decirte que se han apoderado de tu lugar en las carreras, y te han olvidado en la sala... —habla en voz baja, mirándome fijamente.
—La sala... — murmuro por lo bajo, recordando el gran lugar en donde los mayores narcotraficantes, asesinos, y toda la calaña se reúne. Un lugar muy peligroso, en donde no debí meterme jamás, pero no me arrepiento. A golpes, formaron mi carácter.
—Se dice que él está en el país... — comento frustrada, y Félix asiente, mientras se rasca el ombligo despreocupado. —Estuvo enviándome rosas... — mascullo con molestia, mientras ruedo los ojos. — ¿Quién envía rosas a prisión? Y negras todavía...— bufo al recordar, mientras ruedo mis ojos.
—Como tu alma— comenta el idiota con diversión, haciéndome chasquear la lengua.
—Ja ja, deberías ser comediante... — respondo borde, mientras suspiro pesadamente, terminando la cerveza de un trago. Vaya que tenía sed de alcohol.
—Ufale, pareces estar más gruñona e insufrible que nunca. El no tener sexo por tanto tiempo te tiene tensa, que te lo digo yo, mujer...— comenta divertido, provocando que le mire mal. Cabrón. — Si no te lo digo yo, tu mejor amigo, el sexy Félix, ¿quién lo hará, ricura? —inquiere cruzándose de brazos, haciéndome rodar los ojos.
—No me digas ricura, y tampoco mejor amiga...no tienes tanta suerte, imbécil — respondo socarrona, riendo ante su expresión.
—¿Por qué, ricura? —pregunta con burla, decidido a molestar.
— No lo sé, cabecita de queso —respondo en el mismo tono que el, recordando su apodo. Félix me mira mal, y yo sonrío divertida. Se lleva, pero no se aguanta. —Ahora pasemos a los negocios... —digo de pronto, suspirando pesadamente, mientras dejo la cerveza en el suelo, y me apoyo en mis codos.
—Por supuesto, nena... — responde de inmediato, poniéndose de pie y corriendo hacia el segundo piso de la casa. Algunos minutos después, regresa con un gran bolso negro, el cual deposita en la vieja mesa. — Tal y como lo dejaste... — asegura el rubio con solemnidad, y yo lo abro, comprobando sus palabras. En efecto, todo está aquí. —Dinero, documentos, documentos falsos, pruebas que inculpan a otras personas, tu chaqueta y... —
—Mis armas... — susurro sin poder creerlo, tomándolas como si fueran de cristal. Las admiro casi con reverencia, apreciando el diseño en ellas. Unas garras marcadas, además de mis iniciales en ellas. Las observo con cierta incertidumbre, pensando en todo lo que me han provocado.
—Están en perfecto estado, las cuidé para ti, leona... — dice Félix con una pequeña sonrisa, mirándome fijamente, a la espera de mi reacción. Le sonrío en respuesta, y niego sin creerlo.
—Gracias, Fel. En verdad lo agradezco. Eres un gran mejor amigo — aseguro con honestidad, haciéndolo sonreír aún más, mientras niega con sus ojos ahora algo empañados.
—Basta de drama por hoy. ¡Debemos festejar, ricura! ¡Has salido del infierno luego de tantos años! — exclama emocionado, cambiando de ánimo radicalmente, lo que me hace reír. La cárcel no fue tan mala como todos creen, a excepción del comienzo. En donde todos se ensañaron conmigo, por culpa de ese monstruo. Y siempre lo supe bien. El infierno estaba afuera, en mi casa, con las personas que dijeron ser mi familia. Las personas que creyeron que me pudriría en prisión, y no me verían jamás. Estaban muy equivocados. La pequeña Liana ya no existe. Y se los iba a demostrar.
Ojo por ojo, y pariente, por pariente.
—¡Vámonos de fiesta entonces! — exclamo en respuesta, recuperando el ánimo. Félix me sonríe feliz, y me alcanza otra cerveza, por lo que brindamos. —Por mí. Porque he vuelto, y no pienso irme otra vez, no sin llevármelos primero — aseguro con determinación, mientras sonrío de forma un tanto perversa. El rubio de ojos oscuros aplaude, y yo sonrío divertida. Mañana será un gran día. Un gran día en verdad.
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¡Mis topis! Hasta aquí el primer capítulo de NO TE ACERQUES A FRIDA. ¿Qué les pareció? Al parecer, ese Félix es un loquillo, pero un gran amigo. Y nuestra Liana, está lista para cobrarse por lo que le hicieron. ¿Ya tienen sus teorías conspirativas, o las armaran en el proceso? No olviden votar y comenta 😉🤭.
Los amo muchísimo ❤️🐭
¿Otro capítulo?
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¡No te acerques a Frida! [LGBTQ+] (LÉSBICA)
RomanceLiana acaba de salir de la cárcel, luego de cinco largos años, en los cuales ha estado planeando vengarse de su familia. Los Razor pagarían por lo que hicieron, ella se encargaría de eso. Por otro lado, Frida tiene una vida aparentemente normal y tr...