Capítulo 2. Más que decidida

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"El dolor cambia a las personas, pero la traición las vuelve letales."

—Maldición... — mascullo al despertar,
apretando los ojos, mientras me llevo una mano a la cabeza. Anoche todos querían celebrar el regreso de la leona, el apodo que me había ganado a pulso, pero creo que fue una mala idea. La resaca que tenía en este momento, amenazaba con no dejarme en paz pronto, a menos que tomara algo ya. Cuando logro abrir los ojos, me encuentro en un lugar completamente desconocido, el cual parece ser una habitación. Frunzo el ceño al escuchar unos fuertes ronquidos, y me encuentro con dos hombres, y una mujer, casi cayéndose de de la cama. Sonrío con cierta picardía, y niego. Vaya noche, la de anoche.

Levantándome lo más silenciosamente posible, tomo mis cosas y me largo de ahí. Al llegar a casa de Félix, me lo encuentro desnudo en la sala, con una mujer sobre el, teniendo sexo descontrolado.

—No quiero verte tus miserias, Fel, voy a ducharme — digo pasando de ellos, y caminando rápidamente a la habitación principal, en donde me baño sin ninguna prisa. Afortunadamente, esta habitación es de la hermana de Félix,y está limpia, ya que nadie la utiliza.

Cuando salgo de la ducha, sólo me encuentro la misma ropa de ayer. Genial. Reviso el cuarto de Gina, y elijo unos shorts, además de una camiseta azul. Vistiendome apresuradamente, me calzo mis botas otra vez, ademas de mi ropa interior. Afortunadamente tenía más de una tanga, o moriría. No pienso andar por ahí sin ropa interior, y con la ropa de alguien mas. Antes de salir de la habitacion, dejo un par de billetes sobre la cama por la ropa. Ladrona, pero buena persona.

—Ya me voy, Fel. ¡Espero estés vestido, no me quiero traumar! — grito bajando las escaleras, tapándome los ojos al llegar a los últimos escalones.

—Abre los ojos, idiota — habla con burla, y le hago caso. Me lo encuentro con unos pantalones, y sin camiseta nuevamente, mientras fuma un cigarrillo tranquilamente.

—Cuida bien de mis cosas, y procura que no te maten— digo despidiéndome de el, mientras tomo mi chaqueta. —Volveré por ellas en un par de días — aviso por precaución, y el asiente despreocupado. Primero debo encontrar un lugar donde vivir.

—No te metas en problemas, no serios al menos —aclara mirándome con diversion, y yo río ante sus palabras, mientras me acompaña a la puerta, luego de que me pidiera un taxi.

—Lo intentaré — respondo dándole un pequeño abrazo, antes de subirme al auto. —Al hotel Nueva Roma, por favor —le indico al taxista, quien me da un asentimiento de cabeza, y emprende la marcha. Observo el barrio de Félix, y sonrío a medida que nos alejamos. Es un buen lugar, aunque algo peligroso. Las personas son amables, también algo recelosas. Y lo mejor de todo, la policía no suele entrar. Lo que nos garantiza seguridad.

Cuando llego al hotel, admiro el lugar con una sonrisa. Ese pequeño Al Capone lo ha hecho bien, el lugar es maravilloso. Cuando me acerco a recepción, les indico mi nombre, y pronto soy conducida a una lujosa habitación.

—Espero disfrute su estadía con nosotros, señorita Liana. El señor Leone se encuentra fuera del país, pero nos ha pedido que la atendamos como merece. No dude en pedirnos lo que necesite, de verdad—habla el hombre de traje, mirándome con sumo respeto. Asiento con una pequeña sonrisa, y el me muestra la habitación, además de contarme los beneficios con los que cuenta el hotel.

—¿Podría darme el número del señor Leone, por favor? Me gustaría agradecerle personalmente...— digo sin dejar de sonreír, pensando en ese italiano.

—Por supuesto. Se lo traeré en minutos, con permiso— habla antes de retirarse, y dejarme sola. Me tiro en la cama, disfrutando de la suavidad de esta. No puedo recordar cuando fue la ultima vez que disfrute de algo así.

¡No te acerques a Frida! [LGBTQ+] (LÉSBICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora