Después de la visita del medico a la iglesia del padre Aziraphale, este se sintió mas tranquilo. Tal y como había sospechado, Crowley tenia una costilla rota y el medico solo había recomendado descanso absoluto mientras el hueso sanaba. No le incomodaba tener a una persona extraña en su parroquia, de hecho, la idea de no estar solo le parecía encantadora y en el fondo Crowley le daba algo de ternura.
Había tenido que atarlo de las manos para que dejara que el medico lo revisara.
A pesar de haberse convertido en el cuidador de un enfermo del cual solo sabia el nombre (Y ni siquiera estaba seguro de ello) no dejaba que eso se inmiscuyera en sus eclesiásticas tareas como oficiar la misa y mantener limpia la casa de Dios. Se sentía revitalizado, preparando las comidas de su huésped, dejándole ropa limpia cada mañana y cuidando de el tal y como se lo había indicado el doctor. Era gratificante saber que había mas por hacer en su día a día.
Aun así, Crowley no era una persona muy conversadora. Se limitaba a asentir o negar a las preguntas que Aziraphale llegaba a hacerle "¿Esta muy caliente la sopa?" Crowley negaba "¿Quieres otra frazada?" Crowley asentía "¿Tienes familia?" "¿Qué edad tienes?" "¿Quién te hizo esto?" Crowley se daba la vuelta y dormía las siguientes horas. A pesar de la resistencia que este oponía a la comunicación, Aziraphale no se daba por vencido. Cada noche leía algún fragmento de la biblia en voz alta sabiendo que por el eco Crowley podría escucharlo y quizá lo ayudaría a sanar.
A pesar de eso, los rumores en el pueblo sobre una presencia demoniaca en la iglesia del padre Aziraphale no se hicieron esperar. Nadie sabia mucho al respecto, pero todos juraban haber visto a una persona con el cabello del color del fuego del infierno en el campanario. Por suerte, Aziraphale explico la curiosa situación, pero las personas no parecían muy contentas con ello. Alguien con el cabello rojo solo podía estar poseído por el maligno.
La gente empezó a ausentarse en los oficios.
Para eso habían pasado tres meses.
Crowley se había convertido en una sombra, un objeto mas en la iglesia. Por mas que el doctor e incluso Aziraphale habían sido específicos sobre limitar casi por completo su movimiento, el se negó. En secreto se movía lentamente y caminaba cuidadosamente en un intento por ayudar a su cuerpo a mejorar. Y, de hecho, se sentía mucho mejor. Al menos ahora podía respirar sin sentir que sus pulmones iban a colapsar.
Se encontraba en la cama, mirando sin interés la llama de una vela a su lado. Había silencio. Frunció el ceño, no era normal que hubiera tanto silencio. Se había acostumbrado a escuchar los pasos del padre Aziraphale y sus respiraciones. Como limpiaba profundamente el lugar y de vez en cuando tarareaba alguna tonada melosa y aburrida.
Se incorporo, sujetando su costado derecho y tomo el pequeño candelabro. Había recorrido tantas veces el campanario, que podía hacerlo con los ojos cerrados, aun así, no quiso arriesgarse y bajo las escaleras con la ayuda de la titilante llama. Sus ojos viajaron a través de la oscuridad, logrando divisar al padre Aziraphale sentado en una de las bancas de la iglesia con la cabeza agachada. Escucho un triste suspirar y por alguna razón, se armo de valor y se acercó a él, ignorando el frio de sus descalzos pies contra el suelo.
El padre no noto nada de esto, hasta que la luz amarilla de la vela le toco la punta de los pies. Al ver a Crowley, se limpio una lagrima que quería escapar de la comisura de sus ojos.
- ¿Qué haces aquí? Deberías estar descansando... - No espera una repuesta y no la hay, el pelirrojo solo se sienta a su lado, aun sujetándose. – A este paso no vas a mejorar...
-Hoy no leíste...- La mirada de Aziraphale se clava en el hombre a su lado, sorprendido de haber escuchado su voz de nuevo. – Cada noche... lees un poco antes de dormir.
-Creí que estarías harto de escuchar sermones... Todos lo están. Soy un padre, y hace semanas que nadie viene...
-Lee para mí. – Pide. Ninguno se mira, solo mantienen los ojos al frente. – Me gusta...
Crowley miente. No le gusta para nada escuchar sobre un dios que no existe, le parece aburrido, una burla a la inteligencia de las personas. Como si con cada palabra te dijeran "Eres un imbécil"
Y Aziraphale sabe que Crowley miente. No está seguro del por qué, pero podría jurarlo.
Se ven unos escasos segundos y por primera vez en todo ese tiempo, se sonríen.
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Una Pequeña Tentación.
FanfictionEn un poblado en la Londres de 1814, el padre Aziraphale cuida de la parroquia del Este. Oficia ceremonias y calma a los pobladores que confían plenamente en él. Su vida es la de cualquier hombre devoto a Dios puede esperar... Hasta que una noche, a...